El mundo a lomos de un caballo

Caballo negro con crin y cola al viento sobre un fondo gris ahumado

Carlos Bonilla García
Graduado en Historia. Máster en Formación del Profesorado de Educación Secundaria en la Especialidad de Geografía e Historia por la UDIMA.

Lo+Social

El caballo ha sido un testigo silencioso y un colaborador incansable en la historia de la humanidad. Su legado perdura en la cultura, el arte y la tecnología.

Nos suele ser familiar observar en cualquier manifestación artística la representación del caballo. Desde tiempos en donde la memoria todavía no reposaba en pergamino alguno, sirvió de lienzo la rugosidad rocosa de los tabiques naturales de la cueva para hablarnos del, todavía, potro salvaje. El Paleolítico superior, en su bestiario, elevó al mito a este animal, tal vez sin saber que, a recaudo de su extinción, otros desaparecieron para siempre. Los pinceles que se han sucedido desde entonces hasta llegar a nuestros días han dado otros significados: el poder, la belleza, lo cotidiano, etc. He ahí la prueba que nos legó la diestra virtuosa del trazo de grandes nombres que, por citar a Tiziano, Velázquez, Picasso, Carlo Carrá, hasta nuestro gran contemporáneo, Augusto Ferrer Dalmau, dejo de lado al resto del universo que le rindió justicia. Escultura, cine, fotografía, leyenda, historia y música otorgan papel protagonista al cuadrúpedo galopante. En ocasiones, sus nombres propios son estudiados cual rey se tratará; y así, con mismo rango son Bucéfalo y Alejandro Magno, Incitato y Calígula, Babieca y Rodrigo Díaz de Vivar, Marengo y Napoleón…

La causa de lo afamado responde a lo devenido y, de esta guisa, lo que los siglos han concedido al hombre lo ha condicionado el equino. Que la historia no hubiera sido la misma sin él no es una simpleza de carácter hipotético contrafactual. Por lo tanto, lo que hemos sido como sociedad y hasta donde hemos llegado se interpreta en las fuentes documentales, pero también se lee en las huellas que dejaron en la arena los cascos, herrados o no, del relinchante animal.

Sobre los primeros ejemplares domésticos se vierte una literatura amplia, sin embargo, y a tenor de las últimas investigaciones, todavía contradictoria. No obstante, podemos ubicarlos entre el Neolítico y el Calcolítico. Geográficamente, los indicios y restos arqueológicos sitúan a este acontecimiento en el territorio de Kazajistán, cuando se determinó que la causa del desgaste de los premolares inferiores de ciertos individuos podía relacionarse con la abrasión producida por algún tipo de bocado. El carbono 14 ha permitido demostrar que la existencia de elementos grasos en las vasijas cerámicas de entonces fue debido al almacenamiento de leche de yegua.

En el Mundo Antiguo, el transporte y comunicación en el interior del limes del Imperio Romano; los cientos de kilómetros de vías empedradas resonaban al paso de la raza de tiro, así como la del corcel para la contienda. Fueron, en este caso, los hábiles jinetes hunos, pueblo nómada venido de Asia central, quienes irrumpieron en Europa desplazando al resto de pueblos bárbaros y forzándolos a presionar las fronteras de Roma, debilitando a su ejército.

Durante los siglos centrales del Medioevo, se produjo una revolución tecnológica que afectó a la producción agrícola. En el noroeste de Europa, en Francia, Alemania, Países Bajos e Inglaterra, el buey comenzó a ser sustituido por el caballo en las tareas de labranza. Ya era alimentado con grano e, incluso, era más delicado de salud, pero el coste que suponía su manutención lo compensaba el poder trabajar durante más horas y más rápido.

Llegados al descubrimiento de América, cabe reseñar que el encuentro mutuo entre dos mundos tan dispares, con un desarrollo tecnológico y cultural tan alejado a cada una de las orillas del Atlántico fue, en gran medida, acuciado por la domesticación del caballo y el invento de la rueda en occidente. Pero el punto de inflexión en la historia varió notablemente con el avance de las distintas etapas por las que atravesó la Revolución Industrial. La fuerza del ser de piel y hueso mudó a la del vapor y esta a la potencia que generaban los combustibles fósiles y la electricidad.

Hoy día, la relación del animal racional y el animal de trabajo comienza a cambiar cuando uno no le exige al otro, sino que el primero trata de entender cuáles son sus necesidades; alejadas del objeto y condición de su existencia doméstica. Por eso, existen proyectos que favorecen el acercamiento al caballo sin ningún tipo de imposición, más que el trato de respeto y concordia, con una voluntad de crear un espacio de dignidad, un vínculo capaz de concluir en múltiples beneficios para el visitante y el visitado. Tal es el caso de la hípica de Talamanca, en la provincia de Barcelona. En medio de un paisaje idílico se realizan talleres que trabajan la confianza y la comprensión. Otro ejemplo, pero esta vez en el sur el país: en el pueblo cordobés de Rute, existe la Asociación para la Defensa del Borrico, que comparte con el caballo familia, género y una extensa bibliografía. Esta iniciativa promueve actividades, exposiciones y certámenes para salvarlo de la desaparición.

No podemos entender nuestra historia sin tener en cuenta al caballo, ni tampoco al burro, y, en consecuencia, sería de justicia devolverles a estos animales el reconocimiento y respeto que merecen.