Ocio

Sorolla o el milagro de la luz

Cuadros de Sorolla

Javier de la Nava. El pasado verano visité varias veces la exposición “En el mar de Sorolla” que se exhibía en la Casa-Museo Sorolla, muy cerca de la sede principal de CEF.- UDIMA. Enmarcada en el primer centenario del fallecimiento del pintor valenciano, tras “Sorolla. Orígenes” y “¡Sorolla ha muerto! ¡Viva Sorolla!”, ha sido la tercera muestra. Su comisario, el escritor Manuel Vicent, propuso un apasionante diálogo entre pintura y literatura, un recorrido poético y visual rodeado por medio centenar de cuadros. La exposición se estructuraba en cuatro secciones: “El subconsciente está lleno de algas”, “Un drama naturalista bajo la luz del Mediterráneo”, “Veraneantes burgueses en el Cabanyal” y “En el mar de Xàbia”. Junto al mar Mediterráneo, bajo la mirada naturalista, resplandeciente y cegadora, Vicent daba voz y vida a los personajes: marineros, niños bañándose, pescadoras o burgueses. El escritor apuntaba las miserias y pasiones de las figuras, venganzas y naufragios descritas por otro valenciano universal, Blasco Ibáñez.

Lorca por Saura

Póster promocional de la obra “LORCA” dirigida por Carlos Saura, con iluminación dramática en rojo y azul.

María Jesús Ros Benavide. El teatro es la palabra y la imaginación, por eso es adaptable, versátil, sin género, universal y atemporal.

El teatro es el mundo y el autor es su dios; un todopoderoso ser imaginativo, atrevido, libre e inteligente que crea los personajes, reparte los papeles y nos impele a vivir una vida que quizás no es la nuestra, pero es la que él nos ha deparado vivir.

Florencia, donde el Arte se respira

 Vista panorámica de la Catedral de Florencia con su distintiva cúpula renacentista durante el crepúsculo.

Javier de la Nava. En el año 1817, el novelista francés Henri-Marie Beyle, conocido por Stendhal, visitó Florencia. En la basílica de la Santa Croce, abrumado ante las tumbas de Miguel Ángel, Maquiavelo o Galileo, sintió taquicardias, mareos y sudores que obligaron a su ingreso hospitalario. Posteriormente, en su obra Rome, Naples et Florence detalló “sentí que mi vida se agotaba”. La patología se incorporó al vademécum médico como síndrome de Stendhal, “síntoma psicosomático consecuencia de la fuerte emoción ante obras de arte de extrema belleza” o reacción romántica por goce artístico.

Guerra a los radares

Señales de tráfico que indican control de velocidad por radar y límite de 80 km/h, con luces traseras de vehículos en movimiento al anochecer.

Maximino González Barfaluy. En un momento de cambios continuos y de controversias tras controversias, nos surge, desde “el país de la bota”, una noticia contundente en cuanto al mundo del motor. El caso es que desde el Gobierno italiano se están tomando medidas para controlar el abusivo uso de los radares en su territorio. En todos los países, las correspondientes instituciones equivalentes a nuestra poco eficiente DGT nos pretenden vender la moto con que los radares están ahí instalados para nuestra seguridad. Pero la experiencia ha demostrado que los radares no sirven para salvar vidas en la mayoría de los casos, sino que su instalación es meramente con afán recaudatorio.

Alconada. El Sur también existe

Filete a la parrilla con sal gruesa, acompañado de limón, pimiento asado y hierbas frescas

El barón de Piernalegre. Es quizás una osadía tomar prestado el título del célebre poema del maestro Mario Benedetti para una reseña gastronómica, pero creo que tendría su perdón tratándose, como esta pretende ser, de una reivindicación frente al “poder establecido”. En nuestro ámbito, y en lo que se refiere a Madrid, el poder establecido sería esa casi obligación de que las buenas mesas de la capital están de Atocha para arriba y a pocas manzanas a uno y a otro lado de la Castellana. Sí, es un tópico, pero toda mesa que no se ubique en ese eje central se puede considerar una aventura exótica, a menos que sea un lugar consagrado por los años de éxito.

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