Automoción vs. propiedad
Maximino González Barfaluy
Presidente de PROGT Motor Club España
Ocio y cultura
Queridos lectores, en estos tiempos convulsos de pandemia, esperando y deseando de todo corazón que estén pudiendo capear el temporal de la mejor manera posible, quisiera en estas breves líneas exponer unos cambios que poco a poco iremos viendo en el ámbito al que me refiero en cada artículo.
Hace ya años que el sector del automóvil vive sumergido en una crisis lenta pero inexorable, que se va reflejando en múltiples factores, deslocalización de la producción, sanciones y restricciones cada vez mayores por motivos ecológicos, pérdida de identidad debido a las sinergias que las marcas realizan para reducir costes y la entrada de marcas orientales en nuestro mercado europeo, que con un menor coste de producción ponen difícil a los fabricantes tradicionales mantener su competitividad sin perder calidad.
Esto provoca que las marcas se tengan que reinventar, y ante la dificultad de producir coches y ponerlos en el mercado, surgen ideas nuevas que poco a poco se materializarán. Al final el mundo de la automoción es un reflejo de la sociedad y en esta el concepto de propiedad está cambiando, con lo cual en el ámbito al que nos referimos también se ve abocado al cambio, nos guste o no.
Para los que nos hemos educado durante el siglo XX, el concepto de la propiedad lo tenemos muy arraigado, pero es algo que va quedando en desuso. Para nosotros comprar un casete, un libro o una película, representaba lo no va más y nos encantaba tenerlo en nuestras estanterías. Hoy en día todo se ha visto reemplazado por la posibilidad de tenerlo en la nube, plataformas de televisión, o alquilarlo puntualmente para un uso y disfrute temporal.
En el caso de los coches está pasando algo similar; en el siglo pasado todo el mundo soñaba con ser propietario de tal o cual coche. Sin embargo, ya a principios de este siglo empezó a surgir el renting y el leasing, como alternativa a la compra tradicional. Ya con el problema de movilidad urbana en todo su esplendor surgieron los coches de alquiler por minutos, plataformas para compartir vehículo, incluso la posibilidad de alquilar el coche particular a terceros cuando se prevea su no utilización.
Las marcas de coches han permanecido inalterables a estos cambios, pero con la entrada de la conectividad entre vehículos y la llegada de los motores eléctricos, se les abre un mundo de posibilidades a explotar.
El concepto es sencillo, de cada modelo solo se fabrica un acabado –full equip- el cual se va limitando a través de su ordenador y con autorización de su uso por el fabricante. De este modo si pagamos por un extra durante un año, el coche nos dejará utilizar ese extra. En el momento de renovar esa suscripción si decidimos no utilizarlo o ahorrarnos esa cuota, nos dejará de funcionar aunque el equipo sigue instalado en el vehículo. Esta evolución se incrementa aún más con los motores eléctricos, los cuales pueden ser limitados en prestaciones también a través de su conectividad.
Ya desde hace mucho tiempo las conexiones eléctricas fundamentales de los vehículos venían preparadas para que montasen todos los extras posibles, y a partir de ahí luego se instalaban los componentes o no según el acabado elegido por el cliente. De esta nueva forma directamente todos los coches serán iguales y la única diferencia será lo que tengamos desbloqueado según lo que estemos dispuesto a pagar, reduciendo aún más los costes de producción al no depender de diferentes líneas de montaje, e incrementando el beneficio, ya que no solo se ingresará por la venta del vehículo en sí, sino que tendremos un gasto añadido para seguir manteniendo las prestaciones/equipamiento elegidas.
Por supuesto esto no repercutirá en un menor coste del vehículo para el cliente, y sí en tener que pagar más por unos servicios que dejarán de existir en propiedad. El coche será o no nuestro, pero el techo solar tendremos que renovarlo todos los años para poder seguir disfrutándolo. Debemos mentalizarnos de un nuevo apriete de tuerca al bolsillo del conductor. A los impuestos, seguro, mantenimiento y demás gastos inherentes al vehículo deberemos pagar el antivirus, o los extras deseados, todos los años, o en el plazo que determine cada marca.
Finalmente en mi opinión esto conllevará un mayor protagonismo del renting principalmente, porque el cliente a su desentendimiento del mantenimiento le sumará no preocuparse por estos nuevos servicios, además de disfrutar de coche nuevo cada equis tiempo. El problema no es que nos cueste más, el problema es que no nos damos cuenta de que cada vez nos clavan más por menos. Aunque sin duda demuestra un extraordinario concepto empresarial, generando una necesidad y acto seguido ofreciendo cómo cubrirla. La magia económica al servicio del motor.
Un fuerte acelerón, amigos de la “rosca”.