Longevidad y extensión de vida. Nuevos retos de la medicina del futuro inmediato

GESTIÓN SANITARIA

Javier Cabo Salvador
Doctor en Medicina y Cirugía por la  Universidad Autónoma de Madrid
Director del Máster en Gestión Sanitaria del  CEF.- y de la UDIMA

Longevidad y extensión de vida
Anar Mammadov. 123rf

La longevidad e inmortalidad siguen siendo una de las ilusiones de la humanidad, y aunque la longevidad y la esperanza de vida se han incrementado considerablemente en el último siglo, nosotros como seres vivos orgánicos, seguimos teniendo una fecha de caducidad, de acuerdo con los principios básicos de la “segunda ley de la termodinámica”, la entropía, y con la esencia de la célula (mínima unidad autónoma de vida) como ser vivo. Esta sobrevive gracias a la fuente de energía, limitada, procesada, y aportada a través de las moléculas de ATP, generadas por la ruptura de las moléculas de carbono y la reproducción constante, limitada y definida, codificada dentro de su núcleo en el ADN para mantener otro de los principios básicos como la “ley de conservación de la energía” o primer principio de la termodinámica.

Recientemente la revista científica The Lancet publicaba un trabajo elaborado por la Organización Mundial de la Salud, el Imperial College de Londres, y la Universidad de Washington, sobre las previsiones de longevidad a nivel mundial para el año 2030. En esta investigación utilizando 21 modelos estadísticos se analizaron las perspectivas de longevidad de los 35 países más civilizados y con mayor longevidad del mundo. Como conclusiones los expertos anunciaron que aunque la expectativa de vida seguirá creciendo algo en los países desarrollados, solo estará en torno a los 90 años de edad en el 2030, lo que en España implica que de los 78,66 años para hombres y 84,83 para mujeres del año 2010, pasaremos a 83,47 y 88,07 años, respectivamente en el 2030.

La criogenización a nivel corporal es totalmente inviable, pero existe una ventana de ilusión con el programa de criopreservación de órganos

Estos datos, aunque de gran importancia a nivel sociológico y económico, no lo son tanto en la práctica, estando muy lejos de los anuncios de inmortalidad de ciertos “predicadores visionarios”.  Este aumento de la longevidad deberá ser tenido en cuenta a la hora de diseñar las políticas económicas, sociales y sobre todo sanitarias para afrontar el pago de las pensiones, la gestión del incremento de las enfermedades crónicas y sus gastos sociales y el gran consumo de recursos sanitarios necesarios.

Por otro lado, el rejuvenecimiento, tan ilusorio como lo descrito por Scott Fitzgerald en 1922 en su relato existencialista y antikierkegardiano de El curioso caso de Benjamin Button, es una utopía a ojos vista difícil de realizar a mediano y largo plazo.

La promesa de la congelación

La criopreservación/criogenización, técnica consistente en aplicar a un cuerpo temperaturas de -120ºC, induciendo a las células a un estado en el que el sistema biológico se paraliza y se produce la parada de todas las reacciones químicas, así como su variante, la vitrificación descrita por Greg Fahy: consiste esta en que en los líquidos del organismo no se forman cristales durante el proceso de congelación, son de gran utilidad clínica en sus aplicaciones parciales como los homoinjertos criopreservados y las técnicas de vitrificación, que aunque si han permitido congelar/vitrificar óvulos y embriones, no son de ejecución tan sencilla a nivel total en el ser humano ni con un órgano entero aislado. El proceso de congelación con éxito no es reversible debido, entre otras cosas, a que en el momento en que se realiza la criogenización la muerte celular ya está instaurada, y lo que es una realidad irrefutable, es que es imposible que una persona criopreservada después de muerta, pueda “resucitar”. Las empresas que se dedican a la criogenización humana lo único que realizan es un mero ritual funerario. Es una opción C por la que, por decisión propia o de sus familiares, algunos humanos optan después de la certificación de la muerte. La opción A es el enterramiento, la opción B es la cremación y esta opción C, similar a la momificación egipcia, es más cara e igual de inútil que las anteriores en cuanto a prolongación de vida.

Así como la criogenización a nivel corporal es totalmente inviable, si existe una ventana de ilusión con el programa de criopreservación de órganos enteros aislados, y quizá en la próxima década del 2020 esto pueda resultar una realidad y lleguemos a lograr la creación de un “banco de órganos” para trasplantes.

El proceso de congelación con éxito no es reversible

Esto supondría cambiar el paradigma actual en materia de trasplantes, de manera que este no dependiera como ahora de una forma cortoplacista en tiempo de la posibilidad de obtención de un donante, y que nos permitiera además de poder realizar una adecuada selección del donante óptimo para cada caso mediante un completo mismatch, el poder emplear el adecuado órgano donante en el receptor más adecuado, e incluso el autotrasplante en ciertos casos indicados, evitando así al máximo tanto la elevada mortalidad en la lista de espera para trasplante como los actuales “fallos primarios del injerto” y los múltiples problemas inherentes a la inmunosupresión y al rechazo.

Actualmente, con la mejora en las técnicas de preservación de órganos, las técnicas de vitrificación, las técnicas de animación suspendida con supresión metabólica programada, las técnicas de perfusión y mantenimiento en normotermia del órgano donante ex vivo, e incluso con las técnicas de la asistencia ventricular mecánica, y el desarrollo de la nanotecnología, de la ingeniería molecular y de las técnicas de edición génica, junto con el desarrollo de nuevos agentes crioprotectores más adecuados, uniendo sinergias y con equipos de trabajo multidisciplinares de conocimientos transversales, es posible que se pueda lograr incrementar la cantidad de órganos donantes. Se rompería así la barrera actual de la escasez de órganos disponibles (se estima que actualmente solo uno de cada cinco pacientes en lista de espera para trasplante encuentra a tiempo un órgano donante), incrementando de este modo el número de trasplantes realizados con donantes óptimos en el receptor más adecuado.

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- Autogestión y unidades de gestión clínica.