So long Mr. Cohen

MÚSICA

Juan J. Añó
Miembro de la ACEF.- UDIMA

So long Mr. Cohen
Wikimedia commons

No ha sido 2016 un buen año para la música. A las muertes de Prince y David Bowie ha seguido la  reciente desaparición de Leonard Cohen, una figura sui generis en el campo de la música popular.

El malogrado Manuel Vázquez Montalbán escribió uno de sus libros más conocidos sobre lo que él denominaba la “educación sentimental”.  Con ello se refería a aquellos personajes, lecturas o músicas que van forjando nuestra personalidad desde nuestra juventud. Con el tiempo algunos de ellos caerán en el olvido pero otros permanecerán para siempre como parte de nosotros. Es el caso de Cohen. Y lo prueba el hecho de que su reaparición en los escenarios en 2008 forzada por un desfalco por parte de su mánager, lejos de ser una acción meramente económica, se convirtió en un reencuentro casi religioso con los millones de seguidores que no podían aspirar a volver a disfrutar de él a sus 74 años. Tal fue el éxito que las giras mundiales se prolongaron hasta el año 2013.

Poeta de prestigio y autor de dos novelas, este canadiense nacido en Montreal en 1934, decidió a mediados de la década de los sesenta probar suerte en el mundo de la música y se desplazó a Nueva York. Allí se relacionó con los ámbitos progresistas de la época, la factoría Warhol, Janis Joplin, Nico y muchos otros. Con su fino sentido del humor decía que el motivo real de su viaje fue tener la oportunidad de conocer mujeres. Pero en su bagaje ya estaba el germen de la que iba a ser su primera canción de éxito y una de las más hermosas,  Suzanne,  junto con otras que formaban parte de su primer LP, Songs of Leonard  Cohen. Fue el inicio de una carrera musical que se prolongaría hasta 2016 con su último, impresionante y premonitorio You want it darker, publicado apenas unos días antes de su muerte. Y en el camino canciones que perdurarán para siempre como So long Marianne, Anthem, Sisters of Mercy, The future, Dance me to the end of love entre muchas otras.

Aburrido para unos, deprimente para otros, resultaba inigualable y único para sus fieles seguidores que forman una especie de “secta amable”, atrapados por un lirismo y un buen gusto difíciles de encontrar en el mundo de la música popular. Con él se ha ido un poeta, un ser gentil, elegante y culto pero de una modestia que conmovía.

En un magnífico documental de 2006, I’m your man, además de una larga entrevista con el cantante, aparecen opiniones de otros profesionales de la música y entre ellos Bono (U2) explica la idiosincrasia de Cohen de esplendida manera al decir que tuvo el valor de asomarse al abismo de la existencia y supo reírse de lo que vio. Así era su personalidad. Él mismo reconocía su permanente contradicción. Judío de origen, pero estudioso de otras religiones, en sus poemas y canciones recogía sus dudas, retaba a ese dios al que nunca alcanzaba a comprender en su plenitud.

Sus temas recurrentes, el amor, el sexo –a menudo unido a la experiencia religiosa-, la inquietud por un mundo de dudoso porvenir, etc. eran el soporte de unas melodías aparentemente sencillas pero que han gozado del reconocimiento de grandes figuras de la música de todo género.

Su obra poética estuvo influida por poetas como Yeats o Irving Layton, entre otros, pero en numerosas ocasiones reconoció que el descubrimiento de García Lorca resultó decisivo en la búsqueda de su voz poética. De hecho llamó Lorca a su hija. En un disco colectivo de homenaje al poeta granadino versionó el poema Pequeño vals vienés, que el tradujo como Take this waltz.

La mil veces versionada Hallelujah continúa siendo una de las canciones más emocionantes escrita en mucho tiempo y en sus últimos conciertos, como el de Madrid en 2012, significaba la culminación de su inigualable poder de comunicación y conexión íntima con sus seguidores.

Al recibir el premio Príncipe de Asturias de las letras en 2011, pronunció un breve pero emocionante discurso en el que reconoció y agradeció todo lo que la cultura española le había proporcionado para encontrar su camino en la búsqueda de la belleza a través de sus obras.

Una de sus canciones, I came so far for beauty, refleja en sus versos lo que fue su vida, su lucha permanente por encontrar un sentido transcendente a una vida y a un mundo a menudo oscuros e incomprensibles. Y de esa lucha nació el legado incomparable que nos deja.