Los reyes Felipe y Letizia, a través del espejo de su escritura
Sandra Cerro
Grafóloga, perito calígrafo y profesora del Curso de Experto Universitario en Grafología Empresarial, en la UDIMA.
Lo+Social
Nuestro rey, Felipe VI, destaca, ante todo, por su enorme sensibilidad y sencillez, reflejando una personalidad que vibra y siente a flor de piel, afectada por todo lo que sucede a su alrededor
En este año 2024, conmemoramos el vigésimo aniversario de boda de los reyes de España, Felipe y Letizia, y también el décimo aniversario de su coronación. ¿Qué mejor motivo para intentar acercarnos a ellos y conocerlos un poquito mejor a través del espejo de sus letras?
En este breve estudio grafológico quiero destacar los rasgos más llamativos de la personalidad de los monarcas, que no solo son interesantes en su individualidad, sino también desde la perspectiva de la compaginación de caracteres como pareja y como el tándem profesional que, sin duda, han logrado formar a lo largo de estos años de reinado.
Nuestro rey, Felipe VI, destaca, ante todo, por su enorme sensibilidad y sencillez. Es una persona que vibra, que siente a flor de piel, que se ve afectado por todo lo que sucede a su alrededor. A esto favorecen también otros rasgos importantes de su psicología, como son la capacidad de observación y la empatía, la facilidad para prestar atención focalizada, ejercer la escucha activa y mantener una actitud receptiva hacia el otro, desde la comprensión, la afectividad y la compasión sincera.
En las relaciones personales, es bastante introvertido, reservado y extraordinariamente prudente. Sabe acercarse a los demás con cordialidad, pero sabiendo mantener la cautela, guardando la distancia tanto física como emocional.
Otro rasgo que alimenta en mucho su forma de ser y de mostrarse al mundo es la sensatez. Sus letras retratan a un hombre seguro de sí mismo, capaz de actuar con firmeza y ecuanimidad, sopesando las situaciones desde la reflexión y la justicia, pero sin alzar su palpable carisma sobre los límites del orgullo y sin perder, en ningún caso, el control de sus emociones.
Su mentalidad es ágil, permeable y abierta, con mucha habilidad para el razonamiento lógico, para la estrategia, y podría aventurar también que es bueno en las matemáticas y la resolución de problemas. Su intelecto polifacético cuenta con altas dosis de idealismo muy bien canalizado. Es un hombre creativo, astuto e ingenioso, con un sentido del humor sutilmente camuflado bajo espesas capas de disciplina y autoexigencia, que le dotan de un aspecto más formalista y estoico del que realmente subyace en su yo más íntimo.
Se destaca, sobre todo en su firma, la marcada focalización al logro de metas, hacia ese horizonte preestablecido desde su cuna al que se dirige con convicción y soberana confianza en sí.
Vamos ahora a descubrir a su compañera de vida, a Letizia, a nuestra reina. Todo lo que el rey tiene de controlado y prudente, lo tiene ella de pasional, espontánea y expresiva. La sensibilidad de Letizia camina más por los terrenos de la pasión que por los senderos del mero sentimentalismo. Es carismática, seductora, segura de sí misma y con marcada tendencia hacia la autoafirmación, pero sin rayar la vanidad.
En un estudio grafológico breve como este, cuesta mucho destacar tan solo tres o cuatro características de una personalidad tan poliédrica como la de nuestra reina. Lo más llamativo de ella es su carácter abierto, extremadamente social, enmarcado en una cercanía y una entrega a los demás que no resultan para nada impostadas. Es una persona que se expresa y se muestra tal cual es, sin filtros. Su habilidad para comunicar, tanto oralmente como por escrito, es una evidencia que se refleja también en su escritura, plena de trazos abiertos, ligados y progresivos, que fluye con agilidad y soltura, con total naturalidad.
Posee una inteligencia brillante y viva. Es una mujer tremendamente observadora y curiosa, cualidades que la dotan de un claro perfil investigador. Su notable imaginación, unida a un destacado sentido práctico, hacen de ella una persona creativa, pero que no llega a despegar los pies de la tierra, con una visión objetiva del entorno y un afianzado sentido del deber.
La reina es una mujer astuta y tenaz, difícil de doblegar cuando algo se le mete en la cabeza y pretende salirse con la suya. Es exigente con su entorno, pero desde la exigencia endógena, ya que a la primera a quien requiere altos niveles de excelencia es a sí misma. Su extraordinario sentido de la responsabilidad y su férreo compromiso con los proyectos en los que se embarca son una de sus señas de identidad.
Soy consciente de que me quedo corta. Los grafólogos nos apasionamos enseguida cuando encontramos escrituras y perfiles humanos tan enriquecidos como estos en variedad y matices, tanto que nos apetece seguir buceando en ellos mucho más, y rescatar las perlas escondidas de su personalidad más íntima. Pero la confianza en que aún les espera un largo y dichoso reinado me permite finalizar este artículo con un “continuará”.