Emprender es transpirar

Manuel Escourido Calvo
Economista y Consultor
Máster en Dirección y Gestión de Pymes por el CEF.-
Miembro de la ACEF.- UDIMA

Emprender es transpirar
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Uno de los efectos de la actual burbuja de emprendimiento que se está gestando desde las instituciones públicas es la parálisis del propio emprendedor. Con tanto mensaje bonito, casi poético, que enfatiza el lado heroico del emprendedor, basándose solo en las historias de gran éxito (parece que todos debiéramos ser el nuevo Steve Jobs), se está dejando de lado la responsabilidad que significa emprender. Hemos pasado de denostar al empresario para alabar al emprendedor. País de extremos, siempre sin razones. País de burbujas promovidas por irresponsables (increíble la cantidad de asesores que lo más cerca que han estado de emprender es leyendo un libro de texto o una biografía).

Con  ello, muchos son los emprendedores que se paralizan ante la presión de ser un caso de éxito, por lo apartan su idea y su proyecto, y pasan a la busca y captura de “la gran idea”. Algo que, probabilísticamente, es muy difícil, casi imposible. Esa “gran idea” demostrará serlo con el paso del tiempo y la respuesta del mercado… no con test de evaluación, planes de empresa y/o cualquier otro papel que no deja de ser “mojado” y que por aguantar, aguanta todo. Otra cosa es que nos sirva como guía, como hoja de ruta que guíe nuestros pasos. Ahí sí tiene sentido el plan, sabiendo que lo modificaremos infinitas veces.

Otros emprendedores creen a ciegas en su “gran idea” y se lanzan, sin testar el mercado, sin definir sus necesidades financieras ni el fondo de maniobra requerido (que hay que financiar) en las fases iniciales. Un suicidio. Esta burbuja, como todas, provocará efectos perniciosos a medio plazo: cierres, quiebras, despidos, desaparición del patrimonio personal y/o familiar…

Políticos, medios de comunicación, asesores… se olvidan de que, como dijo Edison, “El 1% del éxito es inspiración y el 99% transpiración (trabajo duro, muy duro)”. Emprender significa trabajar y mucho. Horas interminables de trabajo operativo y con el cliente, noches sin dormir planificando y buscando solución a los problemas que van apareciendo, renuncia al tiempo libre porque la burocracia de nuestra administración solo pone zancadillas, malestar porque la AEAT y la Seguridad Social son socios obligados que cobran sí o sí, dudas en la selección del personal…

Las palabras son responsabilidad, formación, trabajo y actitud. Responsabilidad ante familia, amigos, bancos y todo aquel que haya ayudado a financiar tu decisión… Ante trabajadores, clientes, proveedores, Hacienda, Seguridad Social y todo aquel que se relacione con la empresa. Formación continua, constante, incluso innovadora para mantenerte a la vanguardia, adelantarte a la competencia, para que no te expulsen del mercado…. Trabajo, y más trabajo… operativo, estratégico, técnico…. Hacer todo de todo… horas, noches, tiempo libre…. Y todo, solo se supera con actitud (positiva, optimista, inquieta, creativa…).

Una persona con espíritu emprendedor siempre ve retos donde los demás ven obstáculos

Esa actitud es la que diferencia al emprendedor, al empresario, del resto. Resulta complicado explicar a alguien que no lleva dentro un emprendedor que los sacrificios que tiene que hacer para poner en marcha una idea no son realmente sacrificios. Una persona con espíritu emprendedor siempre ve retos donde los demás ven obstáculos.

Desde fuera, se ha de alertar sobre todo esto, responsablemente. Seguramente se frenará a quien lo considere un problema y no un reto; le haremos un favor. Y el emprendedor serio lo integrará en su análisis para evaluar la mejor forma de superar todo reto que le pueda surgir.

Evidentemente, esta forma de actuar hará desaparecer la burbuja, pero también los dramas futuros asociados a su cercano estallido. No es tan poético, pero “vender” que todo es un “camino de rosas” desde la posición de quien nunca arriesgó nada, deja de ser hipocresía para pasar a ser canallada.

Porque señores, emprender no es una broma ni una moda… es bonito, apasionante, libre, pero sobre todo, emprender es transpirar.

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