Fallece Isabel II, reina cristiana, la reina de los papas
Javier Ijalba Pérez.
Alumno del Programa de Doctorado en Derecho y Sociedad en la UDIMA.
Lo+social
“Su difunta Majestad vivió su fe todos los días de su vida. Su confianza en Dios y su profundo amor por él fueron fundamentales en la forma en que llevó su vida, hora a hora, día a día”
La reina Isabel II falleció en paz a los 96 años, en la tarde del jueves 8 de septiembre de 2022, en su residencia de Balmoral, y rodeada por toda su familia, según el comunicado del palacio de Buckingham.
El Papa Francisco envió un telegrama: “Me uno para rezar por el eterno descanso de la difunta Reina, y para rendir homenaje a su vida de servicio incansable (…), a su ejemplo de devoción al deber, a su testimonio inquebrantable de fe en Jesucristo y a su firme esperanza en sus promesas”.
El Cardenal Nichols, Arzobispo católico de Westminster, rindió homenaje a la Reina: “En este momento, oramos por el descanso del alma de Su Majestad. Lo hacemos con confianza, porque la fe cristiana marcó cada día de su vida y actividad”.
En su mensaje navideño del Milenio, dijo: “Para muchos de nosotros, nuestras creencias tienen una importancia fundamental. Para mí, las enseñanzas de Cristo y mi propia responsabilidad personal ante Dios proporcionan un marco en el que trato de llevar mi vida. Yo, como muchos de ustedes, he obtenido un gran consuelo en tiempos difíciles de las palabras y el ejemplo de Cristo”.
El Arzobispo Welby, Primado de la Iglesia Anglicana, elogió a la Reina como: “una fiel discípula cristiana” y dijo: “Su difunta majestad vivió su fe todos los días de su vida. Su confianza en Dios y su profundo amor por él fueron fundamentales en la forma en que llevó su vida, hora a hora, día a día”.
En sus 70 años de reinado, la Reina vio sucederse a siete pontífices de la Iglesia Católica, y se encontró con cinco de ellos. En efecto, en cuatro ocasiones viajó al Vaticano. La primera visita oficial la llevó a cabo como princesa en 1951, un año antes de su coronación, donde fue recibida por Pío XII.
En 1961, junto al príncipe Felipe, la Reina regresó para ser recibida por San Juan XXIII, quién expresó su “más profunda estima personal” por la Reina, por llevar “el peso de tan vastas responsabilidades con tanta sencillez y dignidad.”
Volvió a Roma en 1980 para conocer a San Juan Pablo II, y ella publicó agradecida estas palabras “Apoyamos la creciente unidad entre las Iglesias cristianas en todo el mundo y rezamos para que la visita de su Santidad a Gran Bretaña nos permita a todos ver más claramente esas verdades que nos unen y nos dividen bajo una luz nueva y constructiva”.
En efecto, la visita del Papa a Reino Unido en 1982 marcó un antes y un después en la relación con la Iglesia católica. Además, le devolvió la visita al Papa en el gran jubileo católico del año 2000, cuando se reunió con él durante 20 minutos.
La sintonía de las Iglesias católica y anglicana fue el punto de partida del nuevo pontificado de Benedicto XVI, que, en el mes de septiembre de 2010, viajó a Londres con motivo de la beatificación del cardenal Newman. Benedicto dijo que fue una “reunión muy cordial, caracterizada por compartir varias preocupaciones profundas por el bienestar de los pueblos del mundo y por el papel de los valores cristianos en la sociedad”.
La última vez que la Reina se desplazó al Vaticano fue en abril de 2014, para conocer a Francisco, un año después de su elección. La reunión marcó el centenario del restablecimiento de relaciones diplomáticas entre el Reino Unido y la Santa Sede.
Pienso sinceramente que podemos reconocer y debemos agradecer, a su difunta Majestad, la reina Isabel II, su ejemplo, que encontró una gran alegría y satisfacción en el servicio a su pueblo y a Dios: “cuyo servicio es la libertad perfecta”.
De hecho, ella nos ofreció su ejemplo, forjado en la entrega a los demás a lo largo de toda su vida, y nos permitió contemplar cómo esta entrega se convirtió en un instrumento de la paz de Dios.
La reina Isabel II seguirá siendo, hoy, y siempre, una luz brillante en la historia del viejo continente. Que descanse en paz. Y esforcémonos en recibir su legado, poniendo por obra aquellos valores que adornaron su reinado, y que nos permiten contemplar ahora su obra espléndida, política y espiritual.
Y, ahora, pidamos por su majestad el Rey, Carlos III. “God save the Queen” and “God save the King”.