El bueno, el feo y el malo

Pere García
Master Coach especialista en coaching deportivo de TISOC Coaching

El bueno, el feo y el malo
Foto de Dreamstime. Guillermain

A sus triunfos al frente de la selección nacional de fútbol, Vicente Del Bosque sumó recientemente el reconocimiento personal como mejor entrenador del año en el continente al recibir el Balón de Oro 2012. Un éxito que alcanza todavía mayor relieve si tenemos en cuenta que la terna de aspirantes a este prestigioso galardón -  considerado como los Oscar o los Nobel del fútbol -  la completaban los supermediáticos y entrenadores de moda por excelencia, José Mourinho y Pep Guardiola.

Sin pretender enmendarle la plana a los jurados de este premio, si me gustaría analizar los méritos de estos tres entrenadores, pero no desde lo futbolístico, sino exclusivamente  desde el punto de vista del liderazgo dentro de una organización. Y para ello, recurriré al mítico Spaguetti Western de Sergio Leone, El bueno, el feo y el malo.

Esta película, que nos presentaba a tres personajes sin parangón y con tres perfiles absolutamente distintos que perseguían un único destino, nos puede ayudar a situar la lucha por un hipotético balón de oro del liderazgo. Tres personajes únicos: el bueno (un hombre obsesionado con la perfección y abrumado bajo la responsabilidad de ser perfecto). El feo (un hombre tranquilo, consciente de sus posibilidades y limitaciones, orgulloso al poder facilitar el disfrute de quienes le rodean. Y el malo (un hombre encantado de conocerse y que ha conseguido unir a todo el mundo en su contra, lo cual tiene un mérito extraordinario desde el punto de vista cohesionador.

Tres maneras de ser, tres maneras de sentir, de pensar y de comportarse; en definitiva tres entrenadores con un mismo objetivo pero con estrategias absolutamente opuestas.

Ser un gran líder no es una receta única. El error es pensar que hay que ser de una manera o de otra para liderar con éxito un equipo o una organización. Liderar tiene que ver más con el momento que con la persona, y saber identificar el momento, el equipo y mis cualidades de liderazgo para aplicar la formula y el estilo óptimos son las claves para convertirse en un líder referente. Y si eso implica maleabilidad y adaptación, entonces hablamos de líderes extraordinarios.

Una vez más, nos toca analizar qué cualidades tiene cada uno para otorgarles nuestro balón de oro particular del gran líder. Y si entendemos como liderar, la capacidad de influir en los demás, y en términos deportivos, la aplicación de dicha capacidad sobre las actividades de un grupo organizado hacia metas específicas y la obtención de las mismas, es evidente que a los tres candidatos les une el mismo rol: entrenadores de éxito.

“El bueno”, es un entrenador modélico, del estilo autoritario, todo está perfectamente estudiado, nada queda a la improvisación, de la auto exigencia ha hecho su bandera y de la misma manera ha tratado y exigido a su equipo.  Resultado: los grandes éxitos deportivos conquistados por “el bueno” lo han encumbrado al Olimpo de los entrenadores.

Ser un gran líder no es una receta única. El error es pensar que hay que ser de una manera o de otra para liderar con éxito un equipo o una organización

Pero, todo lo logrado, de un mérito extraordinario, lo ha logrado en un equipo de jugadores excepcionales, en su casa y a su manera, inflexible y meticulosa.

“El feo”, otro perfil absolutamente distinto, claramente liberal, hace de la autogestión y el laisser faire su bandera, “si todo va bien, para qué tocar” . Este perfil requiere de grandes cuotas de inteligencia emocional y de humildad, y en eso “el feo” es un maestro. Resultado: hacer de una selección nacional, un modelo a seguir a todos los niveles consiguiendo resultados históricos.

Pero, es un registro óptimo para determinados equipos y determinados momentos, poco adaptable, recordemos su periplo por Turquia.

“El malo”, un personaje creado a sí mismo, inteligente, seductor, próximo y, a la vez, déspota e irónico. Estudioso y pasional, ha conseguido éxitos diversos en países muy diferentes y con obstáculos importantes como el no haber sido jugador de élite  o el idioma, entre otros.

Pero, ser malo siempre implica un esfuerzo importante, que lo aleja muchas veces de su verdadero yo, con el problema de entorno personal que eso conlleva. Obtener éxito a cualquier precio puede ser reconfortante hasta que el éxito deja de serlo o no llega.

En definitva, los tres son merecedores, sin duda, del reconocimiento ya, que han logrado grandes rendimientos grupales y logros personales, por eso están ahí. Aunque existe un elemento que para nosotros marca diferencias si nos ceñimos a la esencia del liderazgo y nos alejamos de la parte emocional (cosa poco frecuente en futbol), el concepto de liderazgo situacional.

Si ser un líder extraordinario implica adaptabilidad, eficiencia y extraer resultados en entornos diferentes. Si ser líder implica conocer, influir, cohesionar para alcanzar resultados. En definitiva, si ser líder implica dar lo mejor y sacar lo mejor de los demás en pos de resultados extraordinarios… nuestro balón de oro, no puede ser para otro que para ”EL MALO”.