Pautas de entrenamiento mental

Alejandra Sánchez Yagüe
Fundadora y directora de Mindtraining
Profesora del curso Mindfulness en el trabajo en el CEF.-

Pautas de entrenamiento mental

En un reciente estudio realizado por Matthew Killingsworth y Daniel Gilbert con más de 2.000 adultos durante su actividad diaria, se ha concluido que estaban en un estado de divagación durante el 47% del tiempo, es decir, que la mitad de su tiempo no estaban atentos. Lo más curioso de este estudio es que los sujetos que participaron en él reportaban estar menos felices durante sus estados de divagación que cuando estaban concentrados en una actividad concreta. La razón por la cual esto sucede parece que es debido a que cuando estamos en estado de divagación, nuestros pensamientos tienen una tendencia marcada hacia la rumia negativa y el estrés.

Las últimas investigaciones demuestran que existe una relación entre los estados de ánimo y los estados de divagación, en el sentido de que nuestros estados de ánimo afectan a los estados de divagación, lo cual sin embargo no podemos decir que suceda a la inversa. Si nuestro estado de ánimo es de mal humor o de tristeza, esto nos llevará a estados de divagación negativos o que nos causen infelicidad.

Esta mente que divaga parece que implica la activación del DMN, default mode network, la red neuronal por defecto del cerebro, que se activa de forma automática cuando no estamos concentrados en la realización de una actividad y que permite que de repente surjan los “momentos AHA”, cuando no forzamos la búsqueda de la solución. Esos momentos son aquellos que ocurren en la vida en los que de improviso encontramos la solución, comprendemos algo o surge la inspiración. Un ejemplo de momento AHA es aquel en el que Arquímedes dijo ¡eureka!

Las últimas investigaciones apuntan a que los estados de divagación mental aumentan el pensamiento divergente y la creatividad y que incluso se podría decir que son el terreno de cultivo de la inspiración creativa.

La rumia es distinta de los estados de divagación, y de la investigación realizada hasta ahora podemos decir que no existe un correlato entre los estados de ánimo y la rumia. De hecho, podemos dirigir nuestros estados de divagación a pensamientos más positivos y ello llevarnos a reducir la rumia. ¿Cómo lo podemos conseguir?  A través de las prácticas de compasión pues estas tienen el poder de transformar nuestros patrones habituales de negatividad a patrones habituales de positividad de nuestros estados mentales de divagación.

Si nuestro estado de ánimo es de mal humor o de tristeza, esto nos llevará a estados de divagación negativos o que nos causen infelicidad.

Gracias al entrenamiento en compasión nuestros estados de divagación se dirigen más a eventos agradables que desagradables y esto produce estados emocionales positivos en vez de negativos. Y es en este aspecto en el cual la práctica de la meditación tibetana de Tonglen ha demostrado tener un gran impacto. En esta práctica lo que hacemos es que al inhalar nos imaginamos como estamos inhalando el estrés, malestar y sufrimiento de los demás y cómo al exhalar lo vamos transformando en felicidad y bienestar que enviamos a los demás.

Las prácticas de compasión también incrementan nuestra capacidad de cuidarnos y de cuidar a los demás, lo cual se traduce en un incremento de niveles de felicidad tanto nuestros como de los demás.

Una segunda pauta que podemos seguir para aumentar nuestro bienestar y combatir la rumia de los pensamientos negativos es detenernos a observar al menos durante 20 o 30 segundos los momentos de felicidad o de bienestar que tenemos a lo largo del día. Esto lo podemos hacer, por ejemplo, cuando comemos, parándonos a observar los olores, colores, formas de los alimentos, texturas, sonidos que se producen al comerlos y sabores que aparecen en nuestra boca a medida que los degustamos.

Una tercera pauta sería la de hacer una sola cosa a la vez y evitar la multitarea. Permítete acabar una cosa para luego poder seguir con la otra. Saborea el momento y el disfrutar de ir acabando las tareas y liberarse de las obligaciones.

Una última pauta que te propongo es la de soltar las expectativas acerca de cómo deberían ser las cosas y, en lugar de ello, poner el foco y disfrutar de todo lo agradable que te está pasando en el día a día. Mira las cosas simples, como la agradable sensación de frescor o de calor en la piel al estar en contacto con el aire o la suavidad que sientes en tus manos al acariciar el pelo de tu mascota. Suelta los pensamientos que te vengan de la mente condicionada que nos dice todo aquello que debería suceder para ser feliz y, en vez de eso, simplemente observa todo lo agradable que te trae la vida, con la curiosidad de un niño pequeño que se permite dejarse sorprender y jugar con la vida.

Otros artículos de la autora:

- La economía de la atención.