Alconada. El Sur también existe

Filete a la parrilla con sal gruesa, acompañado de limón, pimiento asado y hierbas frescas

El barón de Piernalegre

Ocio y cultura

Es quizás una osadía tomar prestado el título del célebre poema del maestro Mario Benedetti para una reseña gastronómica, pero creo que tendría su perdón tratándose, como esta pretende ser, de una reivindicación frente al “poder establecido”. En nuestro ámbito, y en lo que se refiere a Madrid, el poder establecido sería esa casi obligación de que las buenas mesas de la capital están de Atocha para arriba y a pocas manzanas a uno y a otro lado de la Castellana. Sí, es un tópico, pero toda mesa que no se ubique en ese eje central se puede considerar una aventura exótica, a menos que sea un lugar consagrado por los años de éxito.

Un lector de esta revista nos sugirió que saliéramos de esta zona de confort (perdón, pero es la expresión de moda) para conocer un restaurante en pleno barrio de Arganzuela denominado Alconada. Y hasta allí nos fuimos con una ilustre e ilustrada representación de la ACEF. Lo primero, gracias por la recomendación, el viaje (¡al sur!) merece la pena. Alconada reúne todo lo bueno de la cocina tradicional española, todos los atributos de la restauración clásica, tanto en producto como en elaboración y servicio. También es clásica, podíamos decir que casi antigua (sin que tenga intención peyorativa), la decoración de la amplia sala, que cuenta con rincones bien acondicionados para mesas de grupo.

Aquí mandan las raciones generosas, con un producto de primera calidad, tanto en pescados como en carnes. Nosotros compartimos una, tan inmensa como sabrosa, ración de pulpo, plato tan mal tratado en muchos sitios y que en Alconada alcanza categoría de exquisitez gastronómica, merecedora del título que le atribuye la carta como “el mejor pulpo”; unas sorprendentes croquetas caseras cremosas de atún rojo de la Almadraba, “con su morcilla y su chistorra artesana”; y un pastel de cabracho que hace décadas era una modernidad en nuestra cocina y hoy se ha convertido en un clásico, que bien elaborado -como es el caso- puede llegar a ser sublime. Tienen fama los callos de la abuela Josefina, “guisados a la madrileña desde 1954”, como apunta la carta para aclarar el pedigrí de tan excelso plato. Queda pendiente para la próxima visita.

Como platos principales nos dividimos entre carnes y pescados, eligiendo dos de los comensales un cochinillo asado, que no tenía nada que envidiar a los que preparan los mejores asadores del otro lado de la Sierra de Guadarrama, mientras que otros nos decidimos por una ventresca de bonito, que no cabía en la fuente, “pura mantequilla” (si se me permite usar la comparación entre dos alimentos tan opuestos), y un atún a la plancha espléndido pero que llegó a la mesa con un punto de cocción de sobra para los gustos del que suscribe. Un pequeño pero que se me ocurre poner a esta mesa tan alejada de esa zona “privilegiada” en la que se concentra la mayor parte de la oferta gastronómica, como tan digna de ocupar un lugar en nuestra agenda de sitios a repetir.

Y, vamos a ser sinceros, no podemos hablar de los postres porque la abundancia de las raciones de entradas y platos principales solo dejo sitio para unos helados “pour faire passer”, como dicen por ahí arriba.

La carta de vinos también la podemos calificar de clásica aunque demasiado corta respecto a la oferta de platos, con escasas denominaciones pero, eso sí, a precios muy razonables. Como apuntábamos al principio, el servicio es perfecto, amabilidad y profesionalidad en un adecuado equilibrio que nos permiten hacer un balance global muy positivo de nuestra “excursión”. Sí, claro que sí, más abajo de Atocha, hay muy buenas mesas. El sur también existe… y la periferia en general. No lo olvidemos.

 

Alconada
General Palanca, 3. (semiesquina con paseo de Sta. María de la Cabeza, 63)

Telf.: 914 736 699
https://restaurantealconada.com