La educación no es una moda

Aula con estudiantes sentados en escritorios y un profesor de pie en el centro

Pablo García López-Tello
Graduado en Ingeniería de Organización Industrial

Lo+Social

La educación es la base sobre la que se sustenta el progreso de una nación. Actualmente, el mundo se encuentra a las puertas de una revolución tecnológica sin precedentes; gracias a las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) y, particularmente, a la inteligencia artificial (IA).

Debido a esto, la sociedad demandará perfiles profesionales especializados. En la educación superior, los perfiles de ciencias, tecnología, ingeniería y matemáticas (STEM) serán clave para afrontar los desafíos tecnológicos, sin dejar de lado los perfiles humanistas, esenciales para contrarrestar o equilibrar la posible influencia negativa de la IA.

En la educación secundaria, probablemente el perfil con mayor proyección de futuro será la formación profesional (FP). Actualmente, estos estudios tienen una alta tasa de inserción laboral y son clave para afrontar la revolución tecnológica y los elevados porcentajes de desempleo juvenil. El Gobierno, consciente de estas circunstancias, está poniendo en valor estas formaciones. Además, las Administraciones están impulsando el proceso de acreditación de la experiencia laboral con titulaciones parciales o completas de FP. Esto es muy importante debido a que en nuestro país los oficios se han aprendido tradicionalmente a través de la experiencia, por lo que muchos trabajadores no tienen titulación que acredite sus capacidades como electricistas, fontaneros, soldadores, etc.

A su vez, se está promoviendo la formación a lo largo de la vida para mejorar la capacidad de adaptación a los desafíos futuros, mediante la oferta de titulaciones progresivas, modulares y compatibles entre sí. En este contexto, la última normativa, Ley 3/2022, ha reformado completamente la FP, aportándole un gran valor, utilidad y sentido.

Sin embargo, no ocurre lo mismo en la educación secundaria. El último informe educativo internacional (PISA) ha revelado ineficiencias en nuestro sistema educativo, situando a nuestro país en los peores resultados de la historia en matemáticas, ciencia y comprensión lectora. Parte de estos malos resultados puede ser atribuida a la brusca irrupción de pantallas en las aulas, implementadas sin una adecuada transición y sin evaluar objetivamente sus resultados. En la práctica, las pantallas parece que han participado más como un elemento distractor que como una utilidad en el aula; su efecto final ha sido indeseado y no el esperado.

El efecto de las pantallas en las aulas debe hacernos reflexionar, ya que probablemente se impuso como una moda, adoptada más por observación de nuestros vecinos del norte de Europa que por los resultados obtenidos. Actualmente, este modelo se está declarando definitivamente como una moda, tanto en los países modelo del norte de Europa como en el nuestro, ya que en ambos se está volviendo a los libros de papel y retirando los dispositivos digitales, desandando todo el camino recorrido.

Hay voces dentro del sistema educativo que deben ser escuchadas para evitar problemas que nos perjudican enormemente como sociedad y que con toda probabilidad lastren nuestro futuro. Anticipar el éxito o el desastre debe ser una realidad, ya que en un mundo competitivo como el actual, esta pasividad puede resultar en baja competitividad, elevado desempleo, escaso nivel tecnológico y, como resultado final, una mala economía. Esperar al próximo informe educativo internacional para evaluar nuestras acciones puede suponer una pérdida de tiempo y de capital humano imperdonable. Los esfuerzos económicos y humanos que destina un país a la educación suponen su más valiosa inversión para su subsistencia.

En la actualidad, no podemos dejar pasar la oportunidad que se brinda ante nosotros para aprovechar los retos a los que nos enfrentamos: transición ecológica, inteligencia artificial, cambio climático, o materias primas, entre otros muchos. Para ello, no podemos actuar de forma pasiva; es necesario afrontar los retos de manera firme y decidida. Propongo que se refuercen los siguientes aspectos:

  • Profesorado: Es preciso volver a la figura de autoridad, autonomía, conocimiento y respeto.
  • Dirección de las instituciones educativas: La dirección de todos los centros educativos debe realizarse por personal docente, para que la orientación tenga carácter educativo.
  • Inversión estatal en la formación profesional: Para que la FP realice adecuadamente su función formadora, debe simular una realidad profesional que requiere de los mismos medios. Por lo tanto, es imprescindible una importante inversión por parte de la Administración.
  • Política: Las decisiones que atañen a la educación no pueden depender únicamente de los vaivenes políticos, que cambian las leyes educativas con cada cambio de Gobierno. Las decisiones deben tomarse de común acuerdo con especialistas y expertos del sector educativo, poniendo en valor al profesorado en estas decisiones.
  • Inversión del sectorial empresarial: Las empresas son las primeras interesadas en tener mano de obra, ya que su falta representa actualmente un lastre para su crecimiento. Mediante inversiones, colaboraciones y donaciones, las empresas pueden y deben formar parte del tándem formación-empresa para afrontar con éxito los problemas actuales.