Contabilidad del impacto: hacia una nueva forma de medir el valor empresarial

Cristina Pascual Horas
CFO especializada en transformación financiera, digital y sostenibilidad empresarial
Empresa
En el mundo empresarial, lo que no se mide, no se gestiona. Durante décadas, las empresas han utilizado la contabilidad financiera tradicional como herramienta para reflejar su rendimiento económico. Pero en una economía cada vez más condicionada por la emergencia climática, las desigualdades sociales y la presión regulatoria, ese modelo se ha quedado corto. Mide beneficios, pero no necesariamente el valor real que la empresa genera (o destruye) para la sociedad.
Surge así la necesidad de una nueva contabilidad: la contabilidad del impacto. Esta aproximación propone incluir en los informes empresariales no solo el desempeño económico, sino también los efectos sociales y ambientales de la actividad. El objetivo: dotar a directivos, inversores y reguladores de una visión más completa y útil para la toma de decisiones.
¿Qué es la contabilidad del impacto?
La contabilidad del impacto busca monetizar los efectos no financieros -positivos y negativos- que una empresa genera en su entorno. Esto incluye, por ejemplo:
- El coste ambiental de sus emisiones.
- El valor social de pagar salarios por encima del umbral de pobreza.
- El beneficio para la salud de ofrecer productos sostenibles.
Estos factores, que tradicionalmente se han tratado como externalidades, pueden tener un efecto real sobre la sostenibilidad del negocio y la percepción de los stakeholders. Monetizarlos permite compararlos, integrarlos en los informes y analizarlos con el mismo rigor que se aplica al EBITDA o al ROCE.
Esta disciplina no busca reemplazar la contabilidad financiera, sino complementarla. Permite pasar de una visión centrada en el accionista a una que considere el valor total creado para la sociedad en su conjunto.
¿Cómo se aplica? Un proceso en cuatro pasos
1. Identificación de impactos ESG relevantes
Cada empresa debe mapear sus principales efectos ambientales, sociales y de gobernanza. Por ejemplo, emisiones de CO2, uso del agua, empleo local, formación o accesibilidad del producto.
2. Cuantificación en unidades físicas
A continuación, se miden estos impactos en unidades objetivas: toneladas de CO2, horas de formación, litros de agua, número de beneficiarios, etc.
3. Monetización del impacto
Aquí está el corazón del modelo. Se asigna un valor económico a cada impacto. Algunos ejemplos:
Impacto | Valor de monetización |
---|---|
CO2 | Coste social del carbono (95 €/tCO2 según UE) |
Agua | Precio ajustado por escasez regional |
Formación | Valor de mercado por hora |
Salarios bajos | Diferencia respecto al salario digno |
4. Integración en informes y decisiones
Los resultados pueden incorporarse en informes internos o externos, análisis de inversiones, decisiones estratégicas, cuadros de mando o cuentas ajustadas por impacto.
¿Quién lo está desarrollando?
Actualmente existen iniciativas destacadas que están promoviendo esta transformación:
- Impact-Weighted Accounts Project (Harvard Business School): propone la integración de impactos monetizados directamente en los estados financieros. Han analizado más de 1.800 empresas globales, mostrando que en muchos casos los impactos negativos superan el beneficio operativo reportado.
- Value Balancing Alliance (VBA): alianza de grandes corporaciones como BASF, SAP, Novartis o Bosch, que desarrolla un marco contable estandarizado para monetizar y reportar impactos ESG. Colabora con la Comisión Europea (EFRAG) y busca influir en la regulación futura (CSRD, ESRS).
- Global Steering Group for Impact Investment (GSG): plataforma global que impulsa políticas públicas y ecosistemas de inversión basados en impacto, apoyando marcos comparables y auditables.
¿Y en la práctica?
Empresas como BASF, Bosch o SAP ya han comenzado a implementar estos modelos. Por ejemplo:
- BASF ha publicado informes que muestran el impacto monetizado de su actividad en el entorno.
- SAP utiliza métricas de impacto en sus modelos de negocio y evalúa productos en función de su contribución social.
- Bosch ha monetizado aspectos como la salud laboral, los efectos climáticos o la seguridad de producto, integrándolos en su planificación estratégica.
Aunque todavía no existen normativas contables universales para registrar estos valores, las propuestas más avanzadas plantean cuentas de resultados ajustadas por impacto, y ratios de rentabilidad basados en el valor total neto (económico + social + ambiental).
¿Hacia dónde vamos?
La contabilidad del impacto está aún en evolución, pero avanza rápido. La directiva CSRD en Europa exigirá desde 2025 reportes de sostenibilidad bajo estándares estandarizados (ESRS), lo que abre la puerta a una mayor integración entre lo financiero y lo no financiero.
Para los CFO y responsables financieros, esto supone un reto -requiere nuevas capacidades y herramientas-, pero también una oportunidad: liderar la transformación hacia una empresa más transparente, resiliente y orientada al largo plazo.
Conclusión
Medir solo los beneficios económicos es, hoy, insuficiente. La contabilidad del impacto ofrece una vía para entender el valor real que una empresa genera. No se trata solo de cumplir con regulaciones, sino de construir una empresa más inteligente, más alineada con su propósito y más conectada con las expectativas de una sociedad que ya no se conforma con resultados a corto plazo.
Quienes antes comprendan y apliquen esta lógica tendrán una ventaja competitiva en el mundo que viene.