Mujer y gastronomía

GASTRONOMÍA

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Mujer y gastronomía
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Es bien sabido que la cocina ha sido históricamente una de las tareas asociadas al género femenino, junto con otras como, por ejemplo, el cuidado de los hijos. Y aunque las cosas han cambiado las cifras de las estadísticas atestiguan que aún nos queda un buen trecho por recorrer. Y resulta llamativo que el auge mundial de la gastronomía española esté protagonizado en una mayoría significativa por cocineros. La única conclusión que se puede sacar es que en el ámbito gastronómico se reproducen los mismos problemas de género que aquejan a nuestra sociedad aún en pleno siglo XXI. No hay más que recordar que de todos los chefs galardonados en España con las famosas estrellas de la guía Michelin solo un 9,2% corresponden a proyectos  encabezados por mujeres.

Recientemente se celebró en Denia con motivo del Día internacional de la mujer una jornada sobre  Gastronomía y mujer.  En la mayoría de intervenciones las quejas de las profesionales se centraron en el sexismo, la brecha salarial, la conciliación y en el caso particular de la gastronomía, la menor atención mediática. Nada distinto a las reivindicaciones proclamadas constantemente  por mujeres de otros sectores laborales. 

En el ámbito gastronómico se reproducen los mismos problemas de género que aquejan a nuestra sociedad

De este modo, no es de extrañar que en la lista de los 50 mejores restaurantes del mundo solo figuren dos mujeres premiadas, Elena Arzak y Daniela Soto-Innes, y curiosamente en ambos casos comparten su labor con hombres.

A pesar de todos los obstáculos nuestro país tiene una nómina importante de brillantes cocineras. A la ya citada Elena Arzak, se suman Carmen Ruscalleda, Samantha Vallejo-Nájera, María José San Román, Toñi Vicente o Clara María González de Amezúa, por citar algunas de ellas. Con toda seguridad cada una tendrá su historia acerca de los sacrificios que han tenido que arrostrar para alcanzar su actual nivel.

En el caso particular de Carmen Ruscalleda, la única mujer con siete estrellas Michelin, tres por su labor al frente del restaurante Sant Pau en Sant Pol de Mar, dos por Moments en Barcelona y dos más por su restaurante San Pau de Tokio, ya denunció la discriminación en el mundo gastronómico al rechazar hace unos años el premio Latin America’s Best Female Chef, por entender que carecía de sentido distinguir entre mujeres y hombres a la hora de reconocer los méritos culinarios.