El temido “lucro cesante” del 26 J
Félix Mª Aguado Carrero
Director Departamento Financiero, Afianza Asesores y Consultores
Máster en Dirección Económico Financiera por el CEF.-
Profesor del CEF.-
Lusi. Rgbstock
La verdad es que junio de 2016 viene “cargadito” a nivel de coyuntura económica: reunión de la FED, referéndum del Brexit y elecciones generales en España el 26 J. Son los ingredientes necesarios para que, introducidos en una coctelera, nos generen incertidumbre y volatilidad en los mercados.
Sin embargo, las señales que recibimos de los agentes económicos y de los estudiosos de la economía, no manifiestan para nada, haciendo una imagen de los términos derecho civilistas, no ya un “daño emergente” (es decir, una clara desaceleración del crecimiento económico, ni mucho menos la entrada en el decrecimiento), sino ni siquiera un “lucro cesante”: ni la más mínima ralentización de la economía española se prevé por el panel de expertos.
El resultado provisional de crecimiento del PIB en el primer trimestre de 2016 ha sorprendido con un 0,8%, cifra que supone el mantenimiento del ritmo de crecimiento del último trimestre de 2015, cuando lo que se esperaba era una ralentización. Ello nos lleva a mantener la previsión de crecimiento para 2016 según Funcas en el 2,7%, es decir, sin cambios.
Con estos resultados, si nos vamos a los reputados análisis de Funcas nos encontramos con que la previsión de crecimiento para 2017 no sufre ningún cambio, sigue en el 2,3%, con un ritmo de crecimiento intertrimestral que seguirá entre el 0,5% y el 0,6%, exactamente el mismo ritmo previsto en el panel anterior de expertos.
La tasa de inflación de abril descendió hasta el -1,1%, debido a la caída del precio de la electricidad, lo que ha hecho revisar a la baja el consenso de analistas sobre el cierre de inflación de 2016 hasta el -0,2%, situándose la expectativa para 2017 sin cambios en el 1,3%.
El crecimiento del empleo sí se ha desacelerado relativamente hasta abril, atendiendo a las cifras de afiliación a la Seguridad Social. Sin embargo, según la EPA, la ocupación en el primer trimestre del año aceleró su crecimiento en comparación con el último trimestre del año 2015. En general, se incrementa una décima el crecimiento esperado del empleo para 2016 hasta el 2,5%, mientras que se reduce una décima la previsión de crecimiento del mismo para 2017 hasta el 2,0%. Estas cifras dejarían la tasa de paro en el 20,1% en 2016 y en el 18,7% en 2017, respectivamente.
Por otra parte, se prevé un superávit por cuenta corriente para 2016 del 1,6%, dos décimas por encima del dato de cierre de 2015, mientras que para 2017 la previsión de consenso se cifra en un superávit del 1,4%.
El único dato negativo de las variables macro es la previsión de consenso para el déficit público, que se revisan al alza hasta el 4% del PIB para 2016 y el 3,2% del PIB para 2017 respectivamente.
Con estas previsiones encima de la mesa podemos extraer tres conclusiones de urgencia:
- Los españoles nos hemos acostumbrado a que la economía funcione sola o, dicho de otro modo, a pesar de los políticos, digamos “a la italiana”. Esto es bueno, e indica que la iniciativa privada está ganando protagonismo en la escena económica, con un mayor número de emprendedores y cada vez menos sectores pendientes del BOE.
- No obstante, ha contribuido considerablemente a la estabilidad macroeconómica el hecho de que el presupuesto de 2016 hubiera sido aprobado por las Cortes antes de su disolución en octubre pasado, ya que la senda de los grandes números de la economía pública estaba marcada, a pesar de la larguísima e imprevista interinidad del Gobierno en funciones.
- En cualquier caso, lo mejor para los experimentos, en economía y en cualquier otra ciencia, es hacerlos con gaseosa, y por tanto es perentorio que nuestros representantes políticos cumplan con la función para la que se les elegirá el 26 J, a saber: dotarnos de un Gobierno que ejecute en plenitud de facultades, y que profundice en la senda de reformas aún pendientes en el campo de la liberalización de la energía, del transporte, del mercado de trabajo, de la reforma de las administraciones públicas y del nuevo marco político y financiero entre el Estado central y las autonomías.
Todo ello permite ser razonablemente optimistas sobre el desempeño de la economía española en este año 2016 y en el próximo 2017, eso sí, con permiso del Brexit, de China, de Brasil, de los conflictos en el mundo islámico…lo que los economistas llamamos ceteris paribus, o sea, que nadie venga y lo fastidie todo…
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