"El anarquista que se llamaba como yo", de Pablo Martín Sánchez

LIBROS

César Fernández Rollán
Estudiante del Grado de Periodismo de la UDIMA

"El anarquista que se llamaba como yo", de Pablo Martín SánchezUn tocayo condenado a garrote vil

Pablo Martín Sánchez, con el desparpajo propio de quien se estrena como novelista y con la maestría y el mimo de quien conoce bien los entresijos y vericuetos del lenguaje y su sintaxis, nos adentra en una historia que tiene mucho punch. Que engancha.

El autor teclea cierto día su nombre en Google y se da de bruces con otra persona con idéntico nombre y apellidos y con una historia tan novelesca en sí misma que dio finalmente lugar a precisamente, eso. Una novela. Una buena novela.

Según palabras del propio Martín Sánchez: “todos los espacios en blanco que mi labor de investigación y documentación sobre la vida del personaje no me permitieron completar, los fui rellenando de imaginación” Así, Pablo Martín nos va introduciendo en la vida de su homólogo el anarquista de Baracaldo, en un recorrido por la vida del personaje desde su infancia, sus amores de adolescente y su estancia en Salamanca, pasando por su militancia defendiendo los ideales anarcosindicalistas de los Bakunin y compañía hasta su exilio francés y su captura final tras los enfrentamientos de Vera de Bidasoa.

De tal forma juega el escritor a situarnos en dos tiempos narrativos paralelos. Por una parte en un presente que se correspondería con los años de exilio en Francia como trabajador de una imprenta del protagonista durante la dictadura de Primo de Rivera (capítulos introducidos por números latinos) y por otra intercalando entre tales, otros con pasajes de la vida pasada del activista baracaldés, (introducidos estos por números romanos). Una especie de juego; de saltos espacio-temporales que contribuyen a generar esa cadencia amena que caracteriza la novela. La España de Alfonso XIII, París, San Juan de Luz, Bayona, Salamanca…Lugares en los que el protagonista, convive con intelectuales contemporáneos de todo tipo a los que se hace referencia en la novela. Blasco Ibañez, Ortega y Gasset, Pestaña, Miguel de Unamuno… Todos ellos críticos en su momento con el régimen y condenados también como el anarquista vizcaino al exilio de las ideas. Otro exilio más de la vergüenza, de los que desgraciadamente tanto sabemos en este país.

La culminación de la novela es fiel a la de la trayectoria vital real de nuestro personaje. Con sus luces y sus sombras. O al menos fiel a la versión oficial. La que cuenta que tras los sucesos de Vera de Bidasoa en los que junto con otros anarquistas cruzaron la frontera en ese punto exacto de Navarra con idea de sumarse a un supuesto alzamiento en contra de la dictadura, en la que en teoría estaban también inmersos y secundándola miembros del propio ejército español pero que finalmente nunca sucedió y que solo sirvió para que tras un tiroteo en el que murieron varios guardias civiles, fueran apresados, encarcelados y condenados a la pena capital.

Y hasta ahí todo correcto y pescado vendido. Matarile al anarquista y a otra cosa mariposa. ¿O no? Porque (tendrán que leerlo y no seré yo quien se lo desvele) hay múltiples teorías al respecto de cómo acabó nuestro baracaldés insurrecto. Todas basadas en sesudos estudios y en contradicciones varias que aún a día de hoy se siguen investigando. Caso no cerrado. ¿Qué pasó finalmente con Pablo Martín Sánchez?

Pasen y lean. La ópera prima de este prometedor autor de Reus, lo merece. Savia nueva que dará que hablar. No es casualidad que en solo seis meses se esté imprimiendo ya la cuarta edición.

El anarquista que se llamaba como yo.
Pablo Martín Sánchez.
Ediciones Acantilado.
26 euros.