La complejidad de la información que nos llega

Marta Blasco Camacho
Experta en tecnologías web 2.0 aplicadas a los recursos humanos; Profesora de Redes Sociales del CEF.-
Máster en Dirección y Gestión de RRHH por el CEF.-
Miembro de la ACEF.- UDIMA

La complejidad de la información que nos llega
Foto de Stock.xchng

Se ha hablado mucho de las diferentes vías por las que hoy en día nos llega la información que requerimos para cualquier actividad de nuestras vidas, desde el propio acto de leer la prensa o una simple novela, hasta para el desarrollo de adquisición de conocimientos educativos o profesionales.

Hace bien pocos años la información publicada y en el mercado era más bien limitada; se basaba en los libros de texto, monografías, conferencias y publicaciones escritas que estaban contrastadas y/o analizadas por los expertos desde muchos puntos de vista y por ello, se podría decir que era más o menos fiable.

Hoy en día, tal y como ya hemos analizado en anteriores publicaciones, las nuevas tecnologías de la información y el infinito número de herramientas han permitido la expansión de la información a cotas sin límite, cosa que  hasta ahora era insospechado.  

Ya sabemos que el conocer las herramientas que hemos englobado con la denominación 2.0 es fundamental para las relaciones en nuestra vida cotidiana e imprescindible para el desarrollo de nuestra  actividad laboral y profesional. Gracias a ellas, tenemos acceso a un número ilimitado de piezas de información, podemos responder en fracciones de segundo a exigencias e incluso adquirir conocimientos que hasta ahora nos exigían la realización de cursos largos y/o costosos, que casi nunca estaban al alcance de todos.

Por lo tanto, podríamos afirmar que basta con conocer estas herramientas para que podamos ampliar, conocer e incluso dominar de forma sencilla y con relativo poco esfuerzo todo aquello que precisemos para el desarrollo de nuestra vida personal y ser un primer espada en nuestro entorno laboral.

Sin embargo, si nos paramos a pensar un poco en nuestro conocimiento sobre el tema, llegaremos a decir que la hipótesis o afirmación anterior es necesaria pero no es suficiente. Y, ¿por qué decimos esto?  La razón es bien sencilla: Las herramientas a las que hemos hecho referencia, para que sean útiles y  de importancia, precisan el que sean muchos autores, pensadores o simples recolectores de información los que llenen las páginas o métodos que consultamos de forma generalizada para el desempeño de nuestra función o relación, o excepcionalmente, cuando precisamos de un conocimiento que no poseíamos.  

Y ¿todo esto que supone? Simplemente, supone que la ingente cantidad de información consultada es tanta que no ha podido ser contrastada en su totalidad, que toda o parte de ella puede estar contagiada de predisposiciones, tendencias o errores que de forma arbitraria o, incluso malintencionada, se haya podido colgar en la herramienta consultada y ello pueda inducirnos al error.

Las nuevas tecnologías de la información y el infinito número de herramientas han permitido la expansión de la información a cotas sin límite 

Son muy conocidos los diversos métodos que se emplean para atacar nuestro sistema informático mediante ciberataques y los medios empleados para combatirlos. El uso de los conocidos como antivirus está totalmente generalizado a nivel personal y no digamos en el empresarial.

Pero ¿qué herramientas poseemos para combatir la información infectada? Se sabe, aunque no por todos, que existen páginas que no se deben consultar porque generalmente no son fiables o tienen tendencias o intenciones claras, opuestas a nuestra forma de entender la situación y por ello no tomamos en consideración lo que ellas encontramos o, simplemente, no las consultamos.

Desde hace relativamente pocos años, se está desarrollando y empleando una nueva herramienta, que se conoce en inglés como Critical Thinking que se podía definir como “El modo de pensar –sobre cualquier tema, contenido o problema– mediante el cual el pensante mejora la calidad de su análisis al manejar correctamente las estructuras inherentes del acto de pensar y así interpretar la información que nos llega, sometiéndola a determinados estándares intelectuales”.

Mediante este método, la persona que recibe cualquier tipo de información, desmenuza la misma a través de una serie de preguntas, que una vez contestadas nos permiten identificar entre otros conceptos: el propósito, intenciones, simplificaciones, deducciones, posibles tendencias o desviaciones del autor, así como los conceptos reales que contiene y la calidad y fiabilidad del contenido mediante unos estándares intelectuales.

El método, de una complejidad relativa, se complementa con lo que se conoce como el “Análisis Estructurado”, herramienta que alberga diferentes métodos para definir diversas líneas de acción o soluciones para afrontar un problema o reto. Estos métodos, aunque inicialmente se introdujeron más rápidamente en los procedimientos de análisis de la inteligencia militar, tienen hoy en día  una aplicación universal, incluso en la enseñanza básica de los niños. Por ello, en breve serán un complemento más de la formación de los analistas y directivos de las empresas que decidan no ser víctimas de los errores inherentes que nos puede proporcionar aquello que encontremos en las tecnologías 2.0 y pretendamos emplear en nuestro beneficio personal o laboral.