Blade Runner y la renta fija

Escena de la película Blade runner

Félix López
Socio Director Atl Capital Gestión. Profesor del Grupo Educativo CEF.- UDIMA.

Inversiones

Cuando en tertulias veraniegas con amigos surge el tema de quién es nuestro director de cine favorito, de siempre me viene a la cabeza el nombre del británico Ridley Scott. Para mí, el cine es entretenimiento y desconexión, y películas como Alien: el octavo pasajero, Gladiator, Black Hawk derribado y Marte, por poner algunos ejemplos, cumplen al 100 % mis objetivos. De todas las películas de este director, quizás la más misteriosa para mi es Blade Runner. Probablemente la vi muy joven, no en vano se estrenó a principios de los años 80, pero siempre quedará como la más complicada de entender, aunque con una de las bandas sonoras más fascinantes que jamás he oído, compuesta por Vangelis.

El inicio de una de las frases míticas de esta película, el monólogo final del replicante Roy Batty, me recuerda la situación que hemos vivido en los últimos años (2019-2023) en los mercados de renta fija, y me voy a permitir el lujo de adaptarla a la realidad de los mercados que hemos vivido, y que, por qué no decirlo, estamos viviendo en la actualidad:

“Yo he visto cosas que vosotros no creeríais: bonos AA+ gubernamentales subiendo en precio más del 120 % en menos de dieciocho meses, para posteriormente caer más de un 70 % en los siguiente doce meses, países enteros cobrando dinero a sus acreedores en todos los tramos de la curva, ver cotizar más de 15 billones nominales de USD con rentabilidad negativa en todo el mundo, empresas e instituciones en Europa, España incluida, pagando a su banco porque le guarde el dinero y bonos de empresas high yield (bonos basura) de corto plazo cotizando también en tipos negativos. He visto caer los mercados más seguros de renta fija a tasas anuales superiores al 20 %, provocando la quiebra de una de las veinte entidades bancarias más grande de la mayor potencia económica del mundo. Todos estos momentos se perderán en el tiempo (aunque no debería), como lágrimas en la lluvia. Es hora de morir”.

Todo lo dicho en el párrafo anterior ha ocurrido en el mercado financiero más importante del mundo, el de la renta fija. El bono austríaco con vencimiento 2117, sí, no es un error, casi 94 años a su vencimiento, subió en precio más del 120 % desde 2019 a marzo de 2020, para posteriormente caer más del 70 % desde esa fecha a marzo de este año. Hemos visto hace menos de 2 años a toda la curva alemana y suiza estar cotizando en tipos de interés negativo y hemos sido testigos de ver a más de 15 billones de USD en bonos cotizar a tipos negativos, cifra que escala a más de 30 billones si hablamos de rentabilidades reales, descontada la inflación. En 2021-2022 hemos visto caer al índice más importante de renta fija a nivel mundial, el Bloomberg Global Aggregate Index, más de un 25 %, provocando la mayor destrucción de valor de los mercados financieros de los últimos 50 años. Por último, hemos sido testigos de la quiebra del Sillicon Valley Bank, una de las veinte principales entidades financieras americanas, por su inversión en los bonos más seguros del mundo, aquellos emitidos por el Tesoro americano.

Lo vivido en los últimos años tiene un responsable principal: bancos centrales, fundamentalmente los de Estados Unidos, Europa, Japón y Reino Unido.

Hace unos años luchábamos contra la deflación, el endeudamiento descontrolado y la posibilidad de una recesión global. Todo ello hizo que los tipos de interés cayeran a niveles nunca vistos en la historia. Y al final, por si no habíamos tenido bastante, vino el Covid en 2020, con la traca final de la mayor expansión monetaria jamás vista en la historia.

Pero como suele ocurrir en otras facetas de la vida, la resaca suele ser directamente proporcional a la fiesta vivida. Todas las medidas monetarias y fiscales tomadas, unidas, una vez más, a la aparición de un cisne negro (evento difícilmente predecible, pero de consecuencias gigantescas) en forma de guerra entre Rusia y Ucrania, provocaron que de luchar contra la deflación hayamos pasado a que la inflación sea el nuevo “demonio” de los bancos centrales.

Esto ha supuesto que en menos de 18 meses hayamos sido testigos de la subida de tipos de interés más rápida de las últimas décadas, con las consecuencias en los mercados que acabamos de describir.

Con todo lo vivido en estos últimos años, el inversor de renta fija está completamente exhausto, por decirlo con educación. Pero no debemos mirar al mercado con el espejo retrovisor. Siempre ha sido una pésima estrategia. El futuro a medio plazo es mucho más brillante y debemos de ser optimistas con la situación actual, probablemente la mejor para la inversión de la última década, con unos tipos de interés interesantes y cercanos ya al final de este ciclo de subidas de tipos de interés por parte de bancos centrales.