El negro libre que conquistó América

Mano de una persona de piel oscura sosteniendo una espiga de trigo en un campo dorado bajo luz natural

José Grima
Director de Comunicación del Cádiz Club de Fútbol. Graduado en Periodismo por la UDIMA

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Juan Garrido es uno de los personajes olvidados por la historia. Un conquistador a la altura de Hernán Cortés o Ponce de León, que fue el primero en plantar trigo en América.

La historia, en su versión más conocida, ha dejado fuera a muchas figuras que merecen ser recordadas por sus contribuciones. Juan Garrido es uno de esos personajes injustamente ignorados durante siglos. Nacido en África, Garrido no fue un esclavo más traído a las Américas, sino un hombre libre que participó activamente en uno de los momentos más trascendentales de la historia: la conquista de México. Su vida es un testimonio de cómo los africanos no solo fueron actores pasivos en la colonización, sino que también desempeñaron un papel activo y decisivo en la expansión del imperio español. Hoy, a medida que los estudios sobre la diáspora africana y la historia afroamericana crecen, la figura de Juan Garrido está siendo redescubierta, revelando cómo la narrativa tradicional ha sido injusta con muchos de estos protagonistas.

Nacido alrededor de 1480 en algún lugar de África occidental, probablemente en las cercanías de los grandes imperios de Mali o Songhai, Juan Garrido fue capturado o vendido en la costa africana y trasladado a Portugal, donde fue bautizado como cristiano. Este hecho es clave, ya que su conversión le permitió ser tratado como un hombre libre, lo que lo distinguía de los muchos africanos esclavizados que también fueron llevados a Europa en ese periodo. Bautizado con el nombre de “Juan” en honor a san Juan, Garrido, que significa “elegante” en español, recibió una educación cristiana que lo prepararía para la vida en el contexto europeo, pero su historia apenas comenzaba.

En el siglo XVI, Europa estaba cambiando rápidamente. Los reinos de España y Portugal estaban en plena expansión colonial, con expediciones que cruzaban el Atlántico en busca de riquezas y nuevas tierras para conquistar. Impulsado por las noticias de estas aventuras, Garrido decidió embarcarse hacia el Nuevo Mundo. Alrededor de 1503, se unió a la expedición de Juan Ponce de León, uno de los conquistadores más importantes de su época, participando en la conquista de Puerto Rico y más tarde en la de Cuba. Su habilidad como soldado y su experiencia en estas campañas le aseguraron un lugar en las futuras empresas de conquista, consolidándolo como un miembro destacado del contingente militar español.

El punto culminante de la vida de Juan Garrido llegó en 1519, cuando se unió a la expedición liderada por Hernán Cortés que tenía como objetivo la conquista del imperio mexica, gobernado por Moctezuma II. A lo largo de la marcha desde Veracruz hasta Tenochtitlán, la imponente capital mexica, Garrido fue testigo de una serie de enfrentamientos bélicos y alianzas con pueblos indígenas, que resultaron cruciales para la eventual caída del imperio. Durante el asedio de Tenochtitlán en 1521, Juan Garrido luchó en primera línea junto a los españoles y sus aliados indígenas, desempeñando un papel clave en la caída de la ciudad y en la captura del último emperador azteca, Cuauhtémoc.

A pesar de su papel destacado en la conquista, la historia de Juan Garrido ha sido relegada a un segundo plano durante siglos. En las crónicas tradicionales de la conquista, su nombre aparece en documentos oficiales, pero raramente recibe el reconocimiento que merecía. Sin embargo, sus contribuciones no se limitan al campo de batalla. Después de la caída de Tenochtitlán, Garrido decidió asentarse en la recién fundada Ciudad de México, donde su vida tomaría un nuevo rumbo.

Además de ser un soldado, Juan Garrido fue un pionero agrícola. En 1523, se convirtió en el primer hombre en sembrar trigo en América. Este logro, aunque menos espectacular que la conquista de un imperio, tuvo un impacto duradero en la historia económica y social de la Nueva España. El trigo, un cultivo europeo esencial para la dieta de los colonos, no había sido cultivado con éxito en América antes de la intervención de Garrido. Su primera cosecha fue modesta, pero demostró que el trigo podía crecer en las tierras fértiles del valle de México. Con el tiempo, la producción de trigo se expandió, y el pan, hecho de este grano, se convirtió en un alimento básico en la dieta colonial. La introducción de este cultivo por parte de un hombre de origen africano desafía las narrativas tradicionales de la historia colonial, en las que los africanos son frecuentemente relegados a papeles subordinados.

La vida de Juan Garrido, sin embargo, no estuvo exenta de desafíos. Aunque era un hombre libre y disfrutaba de una posición relativamente favorable dentro de la sociedad colonial, seguía enfrentando las barreras raciales de una sociedad que comenzaba a establecer distinciones más rígidas entre europeos, indígenas y africanos. A pesar de ello, Garrido perseveró, logrando obtener tierras y consolidarse como un miembro respetado de la comunidad novohispana. En 1538, presentó una petición al Consejo de Indias en la que solicitaba una pensión por sus servicios durante las campañas de conquista, un documento que ha llegado hasta nosotros y que es uno de los pocos testimonios directos de su vida.

Hoy, estudiosos de la diáspora africana y de la historia afroamericana han comenzado a rescatar la figura de Juan Garrido del olvido. Investigaciones como las de Matthew Restall en su libro Black Conquistadors, o el trabajo de Herman L. Bennett en Africans

in Colonial Mexico, han sido fundamentales para arrojar luz sobre su vida y las contribuciones de los africanos en la conquista de América. Estos estudios destacan que la participación africana en la colonización del Nuevo Mundo fue mucho más significativa de lo que se ha reconocido tradicionalmente.

El legado de Juan Garrido es doble. Por un lado, fue un conquistador africano, uno de los primeros en jugar un papel activo en la expansión del imperio español en América. Por otro, fue un pionero agrícola, cuya introducción del trigo en América cambió la dieta y la economía de la colonia. En un mundo donde las historias de personas como Garrido han sido borradas o minimizadas, es crucial que los historiadores continúen investigando y destacando su vida y legado.

Hoy, la figura de Juan Garrido nos invita a reconsiderar la narrativa histórica tradicional, y a reconocer que la historia de América es mucho más diversa y compleja de lo que nos han contado. Garrido fue un hombre que, contra todo pronóstico, logró dejar una huella duradera en la historia, y su vida es un testimonio de cómo los africanos libres contribuyeron activamente a la construcción del Nuevo Mundo.