Fondos de inversión: La mejor alternativa al depósito tradicional

Francisco Uriarte Colominas
Executive MBA full time por el CEF.-
Miembro de la ACEF.- UDIMA

Introducción


Foto de Stock.xchng

Durante muchos años, los fondos de inversión fueron productos que solo se podían ofrecer a clientes a los cuales se atribuían unos conocimientos financieros altos; aunque en muchos casos la rentabilidad de los fondos era mayor que la de los depósitos, no se consideraba “garantizada”, por lo que estos se dejaban para el resto de los clientes, que lo único que querían era ver que no perdían dinero.

Tras el desastre de las preferentes y otros productos de este tipo, tan complejos que en muchas ocasiones ni el propio gestor sabía qué era lo que vendía, la mayoría de los usuarios de los bancos se aferraron a los depósitos, sin importarles demasiado su rentabilidad y buscando, la mayoría, no perder su dinero.

Cuando en enero de 2013 el Banco de España pidió que el tipo de interés del depósito a un año fuera del 1.75%, la mayoría de los que tenían sus ahorros en este tipo de producto, pensaron que si movían con rapidez su dinero de una entidad a otra podrían incrementar su rentabilidad. Nada más lejos de la realidad: la petición del Banco de España fue acogida por todas las entidades y muy pocas fueron capaces de desmarcarse con algún depósito (a 13 meses, no a un año) con intereses superiores al 2 %.

Entonces, ¿qué puede hacer el ahorrador de 45-50 años, que tiene el dinero de toda su vida en depósitos, cuando en el banco le dicen que no le van a dar más de un 1.75 % al año (porcentaje que, teniendo en cuenta los gastos de las cuentas, comisiones, etc., apenas se queda en el 1 %)?

O dejar el dinero en su banco y no ganar casi nada o invertir en fondos de inversión.

Definición

Según la teoría, un fondo de inversión o un instrumento de inversión colectiva es un producto financiero constituido mediante las aportaciones de una pluralidad de inversores (los partícipes), administrado (o delegada la gestión, según su reglamento o mandato) por una sociedad especializada (la gestora) y cuya cartera de inversión está custodiada por una entidad depositaria (el depositario).

Para que todo el mundo lo entienda, un fondo de inversión es una gran bolsa donde muchos ahorradores meten su dinero, con el fin de que profesionales de una entidad financiera —la gestora— lo inviertan de la mejor manera posible para darle la máxima rentabilidad. Esta bolsa se divide en participaciones que se entregan a cada ahorrador en función de la cantidad que haya invertido. El total del fondo se confía normalmente a otra entidad, que se llama depositaria, para que lo guarde.

Las participaciones que tienen los ahorradores cotizan en el mercado y su valor liquidativo (es decir, lo que vale cada una de ellas) sube o baja dependiendo de si el fondo gana o pierde dinero con las inversiones que hacen los profesionales de la gestora.

Tipos de fondos

La gama de fondos de inversión que ofrece el mercado es muy amplia, casi se podría decir que hay uno para cada tipo de ahorrador. En nuestro caso, para facilitar la comparativa con los depósitos tradicionales, los dividiremos en líquidos y garantizados.

Los fondos líquidos son aquellos que se pueden “rescatar”, es decir, cancelar cuando queramos y recuperar el dinero en función del valor liquidativo de nuestras participaciones, tal y como hemos explicado antes. Entre los fondos líquidos  más importantes  tenemos fondos monetarios (que invierten en letras del Tesoro y en depósitos), de renta fija (que pueden invertirse en pagarés emitidos por un gobierno o empresas muy solventes: Telefónica, BBVA, etc.) o de renta variable que invierten directamente en acciones de grandes o medianas empresas.

Los fondos garantizados no se pueden cancelar en cualquier momento, sino que tenemos que esperar a su vencimiento (normalmente más de un año) para que nos aseguren el dinero invertido y no lo perdamos. La mayoría de estos fondos tienen “ventanas de salida”, es decir, días claves (un par de ellos al año), en los que podemos recuperar nuestro dinero, aunque en muchos casos no nos garantizan el capital si lo sacamos entonces. Este tipo de fondo suele basar su rentabilidad en acciones de bolsa o en una rentabilidad garantizada, igual que los depósitos.

Un fondo de inversión es una gran bolsa donde muchos ahorradores meten su dinero, con el fin de que profesionales de una entidad financiera lo inviertan de la mejor manera posible

¿Cuál es mi consejo? Si queréis tener vuestro dinero disponible en cualquier momento, yo os recomiendo los fondos líquidos, y si lo que perseguís es tener el menor riesgo posible (teniendo en cuenta, repito, que nadie nos asegura que no vayamos a perder dinero), lo mejor es apostar por los fondos monetarios (que invierten en letras del Tesoro y en depósitos) o los de renta fija (que pueden invertirse en pagarés emitidos por gobiernos o empresas muy solventes). Si lo que os interesa es no perder dinero, aunque la rentabilidad sea más pequeña, yo os aconsejo los fondos garantizados.

Si queréis saber más sobre los diferentes tipos de fondos, la Asociación de Instituciones Colectivas (Inverco) tiene una web muy buena en la que encontraréis muchísima información acerca de todos los fondos que se comercializan en España.

Como podéis ver, dentro de la amplísima gama de fondos de inversión,  existen fondos que funcionan de la misma manera que los depósitos, pero, si nos fijamos en su rentabilidad, la mayoría de ellos han conseguido ganar más rentabilidad.

Fiscalidad de los fondos

Como sabréis, los beneficios que generan los depósitos tienen una retención del 21% y tributan como rendimientos de capital mobiliario.

En el caso de los fondos de inversión, no se tributa ni se retiene nada hasta que se rescatan, es decir, hasta que se cancelan y venden las participaciones, al valor liquidativo que tengan ese día. Además, no tienen peaje fiscal, esto es, no se paga nada por cambiar de un fondo de inversión a otro.

La desventaja: el riesgo

Sí, efectivamente, excepto los garantizados, el resto de los fondos tienen riesgo, aunque solo sea por eso, porque no están garantizados. Y algún listo además dirá que los fondos de inversión no están dentro del Fondo de Garantía de Depósitos, por lo que en caso de quiebra del banco no recuperarías el capital.

Es verdad que los fondos no garantizados tienen riesgo, pero no por eso tienen que perder dinero. La pluralidad de tipos de fondos y la gran variedad de productos y mercados en los que pueden invertir hacen que, en muchos casos, la probabilidad de que pierdan sea casi nula.

Además, existen las agencias de calificación (Fitch, Standard & Poor's y Moody's), que examinan las emisiones de pagarés de las empresas en las que invierten los fondos  y países para confirmar cuál es su riesgo.

El test Mifid

En 2004 la Comunidad Europea publicó una directiva por la que obliga a todos los bancos a realizar este test para confirmar que los productos de inversión que venden son idóneos para sus clientes, y que estos entienden perfectamente lo que están adquiriendo, sus características y su riesgo. Con esto se pretende protegerlos de la posibilidad de que les “coloquen” un producto que no comprenden y que puede ser perjudicial para ellos.

La Asociación Europea de Analistas Financieros, conocida bajo el acrónimo EFPA (de la terminología inglesa European Financial Planning Association), hace hincapié en la realización de los test Mifid para ofrecer a los clientes solo los productos que se ajusten a su perfil de ahorrador o de inversor.

Plazo de los fondos

Aunque como he explicado antes la mayoría de los fondos son líquidos, es decir, se pueden cancelar cuando se quiera, es cierto que para poder tener una buena rentabilidad deben estar invertidos el mayor tiempo posible.

En el supuesto de que necesites el dinero en un plazo corto (aunque nunca menos de seis meses), los mejores fondos son los monetarios o los de renta fija, ya que son los que más rentabilidad te van a dar con el mínimo riesgo.

Si lo que buscas es ganar más y no tienes limitaciones de tiempo, lo mejor es invertir en renta variable, porque a largo plazo (más de dos años), es lo que más rentabilidad puede conseguir; eso sí, el riesgo es mayor.

Si queréis información más personalizada de fondos, no dudéis en enviarnos un e-mail a franciscouriarte2@gmail.com.

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