Adiós a una leyenda
Maximino González Barfaluy
Presidente de PROGT Motor Club España
Ocio y cultura
El pasado 25 de agosto de 2019, falleció una leyenda del automovilismo. Una figura irrepetible, que ha transformado el mundo en el que vivimos, y que a nivel empresarial ha sido una bestia colosal con sus claros y sombras. Por eso en este número de la revista y ya que pertenecemos a una escuela de negocios, considero necesario hacer un pequeño homenaje y en breves líneas darlo a conocer algo más al profano en la materia.
Estoy hablando de Ferdinand Piëch, nieto del Ferdinand Porsche, el cual quizás ya no necesita más presentación. Nacido en Viena, el tema de la automoción lo vivió desde su más inmediata juventud, de hecho comenzó a trabajar en la fábrica de Porsche en 1963, año en que salió a la luz el inigualable 911. En los nueve años que trabajó para Porsche, estuvo a punto de arruinar la marca por completo, debido a quizás el primero de sus proyectos revolucionarios, el Porsche 917, el primero de la marca en ganar las 24h de Le Mans, y siendo toda una obra de ingeniería aún difícil de batir (0-100km/h en menos de 2.5 s, y 396km/h de punta).
Justo después de esa proeza en el entorno de la competición, la familia Porsche decide sacar a cualquier familiar de los puestos de dirección con lo que Ferdinand tiene que buscar nuevos retos en otras marcas. La primera que le encargó un proyecto fue Mercedes Benz, y así se desarrolló el motor diésel de 5 cilindros, revolucionario totalmente en la época, y que un servidor conoce bien, pues poseo uno del 2003 que salvando el salto tecnológico es una auténtica gozada de motor por rendimiento y consumos.
La siguiente parada en su vida laboral fue en Audi, la cual a mediados de los años 70 no era la marca Premium que ahora conocemos, sino una simple filial de Volkswagen de coches simplones y sin personalidad. Curiosamente su primera aportación fue el motor de gasolina pentacilíndrico para la marca, pasando rápidamente a innovar radicalmente con el Audi Quattro, primer turismo de serie que tenía tracción integral. Así en 1983 ya era vicedirector ejecutivo, y en 1988 director ejecutivo, consiguiendo también para la marca el desarrollo de los motores TDI que cambiaron el concepto del diésel en los mercados, hasta el día de hoy.
Así consiguió cambiar de manera radical la imagen de la pequeña marca Audi, y poco a poco fue pasando a controlar a todo el grupo Volkswagen, el cual a mediados de los 90 estaba en números rojos, aunque estaba en plena expansión por la compra de diversas marcas, como SEAT (1986), Skoda (1991). Su hambre de expansión le llevó a comprar Lamborghini y Rolls-Royce. La aventura inglesa le salió tan solo medianamente bien, ya que finalmente Rolls pasó a control de BMW, mientras que VW se quedó con Bentley, y sin duda fue otra elección acertada.
En la llegada al siglo XXI, tuvo dos proyectos completamente antagónicos y que solo en la mente de un visionario pueden hacerse realidad. Por un lado, conseguir un vehículo que consumiera menos de 1 litro cada 100km, el Volkswagen 1L con un solo cilindro y que consiguió un consumo de 0,8l/100km. Y, por otro, conseguir el vehículo más potente y rápido del planeta, costase lo que costase, y así nació el Bugatti Veyrón, un coche con el que cada unidad fabricada suponía unas pérdidas importantes, pero que aun así él supo ver lo que representaba a nivel marketing y prestigio.
Su vida no solo fue de éxitos, pues también hubo fracasos como el Phaetón, la berlina de lujo de Volkswagen, que nunca llegó a despuntar y dio pérdidas, o el escándalo dieselgate, del cual se libró al salir del consejo de dirección poco antes, a pesar de ser uno de sus cerebros sin duda . Así mismo, en su vida privada no anduvo quieto ni ocioso, con cuatro mujeres (una de ellas era anteriormente la mujer de su primo), 12 o 13 hijos, al menos reconocidos, a los cuales les ha negado su herencia valorada en más de 5.000 millones de euros. Y una viuda que si no quiere perderla no puede volver a casarse.
Sin duda, toda una personalidad en todos los aspectos, al que le debemos mucho en cuanto al mundo del motor, con avances significativos que nos han llevado a donde estamos hoy en día. Y también en el mundo económico, habiendo sido capaz de hacer de una marca prácticamente en bancarrota a ser la competidora de Toyota para coronarse como primera marca en ventas del planeta y más de medio millón de empleados directos. Por la familia en la que nació tenía todo para triunfar sin esfuerzo, pero no se lo pusieron fácil y aun así llegó a la cima. Gracias Piëch.