El Bosco y su delicioso jardín
ARTE
Javier de la Nava
Profesor del CEF.-
Cuando esta publicación esté en manos de los lectores habrá concluido la que sin duda será considerada la exposición artística más importante del año: El Bosco, conmemoración de los 500 años del fallecimiento del genial pintor flamenco, cumplidos el 9 de agosto. En el Museo del Prado, con el patrocinio de la Fundación BBVA, miles de visitantes tuvimos la gran satisfacción de contemplarla. Con motivo de tan emblemática fecha se organizó la primera muestra monográfica dedicada en España a Jheronimus van Aken, familiarmente Joen, conocido en nuestro país como El Bosco.
Se pudo apreciar el repertorio más completo de uno de los artistas más enigmáticos e influyentes del Renacimiento, su extraña y personalísima visión del mundo. A través de un espectacular montaje expositivo se nos ofrecieron además de sus relevantes trípticos, medio centenar de obras, entre ellas 21 pinturas y ocho dibujos originales del artista. En total tres cuartas partes de su producción conservada en la actualidad. La exposición se acompañaba de pinturas, miniaturas, relieves y grabados realizados por otros artistas, discípulos y/o seguidores de El Bosco.
Siete secciones articulaban el conjunto artístico. La primera se centraba en la cuna del pintor, la ciudad holandesa de 's-Hertogenbosch, comúnmente llamada Den Bosch, de la que Joen tomó su nombre artístico, en francés Bois-le-Duc y en castellano Bolduque, (el bosque del duque). Cuarta ciudad del ducado de Brabante (Países Bajos), tras Bruselas, Amberes y Utrecht, en 1450, fecha de su nacimiento, allí residían 17.000 personas. La villa aún conserva sabor medieval y sus descendientes aún residen en la misma casa donde vivió y trabajó el pintor. El artista no fechó ninguna de sus realizaciones, de ahí que la exposición se articule en seis secciones temáticas: Infancia y vida pública de Cristo, Los santos, Del Paraíso al Infierno, El jardín de las delicias, El mundo y el hombre: Pecados Capitales y obras profanas, y La Pasión de Cristo. Además de las obras de trasunto religioso, entre su producción artística aparecen: relaciones entre hombres y mujeres; lucha entre el pecado y el placer; el poder omnímodo de ese nuevo dios que aparece fulgurante en la historia, el dinero; o confrontación entre cultura y naturaleza, de la que era un estudioso. En uno de los dibujos expuestos, El bosque tiene ojos, aparece la moraleja “Mantén los ojos abiertos y la boca cerrada”.
El interés que mostró Felipe II por el pintor flamenco posibilita que en España se encuentre el mayor número de sus cuadros
El interés que mostró Felipe II por el pintor flamenco posibilita que en España se encuentre el mayor número de sus cuadros. En su cámara real de El Escorial, el monarca tenía El jardín de las delicias, la producción de El Bosco más emblemática y admirada, reflejo de una innovadora técnica pictórica y enorme capacidad de invención. El tríptico llegó al Museo del Prado en 1933 para su restauración y ya no salió. Felipe II interpretaba la composición en clave devota, “como una sátira pintada de los pecados y desvaríos de los hombres”. Para otros es una traducción pictórica de refranes populares, o bien la han leído en clave herética, erótica o esotérica, y realizado reflexiones psicoanalíticas, “quien busca significados simbólicos quiere algo seguro a lo que agarrarse para salvarse del vacío”. Desde el centro del tríptico, un ser híbrido entre lo vegetal, lo animal y lo humano, con el rostro más grande y aparentemente realista de todo el conjunto, nos mira y sonríe. Tal vez, el propio Bosco en su delicioso jardín.
(Imagen: Las tentaciones de San Antonio Abad. © Museo del Prado)