Calas de Benissa: puro Mediterráneo

VIAJES

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Cala Baladrar

Ocurre a veces que a la hora de planificar unas vacaciones nos planteamos un viaje más tranquilo, con más tiempo para relajarnos y recuperarnos de las tensiones y ajetreos del resto del año. Hay quien preferirá perderse en paisajes montañosos donde disfrutar de un aire transparente y puro, alejado de la contaminación. Otros preferirán el llamado turismo de sol y playa, tal vez menos tranquilo pero que nos proporciona otros atractivos y los indudables alicientes de los baños de mar.

No cabe duda de que el Mediterráneo es destino favorito para millones de personas que buscan este tipo de turismo. Un mar, cuna de civilizaciones, que a duras penas ha resistido la presión inmobiliaria durante décadas, especialmente en la zona a la que nos referimos, la Comunidad Valenciana. Sin embargo hay excepciones y una de ellas es un pequeño pueblo, Benissa, situado en la comarca de la Marina Alta de Alicante, y en concreto su franja litoral, la Fustera. El pueblo está situado entre dos lugares de vacaciones muy conocidos, Calpe, con su imponente Peñón de Ifach, asediado por el cemento, y Moraira, tradicional destino vacacional de la “gente bien” valenciana.

Todo en este paraje invita al descanso, al reposo tranquilo del contacto con la naturaleza

Al llegar a Benissa, bien por la carretera N332 o por la autopista A7 (salida Calpe-Benissa), encontraremos de inmediato un desvío a la Fustera. A partir de ahí nos espera un descenso hacia el mar de unos ocho kilómetros por una serpenteante carretera rodeada de pinos, entre los que asoman retazos de un mar entre azul y verdoso o la imponente imagen del Peñón de Ifach.


Foto Olaf Speir.123RF

No hay que esperar grandes playas de arena, ni inacabables paseos marítimos, ni ruidosos chiringuitos. Debido a su peculiar orografía esta zona ha resistido la presión constructora y si bien hay numerosas villas y viviendas unifamiliares, la mayoría están integradas en el paisaje, imitando muchas de ellas la construcción tradicional de la zona.

Conviene hacerse con una guía en la Oficina de Turismo de Benissa para conocer los entresijos de la sucesión de calas y lugares escondidos que integran este pequeño trozo - cuatro kilómetros- de litoral. O dejarse guiar por la más que correcta señalización de la estrecha carretera (¡precaución!) que nos conducirá a unos baños inolvidables, en un mar transparente, de colores variables según los fondos, con extensas praderas de posidonia, secreto sin duda de su pervivencia y de la fauna marina que lo puebla.

Al tratarse de una zona de pequeña extensión, la oferta de alojamiento no es muy amplia, pero la proximidad de Calpe (cinco kilómetros) o Moraira (seis) permite alojarse en esas zonas más dotadas de infraestructura hotelera. Aunque lo más recomendable es alquilar una casa vía Internet directamente en la Fustera, la mayoría de ellas entre pinos y con un silencio solo roto por el canto de las cigarras, algo a lo que por desgracia cada vez estamos menos acostumbrados.

L’Advocat, Les Bassetes, La Llobella, La Fustera, Els Pinets y Baladrar, son las calas que no podemos perdernos, cada una con sus características propias pero todas ellas bien señalizadas y dotadas de buenos accesos. Eso sí, hay que olvidarse del coche; aunque algunas tienen zonas limitadas de aparcamiento, el último tramo siempre habrá que hacerlo a pie. En la mayoría de ellas suele haber un pequeño quiosco donde poder disfrutar de un aperitivo después del reconfortante baño.  


Cala Pinets

Dado que se trata de zonas rocosas, recomendamos un calzado apropiado; las clásicas zapatillas de goma bien sujetas son imprescindibles para moverse por las rocas e incluso dentro del agua. Y, al menos, gafas y tubo para practicar snorkel. Se ofrecen rutas de senderismo subacuático y también paseos ecológicos y rutas de senderismo tanto en la zona como en sus alrededores. Únicamente hay una pequeña playa de arena, La Fustera, que cuenta con todos los equipamientos necesarios y en la que habitualmente recalan familias con niños. 

Los amantes del mar pueden encontrar en esta zona todo lo que necesitan para unas vacaciones que sin duda recordarán. Todo en este paraje invita al descanso, al reposo tranquilo del contacto con la naturaleza, tanto que a veces uno piensa en lo que nos perdemos por una vida acelerada y consumista.

Los más inquietos y proclives a la fiesta tienen a escasos kilómetros lugares también muy atractivos como Calpe, Denia, Jávea, Altea, entre otros, donde pueden encontrar innumerables zonas con tiendas, restauración, bares, discotecas y los inevitables mercadillos. Pueblos que también disfrutan de un magnífico litoral, pero habitualmente más saturados.

No conviene terminar la estancia sin visitar el pueblo de Benissa y disfrutar de su gastronomía. Es muy peculiar la iglesia de la Puríssima Xiqueta, llamada la catedral de la Marina por sus dimensiones. Se trata de un edifico de estilo neogótico, de tres naves, en el que destaca la belleza de su cimborrio central con claraboya. En un antiguo hospital de 1790, y tras su rehabilitación, se halla el Ayuntamiento que también vale la pena visitar. En lo referente a la gastronomía destaca Benissa por su diversidad. Además de los arroces marineros (del senyoret, a banda etc.) se guisan otros más contundentes como el arroz al horno, el arròs amb fèsols i naps, entre otros. Muy propio de esta zona es el cocido de pulpo. Y dejamos para el final el embutido de elaboración artesanal, famoso en toda España.

(Más información en www.benissa.net)