Trump, el presidente de los Estados Unidos más divididos
Carlos Díaz Marquina
Abogado, socio de Díaz Marquina Abogados
Máster en Tributación y Asesoría Fiscal por el CEF.
Miembro de la ACEF.- UDIMA
RWlinder. Rgbstock
Los Simpson nunca se equivocan. Auguraron que Trump sería presidente de los Estados Unidos y aquel augurio del año 2000 se ha cumplido.
Las reacciones al triunfo del populismo, protagonizado por un personaje atípico en la política norteamericana, se han sucedido en las semanas siguientes. Si Trump anunció que no reconocería los resultados salvo que saliera victorioso, las protestas de amplios sectores de la sociedad en su contra parecen seguir ese mismo criterio que tanto habían criticado.
Lo que parece evidente es que el electorado se ha decantado por una bofetada al orden político tradicional: los ciudadanos están hartos de la corrupta clase política que intenta cambiar algo para que todo siga igual. La clase trabajadora ha visto como su nivel de vida ha caído considerablemente y prefiere arrojarse a lo desconocido y saltar de una incertidumbre institucional a una menos estructurada.
Es curioso que el 53% de las mujeres haya dado su voto a un misógino declarado en contra de una mujer candidata. También, que la América profunda haya sido el baluarte de Trump o que este no haya ganado en ninguna ciudad con más de un millón de habitantes. Ha captado mucho voto descontento de las élites, del establishment y de la política económica que ha regido en los últimos ocho años.
La reacción de los mercados fue inmediata, aunque no la vaticinada (una caída del 13%, similar al brexit, que no llegó). Se esperaba una fuerte caída, que sí se confirmó en México, donde el peso se dejó un 10%. El 80% de sus exportaciones tiene como destino Estados Unidos, donde trabajan muchos millones de mexicanos. La posible construcción de un muro en la frontera o la expulsión en masa de ilegales pesaron en esa corrección. La Bolsa de Tokio perdió un 5,36% y las bolsas asiáticas cerraron con suculentas pérdidas. Sin embargo, Wall Street cerró con beneficios y en Europa no hubo cataclismo. El anuncio de importantes proyectos de infraestructuras ha podido influir.
Se abre ahora un inmenso interrogante en cuanto a qué parte de su discurso de campaña va a trasladar a su política concreta
Antes de las elecciones era evidente que nos encontrábamos ante un país dividido. Los resultados lo han confirmado en número de votos (con ventaja de Clinton) aunque no en número de compromisarios y en la distribución por estados, otro ejemplo de que los sistemas electorales los carga el diablo. Por cierto, nuevo fracaso de las encuestas, aunque ya en septiembre había votado un nutrido número de ciudadanos.
Se abre ahora un inmenso interrogante en cuanto a qué parte de su discurso de campaña va a trasladar a su política concreta. En primer lugar, el vicepresidente Pence parece tener el aval de los analistas como político sensato, como también los primeros nombramientos realizados. En las líneas maestras adelantadas han desaparecido algunos elementos muy contestados, como el famoso muro con México. En el otro lado, varios sectores y personalidades cualificadas, empezando por Obama, han pedido un margen de confianza. Quizá no se atreva a imponer fuertes aranceles a China, aunque ponga a las empresas americanas más trabas para su deslocalización. Habrá que comprobar dónde terminan sus feroces exabruptos y dónde la defensa de los intereses del país que le ha votado.
Mientras tanto, Europa ve con incertidumbre un posible efecto contagio. Es sintomático que la primera felicitación al futuro inquilino de la Casa Blanca procediera de Marine Le Pen, del Frente Nacional francés.
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