La “bomba de relojería” demográfica
Félix Aguado
Socio Director de AUGEO Financial Consultancy
Máster en Dirección Económico Financiera por el CEF.-
Profesor del CEF.-
Foto de Stock.xchng
España envejece, eso es un hecho. La situación es preocupante para la próxima década: desciende la natalidad y aumenta la edad media de maternidad; en tres años habrá más defunciones que nacimientos; en 2013 ha caído la población extranjera en más de medio millón de personas (el 9,9% de la población) y se prevé una pérdida de población de 4,6 millones hasta 2051 hasta caer por debajo de los 42 millones de habitantes.
A todo esto deberíamos sumar los efectos de una profunda recesión, con una caída del empleo e ingresos de la Administración, menguantes para sostener a una población con una de las tasas de esperanza de vida más alta del mundo.
Estamos a tiempo e revertir el inminente “invierno demográfico” si adoptamos políticas de apoyo a la natalidad y modificamos el sistema de pensiones actual
La situación más complicada vamos a vivirla a partir de los próximos 20 años cuando el gran desafío será la jubilación masiva de la generación del baby boom; entonces las generaciones de jubilados serán más pobladas que las de activos.
Lo importante no es ganar o perder población, lo importante es la estructura demográfica de un país. El perfil demográfico de España en los últimos años está ligado a los vaivenes económicos. El crecimiento de la población ha sido uno de los motores tradicionales de la demanda en la economía. Si la población mengua, la economía tiene un freno estructural: menos demanda e inversión; y con una población envejecida, el consumo tiende a debilitarse.
Entre 1998 y 2008 se produjo un repunte en la natalidad casi en exclusiva a la aportación en nacimientos de los inmigrantes llegados a España. En 2009 se produce una nueva caída, tras el cese de la llegada masiva de inmigrantes. En España hay un déficit de fecundidad deseada y no satisfecha de un hijo más, de promedio, que no se tiene por razones de tipo económico u organizativo. Quizás esto podría cambiar si hubiera ayudas económicas directas, escolares, red de guarderías públicas, bajas remuneradas, reserva del puesto de trabajo de la madre, etc.
El problema no son tanto las personas mayores como el paro de los más jóvenes, uno de cada dos no tiene trabajo. Esto, sumado a que la generación del baby boom está o debería estar en pleno ejercicio profesional (España nunca ha tenido tanta gente en disposición de trabajar y tan formada), debería dar un superávit histórico de la Seguridad Social. Pero la crisis al apartar a buena parte de ellos del mercado laboral, ha limitado su capacidad de generar riqueza y aportar recursos para el mantenimiento del sistema con garantías.
La caída de las cotizaciones entre 2008 y 2012 (20,5% menos en dinero constante) se debe a la crisis económica, pero el incremento del gasto en pensiones (+12%) se debe al mayor número de jubilados por la evolución demográfica, y al esquema de cálculo de las pensiones. Resultado: un agujero directo descomunal, que crece de forma estructural, con alta correlación por CCAA con el envejecimiento de la población.
Esto podría solucionarse si cada uno pagara su propia pensión, podríamos tener una pensión garantizada, con esta medida independientemente de la situación actual se podría sostener el plan de pensiones. Se trataría de pasar progresivamente de un sistema de gasto a uno de capitalización, transformación que han impuesto con éxito países como Chile y Austria.
Como conclusión, el declive demográfico es una grave amenaza para la economía. Hay un menor crecimiento económico; el Estado del bienestar es insostenible (en países como España, la población con más de 75 años, concentra ya el 50% del gasto farmacéutico); desvalorización de las casas y otros activos (ya que su valor depende de la demografía: a menos compradores y consumidores, menos valor); menor empleabilidad de los mayores (porque cada vez compensa menos a las empresas pagar el sobrecoste salarial de los mayores, pese a su mayor experiencia); por otro lado los jóvenes son cada vez menos emprendedores.
Estamos a tiempo e revertir el inminente “invierno demográfico” si adoptamos políticas de apoyo a la natalidad y modificamos el sistema de pensiones actual. Pero la cuenta atrás ha comenzado…