María y Laura Lara Martínez obtienen el premio Algaba de investigación histórica

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María y Laura Lara Martínez obtienen el premio Algaba de investigación histórica
Laura y María Lara

María y Laura Lara Martínez, profesoras de Historia Moderna y Contemporánea respectivamente de la UDIMA, han obtenido el XIII Premio Algaba, de  Biografía, Autobiografía, Memorias e Investigaciones Históricas, con su última obra conjunta Ignacio y la Compañía. Del castillo a la misión. La entrega del premio ha tenido lugar el 19 de noviembre. Este certamen es convocado por Ámbito Cultural de El Corte Ingles y la editorial EDAF.

La Compañía de Jesús que fundara Ignacio de Loyola en pleno Renacimiento ha sido desde entonces la orden religiosa con mayor trascendencia en la organización de la iglesia de Roma. Ligados por obediencia directa al Papa, los Amigos de Jesús han protagonizado encontronazos directos con los poderes políticos de todo el orbe. Su concepción probabilística de la libertad, el peso que han tenido y tienen en la educación de los estratos sociales de mayor influencia y su empeño por una evangelización próxima a los neocatecúmenos, los ha convertido en un poder temido y odiado hasta buscar su extinción. En la actualidad, en el culmen de su representación religiosa y mundana, el Papa es un jesuita, el primero en la historia de la orden.

Para seguir este apasionante trayecto de los casi cinco siglos de su historia, las profesoras Lara Martínez han retratado su recorrido vital: el fundador, sus patrocinadoras, sus profesores y teólogos, los grandes proyectos evangélicos, su choque con los poderes políticos que casi los extingue, hasta llegar a la cátedra de Pedro con el compromiso de obediencia de toda la Iglesia.

Tras el cerco de Pamplona (1521), un soldado convaleciente contempla en su castillo de Loyola la luz de la herida que a punto estuvo de costarle la vida. El ávido lector de novelas de caballerías, galán y mujeriego, se sumerge en los devocionarios y encuentra una tranquilidad de espíritu desconocida. Se convierte en predicador popular, la iglesia oficial le exige titulación académica para hablar de Cristo, el Santo Oficio le muestra su antipatía, al momento trata de cumplir con el trámite y se matricula en la universidad de Alcalá, cuna del humanismo, luego pasa a Salamanca, garante de la tradición, después a París y, entre las clases en la Sorbona, congrega en Montmartre a los primeros miembros. Así nace la Compañía de Jesús.

Desde 1540 esta orden, dirigida por el prepósito general, o papa negro, ha desplegado una relevante influencia en los planos político y social. Ni la secularización ni el anticlericalismo pudieron extinguir la obra de Ignacio: «de todo se puede acusar a los jesuitas… menos de que no saben educar», aseguraba Voltaire.

El cuarto voto, de obediencia al pontífice, reconocía la cercanía con Roma, de ahí la expulsión sufrida en el siglo XVIII cuando a los monarcas les interesaba, más que la misión en los confines de la Tierra, el garantizarse el dominio temporal de los cuadros eclesiásticos.

(Fuente: Editorial EDAF).