“La igualdad pasa por trabajar los aspectos internos de la persona, más que por medidas del mercado”
Entrevista. PILAR GÓMEZ ACEBO. Vicepresidenta del Club de Consejeros y Presidenta de Honor de FEDEPE
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Licenciada en Sociología y Ciencias Políticas y Máster en Recursos Humanos y Dirección de Empresa por la Universidad Complutense de Madrid, Pilar Gómez Acebo, (Madrid, 1955), se dedica desde 1986 a labores de consultoría. Su actividad se centra en áreas de Desvinculación Laboral y Outplacement, Creación de Empresas, Asesoramiento Estratégico y Coaching a empresas multinacionales y gobiernos, Programas de Emprendimiento, Creación y Financiación de Empresas, Experta en Gestión de Personas y Crisis. Desarrolla programas políticos en España y varios países Latinoamericanos y es Consejera en empresas del sector tecnológico y financiero. Es Presidenta de Honor de la Federación de Empresarias FEDEPE, Vicepresidenta del Club de Consejeros y Presidenta de la Comisión Ética y Social del Directivo en CEDE, y del Consejo Asesor de Madrid Woman´s Week, así como miembro de la Junta Directiva de ECOFIN. Es profesora habitual en prestigiosas Escuelas de Negocios, Universidades e Instituciones de Gobierno en España y otros países.
Además de la difícil conciliación entre vida profesional, personal y familiar, ¿qué otros factores estima decisivos en las limitaciones profesionales de las mujeres en nuestro país?
Ayer precisamente presentábamos un estudio de género en Extremadura sobre las mujeres en el mundo laboral y sobre todo en el emprendimiento, que está siendo una de las principales salidas laborales, y encontramos un problema de autoestima por parte de la mujer. En este punto, la mujer sigue dando cifras más bajas que el hombre. En segundo lugar, es necesario crear y generar solidaridad entre ellas porque los hombres, con una trayectoria más larga en el tiempo, tienen creados sus apoyos y sus lobbies mientras que la mujer tiene que crearlos.
Además de esos factores internos, está la situación del propio mercado; en el terreno laboral queda mucho por conseguir. El acceso a puestos de decisión es tema de poder -si estás tú no estoy yo- por lo que los grupos recién llegados son los más perjudicados. Estos grupos que sufren unas barreras que hay que superar. Hay que trabajar para insertarse y crear esa labor de hombre y mujer indistintamente, primero persona y después hombre o mujer, que está todavía por construir en nuestro país.
¿Cómo ve la situación de la igualdad en España en el ámbito laboral?
Hemos tenido avances. Es irremediable que vayamos alcanzando mayores cotas de igualdad, aunque queda mucho por hacer porque, por mi experiencia de casi 20 años en materia de outplacement, podría decir que las mujeres se recolocaban antes que los hombres; ahora, en momentos de crisis, la precariedad ha hecho que las mujeres vuelvan a tener un momento de especial desigualdad y adversidad en su acceso al mercado laboral, en el desarrollo de su carrera y en acceder a puestos de alta dirección. Son estos tres frentes los que habría que volver a replantear, que hay que reconstruir y sobre todo hacer especial hincapié en esa autoestima y solidaridad entre las mujeres que les permitirá permeabilizarse en términos de igualdad con los hombres y con todos los momentos que podamos vivir. No que crezcamos en momentos positivos económicamente hablando y que decrezcamos o retrocedamos en momentos de crisis como el actual.
¿Cuál es la situación de las mujeres empresarias españolas en relación con el ámbito europeo, en particular la UE?
La mujer se ha sumado totalmente al proceso de internacionalización. Actualmente las mujeres empresarias tienen un 60, 70 o incluso un 80% de sus productos en ventas a nivel internacional, tanto en la Unión Europea como en el continente americano o sudeste asiático. Aun así, todavía la mujer empresaria necesita de apoyos, de asesoramientos para consolidarse, para lanzarse, para aguantar los envites que todo negocio tiene, porque todo el mundo sufre momentos malos y cuando la mujer está sola tiene un gran peligro de venirse abajo.
De hecho, estamos poniendo en marcha con el tema de emprendedoras fundamentalmente y empresarias, el aspecto de empoderamiento y de apadrinamiento, porque tenemos demostrado que aquellas que llevan este refrendo, este apoyo detrás, se consolidan en el 80% de los casos. Se están creando programas en todas las líneas para reforzar esa trayectoria empresarial, esa línea emprendedora para que de alguna manera tengan cabida, su hueco en España, en Europa y en el mundo entero.
Siempre me gusta citar a una persona que era muy controvertida pero a la que le tenía un especial aprecio y que prologó nuestro libro de Resiliencia, Rosalía Mera, la empresaria más rica de España y la sexta más rica del mundo. Yo creo que tenemos a futuras Rosalías Mera y que es un poco una línea que hay que apoyar y trabajar. La verdad es que están surgiendo en Comunidades Autónomas, en Ayuntamientos, en organizaciones empresariales todo tipo de programas para conseguir este escenario porque la mujer, con el 51% de la población no puede estar fuera del mercado.
En momentos de crisis, la precariedad ha hecho que las mujeres vuelvan a tener un momento de especial desigualdad y adversidad en su acceso al mercado laboral, en el desarrollo de su carrera y en acceder a puestos de alta dirección
¿Qué explicación tiene que en las empresas del IBEX 35 existan sólo una consejera delegada y dos presidentas?
Obedece a los aspectos resaltados anteriormente. Todavía no se ha generado suficiente confianza en la mujer. Culturalmente hay que consolidar el papel de la mujer como alguien que puede llegar pero que tiene unos condicionamientos e intereses para aceptar que sabe dirigir igual o mejor que cualquier persona del otro género. Lo primero que debería cambiar es este aspecto cultural a nivel externo, y también reforzar a la mujer en sí misma para evitar un problema de autoestima o de sentirse sola.
Los últimos estudios señalan que ocupamos la última posición en autoestima de Europa, hombres y mujeres, pero hay que trabajar más en ellas. Cuando la mujer se crea igual o mejor que el hombre en todos sus términos, los números cambiarán. Para que esto se produzca a veces hay que forzar algo la situación, porque el ser humano per se es resistente al cambio.
España fue pionera en el establecimiento de una normativa de cuotas en el mundo político y empresarial, pero para su aplicación se apelaba a la voluntariedad, mientras que en otros países su incumplimiento supone multas importantes ¿Cómo analiza este hecho?
Es un asunto muy controvertido, porque existen posturas contrapuestas. En esto es una trampa el SÍ y es una trampa el NO, porque lo que quieren es que estés a favor o en contra y así posicionarse en función de ello, y no se trata de eso. En una ocasión, un presidente de un país centroamericano que me invitó a unas conferencias, sacó este tema para decir que estaba en contra; yo le dije: “si lo que quieres es dividir a las mujeres entre las que están a favor y en contra para ganar tú las elecciones, dilo, pero no hagas enfrentarse a las mujeres para ganar tú”.
Ese es el escenario de las cuotas: no es verdad ninguno de los dos extremos, pero es cierto que hay mucha gente absolutamente anti-cuota, mientras no se necesite. Por tanto puede ser que sí, pero a menudo la gente se resiste a cambiar y sobre todo a perder poder. Creo que ese sistema de conseguir unos ciertos porcentajes debe ser un calzador que entre y salga, no que se quede. No creo positivo que exista de por vida un sistema favorecedor de una de las partes. Por eso no es un SÍ o un NO; sino que en cada país, en cada circunstancia, en cada situación se introduce un poco la manera de permeabilizar el sistema.
¿Qué cambios cree necesarios en nuestro país para lograr avances significativos en el tema de la igualdad?
Tenemos que cambiar como personas. Los problemas que estamos teniendo son de relaciones personales; se ha comprobado por parte de la neurociencia que el 80% de nuestro contexto diario, de nuestras relaciones, son emociones. Por mi experiencia como politóloga, sabemos que en la política lo más complicado de todo son los sentimientos. El problema es que cuando baja la autoestima afloran los sentimientos más básicos y más elementales.
En España tenemos cerca del 26% de paro, pero lo preocupante es que un 83% de los trabajadores, hombres y mujeres, están desafectados de su puesto de trabajo, solo trabajan para cobrar a fin de mes, y eso constituye tanto problema o más que el 26% de paro, porque eso también está generando paro. Surge de nuevo un problema de autoestima, de falta de auto concepto positivo de la gente, que no quiere decir que se les suba a la cabeza, ni que sea un orgullo, sino un nivel de autocrítica suficiente para conocerse a sí mismo con los pros y los contras que todos tenemos.
Dentro de nosotros mismos todos albergamos lo mejor y lo peor del ser humano, depende de cuál de las dos facetas pongamos en escena para que triunfe una o la otra. Cuando por parte del hombre hay inseguridad, temor y baja autoestima se defiende de la mujer y entonces se bloquean los sistemas de canalización de hombres y mujeres. Cuando la mujer tiene baja la autoestima no se atreve, se defiende o hay victimismo y tampoco eso es positivo. Por lo que considero que la igualdad pasa por trabajar estos aspectos internos de la persona, más que por medidas del mercado. Estas vienen como consecuencia, la causa es el estado interno de la persona, el estado de seguridad o inseguridad e incertidumbre de la persona para que admita esa igualdad. Considero que no solo es un problema de género, raza o religión, ya que la edad también es importante en estos momentos (por ejemplo, jóvenes que no llegan al mercado laboral y mayores de 45 que tienen pánico porque si salen ya no vuelven). Con todo esto, considero que en el fondo es un problema de personas y entre personas.
¿Son las mujeres uno de los sectores de la población más perjudicados por la crisis en todos los ámbitos?
En gran medida sí porque, de nuevo, en momentos de escasez, de precariedad y de crisis se dispara un poco el “sálvese quien pueda” y en esa tesitura ganan los que estén más establecidos, en este caso los hombres, sobre todo los hombres que están, es decir, que tienen unos perfiles determinados. El resto de personas que no están en ese grupo donde, con excepciones, no suelen estar las mujeres, sufren con mayor celeridad todos los daños que esta situación produce.
Hay quien opina que con más mujeres en la toma de decisiones la actual crisis no se hubiera producido o sus repercusiones no serían tan graves ¿Está de acuerdo con esa afirmación?
Eso últimamente está muy defendido. Sin duda se habría introducido otro elemento. De nuevo el cómo depende más que el qué. El qué es diferencial, pero de cómo hagamos uso de esas diferencias depende que sean enriquecedoras o sea un echar al contrario del terreno de juego. La mujer en ese sentido ha aportado una línea de comunicación, de interrelación, de networking a otro nivel que los lobbies meramente de acceso al poder de los hombres, y eso hubiera hecho, en el caso de que estuvieran en ese poder, manifestarse de forma distinta. Pero hay que tener cuidado, porque muchas mujeres para sobrevivir en un mundo de hombres, lo que han hecho es copiar e imitar las características de estos y jugar a hombres siendo mujeres. Eso es otro freno a tener en cuenta. Pero en definitiva sí considero que si la mujer hubiera estado en el poder como ser pleno, con su forma, habría suavizado bastante las tensiones.