Ceremonia de graduación de la I Promoción de la UDIMA
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La Universidad a Distancia de Madrid (UDIMA) vistió sus mejores galas, el pasado 29 de septiembre, para la celebración de un solemne acto académico que tenía un doble propósito. Por un lado, el de declarar la apertura oficial del curso 2012-2013, el quinto de la trayectoria de esta todavía joven Universidad. Por otro, el de la Graduación de la primera Promoción de estudiantes que logran completar sus estudios en la UDIMA. Y es que cuatro años completos han transcurrido ya desde que la UDIMA iniciara sus actividades académicas, allá por el mes de septiembre de 2008, con cinco titulaciones de Grado, una treintena de profesores y unos pocos centenares de alumnos. Fueron aquellos los modestos inicios de un ilusionante proyecto cuyos primeros frutos acaban de plasmarse en forma de de la primera hornada de flamantes Graduados.
Los alrededor de ochenta nuevos egresados, procedentes de toda la geografía española, fueron llegando en sus coches particulares, acompañados de sus familiares, desde poco antes de las 11 de la mañana de un sábado que amaneció lluvioso en Madrid. Para muchos de ellos, especialmente para aquellos que residen fuera de la capital, era la primera visita al Campus de Collado-Villalba. La emoción de encontrarse físicamente en la Universidad con la que tan estrechamente han convivido “virtualmente” a lo largo del último cuatrienio, y de poder darse un abrazo con compañeros y profesores, podía leerse en sus rostros. Para recibirlos se había congregado una nutrida representación del claustro de profesores y trabajadores de la UDIMA. Un grupo de músicos y un coro se encargó de acompañar musicalmente la ceremonia.
El acto comenzó con la entrada en el salón de actos, bajo los acordes del Veni Creator, del cortejo Universitario, encabezado por el Rector Magnífico, José Andrés Sánchez Pedroche, y por su predecesor en el cargo, el profesor Luis Enrique de la Villa, invitado de Honor del evento y que ejerció como padrino de la Primera Promoción. Tras ellos iban los Vicerrectores y, a continuación, los Directores de cada uno de los departamentos, todos ellos vestidos con sus preceptivos trajes académicos: togas, birretes y mucetas de los colores distintivos de sus respectivas disciplinas. También formaban parte de este cortejo el equipo directivo de la UDIMA con Roque de las Heras, sus hijos Arancha y Arturo y el Secretario General de la Universidad, Eugenio Lanzadera.
El rector José Andrés Sánchez Pedroche pidió a los graduados generosidad y altura de miras en su vida profesional.
Varias fueron las intervenciones que se sucedieron a lo largo de la mañana. Abrió el acto Eugenio Lanzadera, quien recordó los inicios de la UDIMA, “difíciles como todos los comienzos”, pero ya desde ese primer momento bajo las claras premisas de querer instaurar “una formación superior de calidad, adaptada a la realidad social y económica, y que permitiera a los alumnos compaginar trabajo, familia y estudios”.
El primer Rector de la UDIMA, Luis Enrique de la Villa fue el encargado de pronunciar la lección magistral con la que se inauguraba el nuevo curso. Versó ésta sobre Los Libros, una de las grandes pasiones del profesor De la Villa. En su brillante ponencia, y haciendo gala de su acostumbrado verbo fácil y siempre didáctico, hizo un repaso por los que él denominó “Bibliófilos, Bibliófobos y Bibliómanos” de la historia, tres categorías de personas marcadas por su muy distinta relación con los libros. Luis Enrique de la Villa hizo un alegato del libro como uno de los mejores compañeros que el hombre puede tener, y exhortó a los presentes a refugiarse en él para escapar así de “la tiranía de las tres pantallas: ordenador, televisión y teléfono”. Al finalizar, y entre los aplausos del público, Roque de las Heras hizo entrega al padrino de la Primera Promoción de un regalo en el que se encarnaba el afecto y el agradecimiento que la UDIMA le profesa. Para los años venideros quedarán en los estantes de la biblioteca de la Universidad el generoso legado de 2.000 libros de su colección personal que el profesor De la Villa cedió hace dos años a la UDIMA. Como no podría ser de otro modo, se trataba el obsequio de un valioso libro antiguo.
Francisco de Frutos habló en el nombre de todos los egresados. Sus primeras palabras fueron para felicitar a sus compañeros por el éxito alcanzado, un éxito que hizo extensivo a todos los miembros de la Universidad, ya que “este camino lo iniciamos juntos”, recordó emocionado. El nuevo Graduado expresó su agradecimiento a la UDIMA por haber sabido inculcar en sus estudiantes los valores que, según él, encarna esta Universidad: “Ilusión, colaboración, honestidad, espíritu de superación y optimismo”.
En su intervención, Roque de las Heras, Presidente de la UDIMA, agradeció a los alumnos la confianza depositada en la UDIMA, expresando a continuación un deseo: “Espero que os sintáis orgullosos del título que habéis obtenido”. También les instó a tener confianza en el futuro, recordándoles que “el trabajo todo lo puede”. Por último, les animó a “buscar su propia suerte”, de la que dijo “es posible ampliarla con esfuerzo e ingenio”.
La última intervención de la mañana correspondió al Rector de la UDIMA, José Andrés Sánchez Pedroche. “Formar siempre ha sido un reto”, recordó, “pero ahora si cabe supone todavía una mayor complejidad”. Sus reflexiones posteriores versaron acerca del uso que cada uno de los egresados harán en el futuro de los conocimientos adquiridos en su etapa en la UDIMA, así como acerca del papel que la Universidad está llamada a jugar en nuestra sociedad: “La institución universitaria”, afirmó, “para ser fecunda no puede conformarse con metas mediocres. Hay que apuntar hacia metas más altas”. También señaló el Rector que el gran fallo de nuestra época es que “ya no queremos ser útiles, sino importantes”. Finalmente, a los egresados les pidió generosidad y altura de miras en su vida profesional. Porque, señaló, “es posible llegar a la meta con ética en el trabajo”.
Durante la última parte del evento cada uno de los Directores de Departamento fue llamando por su nombre y apellidos a los alumnos de sus respectivos Grados. Uno a uno, los estudiantes, vistiendo sus becas de la UDIMA, fueron subiendo al estrado para recoger sus diplomas mientras el coro y los músicos interpretaban el himno universitario por excelencia, Gaudeamus Igitur, con el que finalizó el acto.
Tras las fotografías de rigor de dada uno de los grupos, se celebró un ágape.