Tal como éramos
Una de las cosas que más me gusta de ser presidenta de esta asociación de antiguos alumnos es que me permite conocer la trayectoria vital y profesional de muchos de quienes en su día decidieron acompañarnos en su formación. Ser consciente de que la obtención del título que soñamos es solo un paso más en el camino que se abre formando parte de esta asociación. Un camino que, a veces, nace en su seno, gracias al encuentro con otros antiguos alumnos, lo que nos permite ampliar nuestros horizontes, tanto personales como profesionales.
En estos casos siempre me viene a la memoria mi propia experiencia, cuando me licencié en Derecho o cuando me especialicé en Tributación. Hace ya años, pero siempre guardo para mí el recuerdo de mis compañeros, de quienes compartimos esfuerzo y desvelos, disgustos y alegrías. De unos compañeros que, lejos de ser competidores en una carrera que no es tal en realidad, me permitieron observar el mundo que compartimos de un modo más plural, respetuoso, empático y siempre, siempre, más feliz. Porque es obligación cargar nuestra mochila vital de aquello y aquellos que nos reportan felicidad, no lo contrario. Y entre aquellos compañeros que hoy recuerdo aún guardo amistades que no han caducado, contactos que pueden serme útiles por cualquier motivo, como serles a ellos también saber de mí. De eso tratan las comunidades, de establecer redes de afecto y de cooperación. Y nunca de por un interés propio, con el solo objetivo de extraer un rendimiento o favor. Una comunidad como la nuestra, la de los antiguos alumnos, trasciende cualquier aspiración egoísta.
Lo que Alumni+ representa es el escenario más favorable de un marco de relaciones en el que todos y cada uno de nosotros jugamos un papel que puede mejorar al resto, y viceversa. Y hacerlo desde el deseo de compartir nuestros conocimientos, de adquirir otros nuevos, de dar de nosotros más de lo que creemos esperar. Una comunidad en torno a la que debatir sobre el alrededor que compartimos. Una comunidad que más pronto que tarde vuelva a relacionarse sin mascarilla. Una comunidad que, como hábil y oportunamente adelantó en su día aquel presidente estadounidense asesinado de la manera más infame, quienes a ella pertenecemos nos preguntemos qué podemos hacer por los demás y no lo que puede hacer por nosotros. En un tiempo en el que la vacuna salva nuestras vidas, hagamos también que el aprecio en comunidad y el sentirnos útiles para los demás sea esa tercera o cuarta dosis de una vacuna que no precisa de años de investigación en sesudos laboratorios. Basta con mirar atrás, a cuando también fuimos antiguos alumnos y compartimos con los otros lo que no es preciso imprimir en norma alguna y que puede resumirse en una sola pregunta, una fácil para garantizar el aprobado: ¿En qué puedo ayudarte?
Un afectuoso saludo