Palencia, todo por descubrir
VIAJES
Javier de la Nava
Profesor del CEF.-
El aire trae por la mañana un vapor de planeta.
Desde otra estrella caen gotas de plata.
Se respira el cambio de fronteras,
de la humedad al viento.
(Oda al otoño). Pablo Neruda.
La niebla que se desprenden de las melancólicas aguas del río Carrión nos ofrece una envolvente bienvenida al bajar del tren. La antigua Pallantia se sitúa en una amplia llanura atravesada por el histórico afluente del Pisuerga y coronada por el cerro del Cristo del Otero. Un ramal del Canal de Castilla, llamado la Dársena, se adentra a las afueras del casco histórico. Se utilizó siglos atrás para cargar mercancías, hasta que la llegada del ferrocarril hizo que cayera en desuso. Hace unos años fue rehabilitada para el turismo y a sus orillas, en una antigua casa de labor, se encuentra el Museo del Agua.
Típico ejemplo de recia ciudad castellana, Palencia cuenta con un gran patrimonio histórico-artístico, que atestigua su importancia en otras épocas. La Edad Media fue el período más turbulento, pero también el de su proyección en los acontecimientos en la historia de los reinos de León y Castilla. La Catedral es su principal monumento. Asentada sobre vestigios prerromanos y visigodos, según se puede apreciar en su cripta, sorprende por su dimensión, tercera mayor de España, tras las de Sevilla y Toledo, con más de 130 metros de longitud y 50 de ancho en el punto máximo, tres naves y dos cruceros, y un ábside que se acerca a los 30 metros de altura. El actual templo gótico, dedicado al patrono de la ciudad, san Antolín, inició su construcción en el siglo XIV y concluyó el XVI. Se le llama, la Bella Reconocida, porque su fachada poco monumental (carece de fachada propiamente dicha) no permite adivinar los tesoros que alberga su interior, como el retablo plateresco de la Capilla Mayor, de Juan de Flandes, Monumento Histórico Artístico Nacional desde 1929. La Sala Capitular del Museo Catedralicio, acoge entre otras obras de arte un Martirio de San Sebastián de El Greco, un Zurbarán o un retrato de Carlos V del siglo XVII realizado según procedimiento de anamorfosis, lo que obliga a observarlo a través de un agujero lateral.
Posiblemente lo más característico de la urbe sea su calle Mayor, espina dorsal de la ciudad, centro comercial por excelencia y emplazamiento de muchos monumentos civiles palentinos. Conserva el espíritu y arquitectura de la burguesía palentina de los siglos XIX y XX.
Con casi un kilómetro de longitud, original y emblemática, está recubierta en sus tres cuartas partes de soportales formados por columnas prismáticasque sostienen los miradores de las viviendas más cotizadas de la ciudad. Además de permitir resguardarse del riguroso clima palentino, sus soportales acogen multitud de comercios familiares de larga tradición, con sus escaparates en madera vista, decoración sencilla y clásica que se ha ido perdiendo. La calle Mayor posee un carácter propio reflejo de sus edificios de piedra con miradores en madera vista o blanca, amplios ventanales y hermosos balcones de hierro negro forjado. Constituyó perfecto escenario para la película del mismo nombre, Calle Mayor, dirigida en 1956 por Juan Antonio Bardem y basada en la obra de teatro de Carlos Arniches La señorita de Trévelez. La película está reconocida como una de las cincuenta mejores películas europeas de la historia. Relata como un grupo de amigos de una ciudad de provincias en la España de los cincuenta, combaten su aburrimiento gastando bromas que acaban desgarrando la vida de los demás. La película se comenzó a rodar en Palencia, pero por problemas políticos, que llevaron a su director a la cárcel, se dejó de rodar allí y el resto del rodaje se realizó en CuencayLogroño.
La catedral de Palencia es la tercera mayor de España tras las de Sevilla y Toledo
A lo largo del casco histórico se hallan edificios religiosos como los conventos de San Pablo, San Francisco, San Lázaro o La Virgen de la Calle. Tampoco puedes dejar de admirar elegantes edificios civiles como el Palacio de la Diputación Provincial, el Casino o la Casa del Cordón. Merece destacarse la iglesia de Santa Clara, llamada Las Claras, famosa por su Cristo de la Buena Muerte, de factura hiperrealista, tanto que se decía que le crecían las uñas y el pelo. Cuenta la leyenda que se encontró flotando en una urna de cristal en el Mediterráneo emitiendo un resplandor sobrenatural. También es reseñable la iglesia de San Miguel, desde 1931 Monumento Nacional. De estilo románico y gótico temprano, se desconoce la fecha exacta de su construcción, aunque se estiman sus orígenes en el siglo XI. Su característica fachada está coronada por una torre de carácter militar. Según la leyenda, fue aquí donde se casaron El Cid y doña Jimena. Cerca de la estación y su parque, los Jardinillos, está el Convento de San Pablo, del siglo XIII, con sus dos figuras de nazarenos junto a la puerta. Muy próxima está la hermosa Ermita de San Juan Bautista, situada en el parque de La Huerta de Guadián. Es un pequeño templo románico del siglo XI que fue trasladado piedra por piedra desde su ubicación original, en Villanueva del Río, para que no quedara sepultado bajo las aguas de un embalse.
Tanto arte abre el apetito. Dos son los lugares recomendables. Uno para bolsillos mejor dotados, Casa Lucio (Cuatro Cantones) y otro para más modestos, El Perejil (San Bernardo, 2). La cocina palentina se basa en platos calientes, debido el frío dominante. El lechazo asado es el plato más típico y de las fértiles tierras que rodean a la capital se obtienen múltiples ingredientes hortícolas que completan la dieta. El pan es la base de la gastronomía palentina, su gran variedad (pan bonito, el lechuguino, los molletes o las tortas de chicharrones) se centra en la gran calidad de la harina de Tierra de Campos.
Cae la tarde y el paréntesis que la niebla nos había concedido se cierra. La fría humedad vuelve a cerrarse, pero la tregua atmosférica nos ha permitido conocer algo de Palencia, donde todo está por descubrir.
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