ALAN TURING: el hombre que cambió el mundo

Placa de Alan Turing

Javier de la Nava
Profesor de Macroeconomía y Gestión de Riesgos del Grupo Educativo CEF.- UDIMA.

Historia

El pasado mes de octubre, en los Teatros del Canal, presencié "La máquina de Turing", obra dirigida por Claudio Tolcachir, con los actores Daniel Grao y Carlos Serrano. Es una adaptación del libro Breaking The Code, de Hugh Whitemore, que inspiró la película “The Imitation Game” en 2014. Tolcachir cuenta la historia de Alan Turing, uno de esos seres (científicos o artistas) a quienes adoramos, exigimos y de los cuales nos aprovechamos, para luego, sin compasión, olvidarlos por diferentes e incómodos.

Alan Mathison Turing nació en Londres, el 23 de junio de 1912. Sus padres, Julius y Ethel, funcionarios británicos en la India, quisieron que su hijo naciese en el Reino Unido. En el Colegio St. Michael, con seis años, su profesora apreció sus ansias de conocimiento, genialidad a la que unía un inconformismo transgresor de las rígidas normas del sistema educativo. Con quince años, estudió y entendió el trabajo de Albert Einstein y criticó las leyes de Newton. En 1926 ingresó en el internado de Sherborne, en Dorset, donde ganó varios premios de excelencia. Allí vivió un episodio que marcó su vida, enamorarse de su compañero Christopher Morcom, quien falleció el 13 de febrero de 1930 por tuberculosis, lo que quebró su fe religiosa y le volvió ateo.

En 1931 se matriculó en el King's College de la Universidad de Cambridge, cuya sala de computación lleva actualmente su nombre. Sus suspensos en materias clásicas contrastaban con los sobresalientes en ciencias y matemáticas. Tras graduarse se trasladó a la Universidad de Princeton (Estados Unidos), cuyo Centro de Investigaciones Matemáticas dirigió entre 1931 y 1934. Un año después regresó al King's College como profesor.

Resolvió el Entscheidungsproblem (Problema de decisión), planteado por Leibniz en el s. XVII, mediante un procedimiento algorítmico válido para solucionar cuestiones matemáticas. En 1936 creó la llamada Máquina de Turing. No es una máquina física, sino matemática que realiza operaciones y resuelve problemas al manipular símbolos sobre una cinta según instrucciones recibidas previamente. Esta es la base de la Teoría de la Computación.

Al inicio de la II Guerra Mundial, septiembre 1939, Turing entró en el Servicio Británico de Descifrado, cuyos miembros intentaban interpretar las comunicaciones alemanas realizadas a través de Enigma, una máquina inventada en 1918 por Arthur Scherbius.

Similar a una máquina de escribir, sus cinco rotores internos generaban diez mil billones de configuraciones distintas. Al ser portátil podía operar en puestos de mando, submarinos o bombarderos y cada pocos días sus posiciones cambiaban. Turing y su equipo encontraron las pautas de los mensajes, pero no podían descifrarlos. “¿Y si para luchar contra una máquina como Enigma hiciese falta otra máquina?” se preguntó. Puso en práctica sus teorías y diseñó la máquina Bombe, que implementaba una cadena de deducciones lógicas por cada posible combinación. Junto al matemático Gordon Welchman, el 14 de marzo de 1940 terminaron el primer prototipo, al poco tiempo funcionaban otros doscientos. Los trabajos dirigidos por Turing acortaron la guerra en dos años y redujeron en catorce millones las víctimas del conflicto. Al finalizar este, las máquinas Bombe se desmantelaron y los trabajos permanecieron secretos hasta los años setenta.

De 1945 a 1948, en el Laboratorio Nacional de Física diseñó ACE (Automatic Computer Engine o Motor de Computación Automática), que integra funciones aritméticas en circuitos electrónicos. La autorización oficial a esta máquina capaz de hacer cálculos algebraicos, desencriptar códigos, manipular archivos y jugar al ajedrez se retrasó y frustró a Turing. Tiempo después creó el Abbreviated Code Instruction, origen del lenguaje de programación, sobre la base de sus estudios de Inteligencia Artificial, solo publicados tras su muerte. Al frente del laboratorio de computación de la Universidad de Manchester configuró el software de la computadora Manchester Mark I, la primera que funcionaba con memoria de almacenamiento o memoria RAM.

En su artículo "Computing machinery and intelligence", octubre 1950, propuso el test de Turing. Una forma invertida de aquel es el CAPTCHA, test utilizado habitualmente en internet para determinar si un usuario es un ser humano y no una computadora.

Manchester. Invierno de 1952. Aquí empieza la obra teatral. Turing sufre un robo organizado por su amante Arnold Murray.  La policía investigó la denuncia e instigada por los Servicios Secretos presionó a Turing para que reconociese su homosexualidad. Se le imputaron los cargos de indecencia grave y perversión sexual, los mismos que a Oscar Wilde medio siglo antes. Fue condenado. Se le dio la opción de ir a prisión o someterse a una castración química, lo cual le produjo importantes alteraciones físicas y psíquicas. Hostigado con saña, en 1954, falleció tras comerse una manzana envenenada con cianuro. Se han elaborado diversas hipótesis sobre su muerte, incluido el asesinato. El logo de Apple Computers (manzana mordida), se dice rinde homenaje a Turing.

El primer ministro del Reino Unido Gordon Brown, en septiembre de 2009, pidió perdón por el trato al que fue sometido el científico en sus últimos años de vida. Sin embargo, en 2012, el gobierno de David Cameron denegó el indulto al aducir que la homosexualidad era entonces un delito. Bajo una fuerte presión pública y numerosos reconocimientos a su contribución científica, finalmente, el 24 de diciembre de 2013, Isabel II indultó de toda culpa a Alan Turing, el hombre que cambió el mundo.

¿Y si para luchar contra una máquina como Enigma hiciese falta otra máquina?