¿Se puede convertir la democracia en tiranía?
Javier Cabo Salvador
Doctor en Medicina y Cirugía Cardiovascular. Director de la Cátedra de Gestión Sanitaria y Ciencias de la Salud de la UDIMA. Catedrático en Investigación Biomédica de la UCNE. Catedrático de Ingeniería Biomédica de la UCAM. Miembro de la Academia de Ciencias de New York.
Política
“El deseo insaciable de libertad ocasiona una demanda de tiranía"
Este artículo de reflexión está escrito en mayo, coincidiendo con las elecciones municipales y autonómicas, donde a través de un sistema imperfecto, con listas electorales cerradas, y con un reparto de escaños efectuado mediante un sistema proporcional injusto, Método D'Hont de promedio mayor, se asignan los escaños en los sistemas de representación proporcional por listas electorales. Este método imperfecto está basado en la división sucesiva del total de votos de cada lista por una serie de divisores, con un claro efecto negativo para los partidos con votantes repartidos por toda la península y con poco porcentaje en cada circunscripción, teniendo además unas barreras de entrada nada equitativas, variando según el territorio. Así, en Cataluña o en Andalucía se necesita un 3 % de votos para conseguir un escaño, mientras que en la Comunidad Valenciana o Madrid es preciso reunir un 5 % del voto válido, proporción mínima de votos que necesita una lista electoral para poder conseguir escaños, buscando evitar la fragmentación parlamentaria. Por todo ello, la democracia en España carece de uno de sus atributos fundamentales como es la igualdad, puesto que el voto de los españoles, no vale lo mismo. Los más favorecidos por este sistema son los grandes partidos y aquellos que acumulan un gran número de votantes en el mismo espacio geográfico (los nacionalismos), por lo que dicho método, bajo mi punto de vista y bajo el punto de vista matemático, no es equitativo.
Democracia, término que proviene del griego demos que significa pueblo, y kratia que significa poder. Así pues, la democracia es “el poder del pueblo”, palabra inventada por los griegos atenienses para definir un “sistema de gobierno de la ciudad, en el cual las decisiones eran tomadas por la asamblea de ciudadanos, y no por un rey o un emperador”, como sucedía en otras ciudades o imperios de la antigüedad. Falsa democracia, puesto que el voto estaba restringido en la antigua Atenas a solo los varones adultos. Las mujeres y los esclavos (que eran la mayoría) quedaban excluidos. Democracia, forma de organización social y política que atribuye la titularidad del poder al conjunto de la ciudadanía. Democracia, tipo de organización del Estado en el cual las decisiones colectivas son adoptadas por el pueblo mediante mecanismos de participación directa o indirecta, que confieren legitimidad a sus representantes. Democracia, forma de convivencia social en la que los miembros son libres (uno de los principales atributos de la democracia) e iguales (otro de sus atributos fundamentales); y las relaciones sociales se establecen conforme a mecanismos contractuales previamente definidos.
Ideales de democracia, citados en el libro Utopía, de Tomás Moro, en 1516, imaginando una isla en la que las autoridades eran elegidas por el voto popular y donde además los cargos se rotaban para que nadie acumulara poder. Ideas citadas por John Locke en 1690, en el Segundo Tratado sobre el gobierno, donde Locke habla de la soberanía popular y del contrapeso necesario entre el parlamento y la autoridad de los reyes, en un intento de desterrar la idea del tiranicidio. Locke considera que un rey constitucional que esté subordinado al poder civil del Parlamento es más que suficiente. Ideas que en el marco de la Ilustración francesa del siglo XVIII, Montesquieu propuso en 1748 en El espíritu de las leyes, donde recrea el modelo político inglés del sistema de separación de poderes y monarquía constitucional, que considera el mejor en su especie como garantía contra el despotismo, con la división del poder del Estado en ejecutivo, legislativo y judicial, aduciendo que “todo hombre que tiene poder se inclina por abusar del mismo; y va hasta que encuentra límites”. Ideas adoptadas posteriormente en la independencia de los Estados Unidos y en la fundación de las repúblicas posteriores a la Revolución Francesa de 1789.
Democracia, ejercitada como una de las tres formas de gobierno descritas por Platón y por su discípulo Aristóteles: monarquía (gobierno de uno), aristocracia, entendida como (gobierno “de los mejores” para Platón, y gobierno “de los menos”, para Aristóteles), y democracia (gobierno "de la multitud" para Platón y “de los más”, para Aristóteles). La creación de un Estado democrático u otro viene dado de la decisión del pueblo, dependiendo de los intereses de quienes resulten ser los factores reales del poder del momento. No todas las democracias son iguales. Por ello la democracia puede ser: directa, semidirecta o participativa, indirecta o representativa, y, potencialmente también, democracia líquida.
Democracia directa, denominada así cuando las decisiones son adoptadas directamente por los miembros del pueblo, mediante plebiscitos y referéndums vinculantes, con elecciones primarias. Democracia directa en estado puro, que se practica en Suiza en dos de sus cantones o provincias, organizados sociopolíticamente en torno a asambleas populares. En estas poblaciones, una vez al año los ciudadanos de dichos cantones se reúnen para votar leyes, presupuestos y reformas constitucionales. Las decisiones las toma el pueblo soberano en asamblea. No existen representantes del pueblo, en todo caso, delegados que se hacen portavoces del pueblo, que únicamente emiten el mandato asambleario. Se trata del tipo de democracia preferido, no solo en sus orígenes por los demócratas de la Antigua Grecia, sino también para muchos pensadores modernos como Jean-Jacques Rousseau, quien en El contrato social, Libro III, Capítulo IV, afirmaba: “Si hubiera un pueblo de Dioses, se gobernaría democráticamente”.
Democracia indirecta o representativa, aquella en la que las decisiones políticas son adoptadas por personas reconocidas por el pueblo como sus representantes. Democracia que se presenta como la forma más eficiente posible en sociedades de masas, argumentando que permite una decisión eficaz por un número pequeño de personas en nombre del mayor número. Casi todas las democracias occidentales modernas son indirectas o representativas; como la monarquía parlamentaria del Reino Unido, la república parlamentaria de Irlanda, o la república federal de Estados Unidos, así como en España, Italia o Japón, por ejemplo.
Democracia semidirecta o participativa, denominada así cuando se aplica un modelo político que facilita a los ciudadanos su capacidad de asociarse y organizarse de modo que puedan ejercer una influencia directa en las decisiones públicas, o cuando se facilita a la ciudadanía mecanismos como: el referéndum, donde el pueblo elige sobre una propuesta (a mi juicio, un absurdo recurso de juego de suma cero, utilizado por los demagogos y por los charlatanes agitadores de masas para de esa manera poder manipular al pueblo); el plebiscito, donde el pueblo concede o no concede la aprobación final de una norma, constitución, ley, o tratado; la iniciativa popular, mediante el cual un grupo de ciudadanos puede proponer la sanción o anulación de una ley; y la revocación de mandato o destitución popular, mediante el que los ciudadanos pueden destituir a un gobernante. En la actualidad, los mayores representantes de la democracia semidirecta son Suiza y Estados Unidos.
Existe también como propuesta teórica, una cuarta democracia, la democracia líquida o democracia delegativa revocable, que combina las ventajas de la democracia directa y la representativa e incluye la posibilidad de delegación de voto revocable de forma instantánea. Sistema que posibilita votar por internet cada decisión del parlamento y realizar propuestas, o delegar el poder de voto a un partido de confianza.