La economía de la atención
Alejandra Sánchez Yagüe
Fundadora y directora de Mindtraining
Profesora del curso Mindfulness en el trabajo en el CEF.-.
Denis Ismagilov. 123rf
En las últimas dos décadas nuestra forma de trabajar ha cambiado drásticamente. Hemos pasado de la máquina de escribir al ordenador, la tablet, el teléfono fijo, el fax, el teléfono móvil, las videoconferencias, los mensajes de texto, el WhatsApp y las redes sociales.
Ahora llegar a la oficina supone enfrentarse a un aluvión de mensajes de correo electrónico, puede ser que algunos faxes, llamadas por el móvil y el fijo, reuniones y constantes interrupciones de los colegas de trabajo, pues está de moda y es muy cool trabajar en oficinas en las cuales no hay puertas y en una misma planta está todo el personal. Si alguien del equipo quiere algo, no tiene nada más que hacer que levantar la voz un poco en la oficina e interrumpir a su colega. Si el colega no contesta inmediatamente, puede ser incluso que haya un conflicto interpersonal, pues está mal visto el no estar inmediatamente preparado a responder a todas las demandas del exterior en el lugar de trabajo. El no dar satisfacción inmediata a nuestras necesidades se ha convertido en un foco de frustración importante. No lo iba a ser menos el hecho de tener que tener una respuesta inmediata en el trabajo cuando alguien necesite algo.
El ruido, el movimiento y las contantes distracciones forman parte de las oficinas modernas. El silencio es prácticamente inexistente. Pues bien, ¿os imagináis una biblioteca que fuese así? ¿Verdad que para poder leer y estudiar se necesita tranquilidad y silencio? ¿Verdad que para dar un golpe decisivo en golf o para lanzar un penalti es necesario que el jugador esté concentrado, que no haya gente pasando por en medio ni llamándole para que conteste inmediatamente?
A esto vamos a sumarle otro componente, como es el hecho de que la sociedad moderna sufra una epidemia de falta de sueño. Se duerme cada vez menos y peor. Y las ventas de pastillas para dormir están en alza. Dormir 4-5 horas al día es habitual. Y esto tiene una incidencia notable en la concentración, a menos horas de sueño, más cansancio durante el día, peor estado de humor, mayor somnolencia, menor concentración y menor rendimiento.
Pasamos un 47% de nuestro tiempo durante el día con la mente distraída
Malas noticias para la economía: del tiempo que pasamos trabajando, apenas un 53% de este somos productivos. El resto del tiempo lo pasamos desatentos. Parece ser que quizás ésta sea una de las razones por las cuales las grandes corporaciones apuestan cada día más por incorporar el entrenamiento en mindfulness como una de las habilidades que sus trabajadores tienen que desarrollar en su plan de desarrollo profesional. De la misma manera que apuestan por programas de salud y bienestar en el trabajo, en los cuales enseñan a sus empleados unos buenos hábitos de sueño, de alimentación, de ejercicio físico y de entrenamiento mental. Y también cada vez son más las empresas que vuelven a las oficinas de puerta cerrada, a permitir que haya días en los que los empleados puedan trabajar desde casa, a priorizar el rendimiento del trabajador sobre el número de horas trabajadas (en España tenemos que esforzarnos en superar la creencia de que cuantas más horas pase un empleado en la oficina más trabaja, pues puede ser que pase muchas horas en la máquina de café, fumando el pitillo en la entrada de la oficina, mirando el estatus de sus amigos en las redes sociales, vídeos de gatos en YouTube…o lo más probable, el 50% de su tiempo simplemente distraído).
Es por todas estas razones por las cuales se está empezando a hablar de la “economía de la atención”, en la cual los conocimientos técnicos son tan importantes como las habilidades de gestión y la capacidades de estar concentrados y atentos. La atención pasa a ser el valor más preciado de un trabajador, de un líder, de un estudiante y, por supuesto, de un consumidor. Ante la avalancha de estímulos del día a día y de las montañas de información a las cuales estamos sometidos, aquella varita mágica que nos permite elegir dónde pondremos el foco y cuál será nuestra elección es nuestra atención.
El ruido, el movimiento y las contantes distracciones forman parte de las oficinas modernas
Nuestro mayor interés es el de construir entre todos una sociedad en la cual nuestros estudiantes, trabajadores y líderes estén atentos. Crear economías prósperas, sanas y sostenibles formadas por individuos que son capaces de dormir sus ocho horas, que puedan permitirse trabajar ocho horas y que dediquen ocho horas a su autocuidado personal, gestión de las labores domésticas, familia, ejercicio físico… Sin un correcto entrenamiento de la atención, la piedra angular de las funciones ejecutivas del cerebro, según Daniel Goleman, vamos mal encaminados. Pero también es absolutamente necesario el respetar la regla de los tres ochos: ocho horas de sueño, ocho horas de trabajo y ocho horas para tu vida personal y familiar.
Por eso, concluyo mi artículo con una recomendación para todos: no dejéis de entrenar vuestra atención a través del entrenamiento en mindfulness, pero no os olvidéis también de dormir vuestras ocho horas y de no hacer maratonianas jornadas de trabajo. La productividad está estrechamente relacionada con la capacidad fisiológica y psicológica de los trabajadores y esta se verá reducida drásticamente si estos no están sanos. Jornadas de más de ocho horas al día no solo perjudican a la salud, sino que además reducen la capacidad y motivación de los trabajadores. A largo plazo, el exceso de trabajo se convierte en un riesgo para la salud.
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