Relato de una emprendedora fracasada

Alicia Carrillo Pajuelo
Coordinadora en Entorno Umbrella Asesores
Master en Dirección y Gestión de Recursos Humanos por el CEF.-
Miembro de la ACEF.- UDIMA


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Introducción. Este relato está contado en primera persona, explicando cada paso que se dio y lo que se hizo mal, que fue mucho. Hay que aclarar que es “mi” experiencia y habrá cosas con las que no estéis de acuerdo. Corría el año 2008 y todo iba bien, o eso creía yo. Tenía un puesto de trabajo “estable” y todo estaba ordenado en mi vida.

Un día te llama tu jefe al despacho te dice: Lo siento mucho, la empresa está pasando por malos momentos, eres la última que ha entrado, así que… firmas el finiquito en el momento y te lo llevas junto con tu cheque cogido con un clip, no se te vaya a escapar que no sabes cuánto tiempo vas a tener que tirar de él. Y te vas para casa, llueve y solo llevas el finiquito con el que no es recomendable taparte, lo proteges con tu vida de la lluvia y al bus.

El día después. Primer día de parada. En el Banco bien, la cajera te sonríe, pero para tus adentros piensas que cuando se entere de que ya no hay nómina igual ya no te deja coger los caramelitos de la cesta que tiene al lado (me voy a llevar un puñado por si acaso).

Mundo INEM. Después de varias horas y mesas, sales un poco preocupada, porque cuando te han dicho la cuantía de la prestación has dado gracias a todos los dioses de que haya otro sueldo en casa. Pero bueno, ya está todo hecho.

No me voy a extender mucho en el tema de la búsqueda de empleo. Evidentemente no lo encontré. Hasta que un año después, tu cuerpo (y sobre todo tu mente), te da un toque de atención, tu autoestima ha caído a ras del suelo, ya casi no buscas trabajo. Esto no puede seguir así, hay que hacer algo.

La decisión. Hay que valorar la opción del autoempleo.

  1. ¿Sabes hacer algo que genere negocio? No. Mal vamos.
  2. ¿Qué quieres hacer? Prestar un servicio para hacer más fácil la vida de las personas. Que la satisfacción no fuese únicamente económica, sino también personal. ¿Ayuda a domicilio? Perfecto.
  3. ¿Sabes hacerlo, conoces el sector?: No. Pues tenemos dos opciones, te formas (cosa que no pasó más de un segundo por mi mente) o buscas franquiciarte (lo hice y me arrepentiré toda la vida).
  4. ¿Cómo vas a financiarlo?: Con los ahorrillos.

La apertura. Hay que buscar cómo se hace esto de montar un negocio. Me encontré con esos maravillosos planes para emprendedores.

  1. Asesoramiento individualizado: Me explican cómo establecerme como autónomo ¿por qué autónomo? Aún sigo pensando por qué no escogí otra opción. Esta parte bien, bueno, correcto. Servicio gratuito. 
  2. Confección del plan de negocio y estudio de mercado: Aun a riesgo de meterme en un jardín que no conviene: ¿Todos los que estábamos allí íbamos a triunfar? Servicio gratuito.
  3. Gerencias asistidas: Único servicio útil, individual, que externalizado con asesores profesionales pero una vez que ya has abierto. No quiero pensar mal. Servicio gratuito.
  4. Y con todo esto, ya tenía todo preparado para abrir y triunfar.

No escuches. Apertura, y con ella falta de negocio que consideraba “normal”. Llegan las gerencias asistidas. El asesor experto que vamos a llamar señor X. Persona con la que mantendré una relación amor-odio, sobre todo odio (todo hay que decirlo) en esta primera etapa.

-Señor X: Vamos a elaborar un plan de negocio.

-Yo: No, ya lo hice.

-Señor X: Vamos a hacer otro, el mío.

Y llega la segunda visita del Señor X, en la cual ya decidí que ese señor y yo íbamos a terminar mal.

-Señor X: Plan de negocios terminado.

-Yo: ¿Y bien?

-Señor X: Cierra el negocio.

-Yo:¿Cómo?

-Señor X: Cierra porque vas a la ruina.

-Yo: No, aguanto.

-Señor X: Te arruinas. ¿Cuánto puedes aguantar, tres meses? ¿Si en tres meses no has remontado cierras?

-Yo: Sí, eso. (No sabía cómo quitármelo de encima).

Os resumo que en la siguiente visita las cosas seguían igual, su consejo fue diversificar el negocio, y tampoco escuché: 

-No puedo hacer nada por ti si no te dejas ayudar, me dijo, no vas a acabar bien, pero no quieres verlo.

Me despedí con una sensación rara. ¿Y si tenía razón?

No puedo más. ¿Cuántas veces me planteé cerrar? Muchas, pero siempre tenía una excusa. Y mientras tanto seguía teniendo al señor X actuando como Pepito Grillo, la voz de mí conciencia siempre acechando.

Desde mi humilde experiencia os digo: Emprended siempre que estéis preparados técnica y emocionalmente

Pero como siempre tiene que haber un detonante, fue un problema con un servicio y había que ponerse a correr. Con la diferencia de que esta vez  no podía ponerme en marcha, me estaba dando una crisis de ansiedad. Lo solucioné claro, pero me di cuenta de que ya no podía continuar, ya ni siquiera disfrutaba con mi trabajo.

Hay que decir, que cuando calculamos lo que cuesta abrir un negocio, no valoramos el coste de escape, es decir, el dineral que cuesta cerrarlo. Porque si el negocio ya te va mal, el cierre te remata.

Repaso de errores.- Por supuesto que éstos no son los únicos errores, tuve muchos más.

  1. Motivación equivocada para emprender.
  2. No formarme.
  3. No diversificar el negocio.
  4. No dejarme asesorar por un experto.

Reiniciando.- Ya está todo liquidado, así que volvemos al punto de partida.

Durante todo este tiempo, el contacto con el señor X continúa. Hasta que un día me propone (algo bueno habrá visto en mí y es de agradecer) que colabore en su proyecto. Sin dudarlo acepté formarme a su lado, ya que mejor mentor no iba a encontrar. Ahora sí que le escuché.

Desde mi humilde experiencia os digo: Emprended siempre que estéis preparados técnica y emocionalmente. Asesoraos y formaos. Dejad el orgullo al lado, todos necesitamos que nos ayuden para que las cosas salgan bien.

A los que pensáis emprender, ánimo, paciencia y suerte.

 “El fracaso es la oportunidad de empezar de nuevo, pero más inteligentemente”. Henry Ford.