Gestación subrogada: entre la ciencia y la ética
Carlos Díaz Marquina
Abogado, socio de Díaz Marquina Abogados
Máster en Tributación y Asesoría Fiscal por el CEF.-
Miembro de la ACEF.- UDIMA
Escrito en colaboración con Javier Díaz Monge.
Conderdesign. Pixabay
La humanidad progresa con la ciencia. Aspectos que durante décadas no encontraban respuesta son solucionados gracias a los avances científicos. Dichos avances pueden plantear cuestiones morales que habrá que compatibilizar con ese progreso técnico.
¿Podemos hablar de un derecho a la paternidad biológica? ¿Da suficientes respuestas el sistema de adopciones o debemos mejorarlo? Muchas personas que vieron frustrado su deseo de tener hijos y formar una familia han encontrado soluciones médicas inimaginables en el pasado. Pero no todas las prácticas son admisibles sin unas normas o límites y sin abarcar todos los elementos, tanto técnicos, éticos y económicos.
En la mayoría de los sistemas se exigen pruebas médicas que demuestren la imposibilidad de tener hijos. Las distintas regulaciones existentes tratan de evitar un mercadeo de gestación y de venta de bebés. La existencia de niveles de precio manifiesta un principio de diferencia que se refleja en otras normativas y en la propuesta española. Por ejemplo, en Rusia, solo está abierto a parejas heterosexuales y se excluye para homosexuales. En Estados Unidos puede llegar a costar 100.000 euros, mientras que en Ucrania se reduce a 40.000. Por qué estas diferencias: ¿qué tiene la gestante americana que no tenga la ucraniana? ¿Hay castas entre las gestantes?
La proposición de ley de Ciudadanos prolonga el debate sobre una cuestión poliédrica. La legislación que aprueben las Cortes no debe basarse en una concreta concepción moral o religiosa, aunque debe integrar a todos los elementos y compatibilizarlos para garantizar un texto eficaz, ético y ampliamente admitido, algo que no será fácil. Con ello se evitarán continuas reformas sometidas a la alternancia de los partidos. Serán necesarios estudios técnicos y análisis éticos de cierto calado y una visión con un horizonte lejano. Los grupos feministas son los que más se oponen a esta regulación ya que podría convertir a las mujeres en máquinas de gestación. Es curioso que PP, PSOE y Podemos se hayan puesto de acuerdo para no apoyar esta propuesta.
Este breve artículo no puede analizar todos esos aspectos pero sí apuntar algunas de las cuestiones más importantes para evitar una regulación de resultado marginal que condene a buscar respuestas lejos de nuestras fronteras. ¿Qué le lleva a una persona de Pakistán a ofrecerse como gestante para tener un hijo por subrogación? ¿Es altruismo o una necesidad?
Quizá el aspecto más espinoso es el relativo a la posible remuneración de la gestante. Éticamente, una orientación claramente altruista, sin contraprestación alguna, lejos del concepto de los vientres de alquiler, es la más aceptable, si bien abre interrogantes sobre su eficacia. Será difícil encontrar una gestante altruista fuera del ámbito familiar o de la amistad más entregada. La propuesta de Ciudadanos, altruista, pero con compensación de los costes del embarazo, abre una puerta al fraude ante la indefinición de ese concepto, estableciéndose como sanción muy grave la contraprestación económica. Cerrar el acceso a una gestante del ámbito familiar nos parece negativo.
La gestante habrá de cumplir con unos requisitos mínimos: ser mayor de 25 años, haber dado a luz anteriormente y restringir a dos las gestaciones subrogadas. Puede ser una buena base para evitar las heridas psicológicas en el hijo y en la gestante que apuntan algunos estudios.
No olvidemos que los intereses de la gestante, de los padres y de la criatura deben ser integrados de forma no traumática para no crear un nuevo problema. Evitar el mercado de venta de bebés mediante un mercado de gestación no es la solución, ya que un cuerpo no es un objeto ni la vida un mercado.
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