Dresde, esplendor barroco

VIAJES

Javier de la Nava
Profesor del CEF.-


Semperoper. Jurgen Pollack

“Hay un tesoro increíble de todo tipo en este hermoso lugar” (Goethe).

Muchos llaman la “Florencia alemana” a esta maravillosa ciudad a orillas del Elba, el segundo río más largo de Alemania. Ubicada en la parte oriental de la República Federal, fue residencia de la Casa Wettin, realeza gobernante durante siglos en el estado de Sajonia. Tras su absoluta destrucción, tres meses antes de  finalizar  la II Guerra Mundial, en la actualidad es una urbe moderna y enclave científico e industrial. Tiene fama de ciudad tolerante y abierta, aunque últimamente todos los lunes se producen manifestaciones en contra de las disposiciones de acogida a refugiados procedentes de conflictos bélicos o de la depauperación económica.

Dresde, esplendor barroco
Panoramica. Antoni Andreas

Desde la Estación Central, subir por la Prager Strasse es sumergirse en la más absoluta modernidad comercial representada por cadenas de moda y restaurantes mundialmente conocidas. Poco a poco nos adentramos en el centro histórico. La temporada turística declina y las empedradas calles de la metrópolis sajona se recorren con tranquilidad. Para obtener una primera impresión de la ciudad es recomendable subir a alguno de sus grandes miradores: iglesia Kreutzkirche, Ayuntamiento, iglesia Fruenkirche, Palacio Schloss e iglesia Dreikonigskirche (catedral). Desde allí,  además del tesoro artístico-cultural de sus edificios, apreciamos su atractivo entorno paisajístico. A diferencia de otras grandes ciudades a orillas de  importantes cuencas fluviales, Dresde  ha mantenido libre de edificaciones el amplio entorno de su vega.

Por el borde del río Elba transcurre una pista ciclista de casi 900 kilómetros, que une el Mar del Norte con la República Checa

En las proximidades del moderno Carolabrücke o del más tradicional Augustusbrücke, los dos más importantes puentes de la ciudad, podemos tomar uno de los nueve históricos barcos a vapor para realizar una de las más bellas excursiones que ofrece Dresde y su entorno, los castillos del Elba: el Loschwitzer Hang, con su inclinada pendiente; el Alberchsberg, construido por el príncipe Alberto de Prusia, o el Lingnersschloss,  que  fue residencia de Kart August Ligner, inventor del elixir bucal Odol y creador del museo alemán de la higiene, curiosa e interesante visita. Con el vapor podríamos continuar hasta los castillos de Pillnitz, residencia de verano de Augusto el Fuerte, rodeado de extensos viñedos productores del demandado vino seco del Elba. Por el borde del río transcurre una pista ciclista de casi 900 kilómetros, que une el Mar del Norte con la República Checa. Es una de  las rutas ciclo-turísticas con más encanto en el continente. A golpe de pedal disfrutas de viñedos, del paisaje fluvial del Elba, así como de bosques y marismas hasta llegar a las costas del mar del Norte.

Dresde, esplendor barroco
Theaterplatz. Hans Peter Merten

Por el lado sur del río iniciamos el recorrido en el Neumarkt o Mercado Nuevo. En su cabecera sobresale la Frauenkirche, la joya del barroco europeo. Construida entre 1726 y 1743, destruida en 1945, fue inaugurada solemnemente en 2005. Es un símbolo de la historia germana de guerra y paz, lugar de encuentro, reconciliación y reflexión. Una estatua a Martín Lutero, al lado de su entrada principal, da al lugar una imponente severidad. En su costado,  por la Georg-Treu-Platz se suben las escaleras de la antigua fortaleza hasta la Brühlsche Terrassa. Conocido como el Balcón de Europa es el paseo más popular de Dresde. Desde allí se domina la gran curva que describe el Elba al atravesar el casco histórico. La academia de arte, Kunstakademie, se reconoce por su cúpula de cristal con el ángel dorado. Al final de la Terrassa está la gran escalinata frente al Residenzschoss. Originario del siglo XV ha sido reconstruido y ampliado en varias ocasiones. A su lado la antigua iglesia católica de la corte, hoy catedral del obispado de Dresde-Meisen. Edificada entre 1738 y 1755, en su cripta están enterrados todos los miembros de la Casa Wettin. Muy cerca, en el centro de la Theaterplatz la estatua ecuestre del rey Johan tiene a sus espaldas la Opera Estatal Sajona, la Semperoper. Construida entre 1838 y 1841 al estilo italiano del alto Renacimiento, impresiona por su esplendor y suntuosidad e inigualable acústica. A la  izquierda de la plaza el Zwinger, la más bella construcción de Dresde. Diseñado como lugar de celebración para fiestas reales en su maravilloso jardín barroco, acoge la mundialmente conocida Galería de Pintura de los Viejos Maestros y la colección de porcelana.

Al otro lado del río, en la Ciudad Nueva, iniciamos el paseo por el Japanisches Palais. Primera sede de la colección de porcelana de Augusto el Fuerte, hoy acoge el Museo de Historia Natural y el Museo de Etnología. Una gran fuente da paso a la Konigstrasse, con casas barrocas, románticos patios interiores y pasajes que invitan al paseo silencioso y melancólico. Pequeñas tiendas de alfareros, pintores de porcelana, cesteros, artesanos del metal o floristas ofrecen sus esforzados trabajos artesanos. En el centro neurálgico del barrio, la Dreikönigkirche acoge uno de los monumentos renacentistas mejor conservados del país, la Danza de los muertos. Enfrente, el antiguo Mercado de la Ciudad Nueva, hoy vanguardista centro comercial. Desde el ancho bulevar de la Hauptstrasse contemplamos otra vez el esplendor barroco.

(Fotografías cortesía de la Oficina Alemana de Turismo)

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