“El error es considerar a la cultura como gasto”

Entrevista a José Luis Alonso de Santos, dramaturgo

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Si hay un personaje destacado en el mundo teatral de nuestro país ese es José Luis Alonso. Nacido en Valladolid en 1942, desde 1959 reside en Madrid. Se licenció en Ciencias de la Información (Imagen), Filosofía y Letras (Psicología), y cursó estudios teatrales en el Teatro Estudio de Madrid.

Tras sus inicios en los grupos de teatro independiente, inició su carrera teatral no solo en la escritura de obras teatrales sino también como director escénico. Entre sus numerosa producción dramática podemos citar, entre otras, Bajarse al moro, La estanquera de Vallecas y Salvajes (las tres llevadas al cine), ¡Viva el duque, nuestro dueño!, El álbum familiar, Un hombre de suerte, y un largo etcétera. También ha realizado versiones de medio centenar de obras de autores como Plauto, Aristófanes, Molière, Shakespeare o Calderón. Ha dirigido más de una treintena de obras de autores como Brecht, Aristófanes, Synge, Pío Baroja, Valle Inclán. Por su trabajo ha recibido el Premio Nacional de Teatro, entre otros muchos.

Ha sido director de la Real Escuela Superior de Arte Dramático de Madrid, catedrático de Escritura Dramática), y director de la Compañía Nacional de Teatro Clásico. Es nombrado el primer presidente de la Academia de las Artes Escénicas de España.

¿Cómo es su obra Trampa para pájaros que se repone en Madrid en septiembre? ¿Mantiene su vigencia desde su estreno en 1990?

Me cuesta un poco hablar y definir mis obras, pero si me guío por lo que han dicho los escritores, los críticos y el público que la ha visto, podríamos decir que es una obra de la memoria. En ella se enfrentan dos hermanos y de ese enfrentamiento surgen todos los fantasmas del pasado, del pasado personal y el de nuestro país. A uno de los hermanos, pianista, las cosas le han medianamente bien y el otro, que ha sido policía y ha dedicado su vida al servicio público, termina su vida de mala manera. Esa contradicción hace que se enfrenten, que surjan los fantasmas de los padres, de cómo ha sido su vida. En cierto modo, la obra refleja dos formas que ha habido de vivir en España: una más autoritaria, que defendía el pensamiento oficial, y otra que ha sido más libre, más abierta, más universal, digamos más creativa.

En las piezas teatrales hay una parte que corresponde al recuerdo de una época, en este caso de la época franquista, una parte histórica. Después, hay otra parte que cuestiona las cosas. Yo creo que el teatro debe poner en solfa los aspectos de vuestra vida. Reflejar las posturas contradictorias, ya que nuestra vida es siempre contradictoria. Queremos hacer una cosa y terminamos haciendo otra; en el amor, por ejemplo, es muy diferente lo que queremos de jóvenes de lo que queremos de mayores. Descubrimos la vida según avanzamos. Los sermones políticos en los medios de comunicación nos dicen, en suma, cómo hemos de vivir, pero hay renuncias que duelen. Vivimos en la contradicción de hacer lo que se nos dice o hacer lo que el cuerpo nos pide. Esto en general se refleja en el teatro y en particular en Trampa para pájaros. Yo creo que estos temas siempre mantienen su vigencia.

Los gobiernos, las instituciones culturales no pueden obligar a nadie a que le guste tal o cual cosa, pero tienen la obligación de generar cierto ambiente cultural

Si pensamos, por ejemplo, en la película Tiempos modernos de Charles Chaplin, ¿podemos decir que la comedia puede transmitir mensajes más serios?

Es un buen ejemplo. Las comedias sirven para hablar de cosas importantes de la vida. Pero para hablar de cosas importantes no es necesario poner cara de que le duela a uno el estómago. Se pueden tratar temas muy serios de forma humorística o burlesca. No siempre cuando se habla a gritos se habla de cosas más importantes que cuando se susurra.

Yo he escrito muchas obras a lo largo de mi vida, y en ellas hay comedias y otras más dramáticas. Tal vez soy más conocido por trabajos más enfocados a la comedia como Bajarse al moro o La estanquera de Vallecas. Sin embargo, Trampa para pájaros, aun teniendo trazos de comedia, es una de mis obras más poéticas y duras. Así, podría decir que mi obra es como la vida, con momentos cómicos y dramáticos.

¿Cómo resultó la experiencia cinematográfica de Bajarse al moro y La estanquera de Vallecas?

Yo soy básicamente un hombre de teatro, es más, diría que mi vida es el teatro. He sido director de compañías nacionales, de compañías de teatro clásico, he dirigido la Escuela de Arte Dramático de Madrid, pero yo no escribo para el cine, aunque varias de mis obras se han llevado o se están llevando al cine, lo que está bien a efectos de repercusión.

¿Cómo ve la situación de la cultura en España, y del teatro en particular?

Regular. La cultura y el arte siempre tienen unos pequeños grupos que acceden a su disfrute. Siempre hay gente que va a los teatros, a los conciertos, que lee, pero hay épocas en que ese grupo de gente se reduce. La gente ve la televisión, va al futbol, y está muy bien. Cuando vemos que se acusa al gobierno de recortar en sanidad y enseñanza, qué no se habrá recortado en la cultura. Y en cierto modo es lógico: si hay que quitar del pan o de los pianos, habrá que quitar de los pianos. Entonces los pianos “sufren”, porque la gente que se dedica a la cultura o al arte tiene que comer y los gastos son muy importantes, pensemos lo que supone para una compañía teatral viajar por toda España, o para los músicos. Es muy difícil, en el caso del teatro, poder vivir de la taquilla. Puede haber excepciones, como algunos musicales, pero el teatro necesita apoyo oficial y protección. Pagamos impuestos y una parte de los mismos debe dedicarse a la cultura.

El arte, la cultura, el turismo, el ocio, en esta sociedad son parcelas económicamente muy importantes

En nuestro sistema educativo no parece que las humanidades estén pasando por su mejor momento, ¿está de acuerdo?

Podemos hacer un  país muy eficaz teóricamente, por ejemplo, haciendo casas, lo que ocurre es que a lo mejor no necesitamos tantas. Parece que en la época actual lo más importante que son las ciencias y que lo demás no moviliza la economía. Eso es mentira: el arte, la cultura, el turismo, el ocio, en esta sociedad en la que no hay que estar 20 horas trabajando para conseguir comida, son parcelas económicamente muy importantes. Hoy en día en las sociedades, y en la española en particular, habría que fomentar la cultura y el arte, entre otras cosas porque son fuente de riqueza. A lo mejor Picasso generó más dinero para España que 40.000 personas que hubieran estudiado, por ejemplo, matemáticas, porque cedió pinturas que luego se traducen en riqueza a través de los museos; o por ejemplo lo que habrán generado las representaciones de las obras de Lope de Vega. El error es considerar a la cultura como gasto; son inversiones que generan riqueza, la llamada industria cultural. La obligación del Gobierno es fomentar la cultura, y desde luego este Gobierno no lo hace, o mejor dicho, lo hace en una parcela muy pequeña. Y fomentarla desde luego en la educación. 

¿Cómo se podría acercar el teatro a los jóvenes?

Esto es un asunto de las modas, que imponen los periódicos, la televisión, las revistas etc. Hay quien dice: “la gente consume lo que le gusta”, no es así, la gente consume lo que le ponen delante de la cara. Yo no estoy contra el futbol, me gusta, pero este deporte ocupa en algunos medios de comunicación el 80% del espacio; si los conciertos de violín ocuparan lo mismo a la gente les terminarían gustando. Los jóvenes compran y consumen lo que se les dice, y se les orienta hacia ciertas tendencias desde los medios.

Al margen de los gustos espontáneos de los jóvenes, si se les facilita el acceso a mayor número de actividades culturales poco a poco se irán impregnando. No desde luego con una obra de teatro o un concierto al año. Los gobiernos, las instituciones culturales no pueden obligar a nadie a que le guste tal o cual cosa, pero tienen la obligación de generar cierto ambiente cultural. Si en los institutos se utilizara el salón de actos para actividades culturales continuas veríamos cómo les terminarían gustando.

Usted utiliza en lenguaje como herramienta de trabajo, ¿cree que asistimos a un deterioro o perversión del lenguaje?

Hay un deterioro, igual que se deterioran los monumentos. Eso es normal. Otra cosa es que lo manipulemos y que en vez de servir para decir la verdad sirva para decir la mentira. A nivel personal odio los tópicos y a la gente que utiliza el lenguaje para mentir constantemente o para decir lo que las palabras no dicen. Una de las primeras obligaciones que tenemos es limpiar nuestras calles de basura para poder vivir en ellas; del mismo modo hemos de limpiar nuestro lenguaje de basura. Que una frase sirva para aclarar la anterior, no que diga lo contrario, cosa normal en política hoy en día. Evidentemente debemos cuidar nuestro lenguaje porque es el medio que tenemos para comunicarnos. La responsabilidad la tenemos los que trabajamos con la lengua. Yo me considero, entre otros, un guardián del lenguaje. Cada palabra es una moneda de oro y quiero que cada palabra que mis personajes digan esté dotada de esa riqueza y esa generosidad.

Un buen número de actores confiesan que sobreviven gracias al boom de las series televisivas de producción española. ¿Qué opinión le merece este hecho?

Como presidente de la Academia de las Artes Escénicas de España le puedo decir que la crisis ha afectado mucho al teatro. Si antes vivían 15 o 20 mil personas de la profesión, de las giras, al disminuir el apoyo al tiempo que el número de espectadores, los profesionales buscan salidas compaginando otro trabajo con su vocación y algunos pueden trabajar en la televisión. Mucha gente del teatro o la danza no gana un euro, puede dedicarse a ello por el apoyo familiar.

Además, a las televisiones contratar una de las series americanas actuales le cuesta más barato que hacer teatro en televisión y además la publicidad va ser mucho más abundante. Y el teatro en televisión no está de moda. Con buenos actores, medios y publicitado, le aseguro que el teatro tendría gran audiencia en la pequeña pantalla. Por suerte, muchas de mis obras, entre ellas Trampa para pájaros, se han representado en diversos lugares del mundo y le garantizo que los actores españoles no tienen nada que envidiar a los extranjeros. En concreto, los que están ensayando para la presentación de septiembre me parecen magníficos, pero no tienen la publicidad ni el despliegue mediático de los protagonistas de las series americanas.

Trampa para pájaros.

Teatro Lara de Madrid.

2, 9 16 y 23 de septiembre. 22 horas.

Fotografías por cortesía de la Fundación Jorge Guillén.