¿Por qué se ríen de nosotros?

Manguera gasolina y una gráfica que representa los picos de subidas y bajadas de su precio

Maximino González Barfaluy
Presidente de PROGT Motor Club España.

Ocio y cultura

Se acabó el verano, los días se acortan, bajan las temperaturas, y se vuelve a hacer un uso necesario del vehículo, ya no tan de ocio como en la temporada estival. Todo debería de volver a la normalidad después de un verano en el que los combustibles han experimentado una escalada de precios solo equiparable a la del año pasado. El precio del barril por las nubes, recorte de producción de la OPEP, las sanciones a Rusia. Todo correcto, sin novedad en el frente. Los medios de comunicación tradicionales, enfermos hasta la médula de su propia necesidad de dinero público, para compensar las ingentes pérdidas que generan, nos bombardean un día sí y otro también con lo horrible que es la situación, para los usuarios de los combustibles fósiles, pero ¿dicen la verdad?

Pues sí, pero solo cuando les interesa. En el mismo momento en el que redacto estas líneas, a día 8 de octubre de 2023, el precio del barril de petróleo ha descendido un 14 % en la última semana, pero aquí se produce un silencio administrativo total, a nadie le interesa que se sepa demasiado. Solo se comunica cuando sube, porque cuando sube instantáneamente lo vemos en el precio del surtidor, pero cuando baja…

Es el famoso efecto de subir como un cohete y bajar como una pluma, del que antaño se hablaba más, pero claro, si estamos constantemente amenazando con precios de 2 ?/l, con el traspaso a los vehículos eléctricos, con los niveles del IPC totalmente desatados, la escalada de los tipos de interés sin freno, los peajes en las autovías, etc., cómo insistir en algo que debería de desahogarnos un poco cuando la principal motivación es mantenernos en un estado de ansiedad y desasosiego constante.

Estamos en un punto de crispación constante, en el que uno se siente culpable por todo, ya que el antropocentrismo nos hace responsables del cambio climático, del hambre en el mundo, del progreso, del no progreso. Nos estamos prohibiendo vivir, disfrutar, ser libres y, lo peor de todo, nos dejamos. Nadie protesta, nadie habla del tema, porque no es un tema que interese desde ese maravilloso prisma con el que debemos ver la única verdad absoluta, la agenda 20-30.

Hay pequeños pasos que se dan porque hasta los más radicales a veces tienen que frenar sus intereses, como la ampliación que ha dado la Unión Europea al plazo para que los vehículos de combustión tengan que homologarse según la normativa Euro7; así, pasa de entrar en vigor en 2025 a prorrogarse la Euro6 hasta 2027. Pero claro, esto es mejor decirlo en voz baja, por si nos damos cuenta de la gran estafa a la que estamos siendo sometidos.

Mientras tanto se siguen realizando costosísimas cumbres del cambio climático en las que los grandes dirigentes se van reuniendo cada pocos meses en diferentes partes del mundo para hablar de nada y pensar cómo meternos más miedo. Nadie se plantea por qué en pleno siglo XXI, en el que cualquier pequeña empresa es capaz de realizar unas maravillosas reuniones por videoconferencia que apenas dejan huella de carbono, cómo es posible que nuestros representantes tengan que coger decenas de aviones, cientos de coches, para recorrer miles de kilómetros consumiendo más recursos energéticos que los que cualquiera de nosotros consumiremos en toda nuestra vida.

¿De verdad con esas reuniones se consigue mejorar el planeta, o simplemente es una manera más de reírse de nosotros?

La gran revolución de la sociedad durante el siglo XX fue el desarrollo de las comunicaciones, y la máquina que más aportó a esa revolución probablemente sea el automóvil. Está claro que la radio, la televisión y el teléfono fueron totalmente revolucionarios. Pero la posibilidad de movernos grandes distancias en periodos cortos de tiempo nos hizo ser libres, nos hizo ampliar conocimiento, agrandar nuestras capacidades y sobre todo ser felices.

Pero eso hoy en día ya no interesa, no interesa que la gente sea libre, ni que sea feliz. Lo que interesa hoy en día es que en este mundo trabajemos agobiados, y para sentirnos libres vayamos a otros mundos, al metaverso, a las redes sociales, que viajemos a través de pantallas, y que nuestro conocimiento sea solo el conocimiento de lo que los grandes agentes nos quieran enseñar.

Quizás sea un romántico, quizás un soñador, es muy probable que tenga rasgos de conspiranoico en estas palabras, pero tengo algo claro: quién no ha disfrutado alguna vez de un paseo en coche, de un viaje familiar a un pueblo, de los paisajes de una carretera secundaria, de esos sonidos, olores, vibraciones, de la radio del coche sonando un domingo por la tarde mientras se vuelve a la ciudad. De todo lo que nos proporciona esa sensación de libertad, no nos dejemos engañar más, no digamos adiós a tantas cosas, ni dejemos que caigan en el olvido, sino que estén cada día con nosotros cuando agarremos el volante, mirando al frente, con un saludo “¡hola! ¡hola!”, que nos haga arrancar el día sin dejarnos engañar y con una sonrisa en los labios.

Como agradecerte tantas tardes de coche, gracias Pepe Domingo Castaño.