Compra masiva de activos por el BCE: ¿vinculada a un objetivo social?

Julián Galán
Funcionario del Estado
Preparación de la oposición a Técnicos de Gestión del Estado en el CEF.-
Miembro de la ACEF.- UDIMA

 ¿vinculada a un objetivo social?
Foto de Stock.xchng

Desde hace tiempo, muchos somos los que nos hemos sumado en reclamar la articulación de una agenda política que incorpore medidas fiscales y monetarias expansivas, y en esa línea parece que el BCE ha decidido actuar, tras una gran  expectativa generada durante los últimos meses, en torno a una posible compra masiva de activos financieros, deuda pública y privada, por parte del banco de Frankfurt.

Hace unos días hemos asistido al anuncio del presidente del BCE, Mario Draghi, poniendo en práctica su famosa y archiconocida frase de julio de 2012: “Haré todo lo que tenga que hacer para evitar la ruptura del euro”, de compra de activos financieros, principalmente deuda soberana, por importe de 60.000 millones de euros al mes hasta septiembre de 2016, lo que supone un total de 1,14 billones de euros, siguiendo la estela marcada por la FED estadounidense.

Sin duda, es una noticia en la línea de poner en marcha de políticas monetarias expansivas, si bien el objetivo de esta adquisición de activos, anunciado por el propio Draghi, es el aumento de la inflación al 2% de media en la UE y evitar así el riesgo de deflación que pesa sobre las economías europeas, que aunque es un objetivo a tener en cuenta, adolece de otros objetivos de carácter social, aspecto fuertemente afectado desde el inicio de la crisis y totalmente olvidado por la Troika europea.

Sin duda rozar la deflación es una cuestión a tener en cuenta, pero se siguen manteniendo ciertos parámetros de medición estrictamente economicistas, obviando cualquier consecución de objetivos a nivel social

Es, pues, una medida aplaudida por los que reclamábamos medidas expansivas y políticas keynesianas, frente a la ortodoxia alemana, pero cuyo objetivo se vincula estrictamente a una métrica macroeconómica poco sensibilizada con la vertiente social. Mucho más aplaudida hubiera sido vincular esta medida de compra de activos a la tasa de desempleo de la UE o a la tasa de crecimiento, más que al nivel de deflación únicamente. Porque si esta medida se extiende hasta septiembre de 2016 con el objetivo de elevar la inflación al 2 % de media en la UE, ¿ello quiere decir que si antes de esa fecha se alcanza dicho objetivo, quedaría en suspenso o se cancelaría la compra mensual de activos? ¿Incluso si no hubiera dado tiempo a notarse sus efectos en la tasa de crecimiento o en la tasa de desempleo? Sin duda rozar la deflación es una cuestión a tener en cuenta, pero se siguen manteniendo ciertos parámetros de medición estrictamente economicistas, obviando cualquier consecución de objetivos a nivel social. La compra masiva de activos realizada por la FED se vinculó directamente al objetivo de crecimiento del PIB, sin duda un objetivo más complejo y ambicioso, pero que sin duda le ha funcionado a los EEUU permitiendo tasas de crecimiento en el último trimestre de 2,6 % (cifra que pudiera parece modesta hace algunos años, pero cobra cierta importancia comparada con las tasas de crecimiento que manejamos en la actualidad).

Otra medida, adoptada recientemente por la nueva Comisión Juncker, que hace mantener a la Unión Europea en la metodología de toma de decisiones que la caracteriza, de anunciar un espejismo de Plan de Inversión, en este caso de 315.000 millones de euros, apoyado en exceso en el concurso del sector privado, al detallar que en inversión pública real solo habrá 21.000 millones (16.000 millones de la Comisión y 5.000 millones del Banco Europeo de Inversiones) y que el resto se obtendrá de la colaboración público-privada (siempre y cuando el sector privado considere que de esas inversiones se podrá obtener la suficiente rentabilidad), lo que supone un apalancamiento financiero de 1/15 (por cada euro público, 15 deben ser aportados por el sector privado), dejando este "Plan Juncker" más en el ámbito del dogmatismo de fe que en el ámbito del voluntarismo político real.

Por ello, seguimos insistiendo los que reclamamos un papel más activo, expansivamente  hablando, en la necesidad de adoptar medidas sin tibieza y que sea abandonada definitivamente la losa persistente del complejo austericista y se dé un giro verdadero a los principios de una Unión Europea perseguidora de una auténtica cohesión económica y social.