“Los padres de hoy quieren llevar tres vidas en una”

Entrevista. JAVIER URRA. Psicólogo y Pedagogo

Ramón Oliver
Miembro de la ACEF.- UDIMA

Javier Urra (Estella, Navarra, 1957) es una de las figuras más relevantes en el campo de la educación y de las relaciones entre padres e hijos en España. Doctor en Psicología Clínica, Pedagogo Terapeuta, profesor universitario, escritor, conferenciante, divulgador y colaborador habitual de distintos de medios de comunicación, Javier Urra es una  de las voces más autorizadas e influyentes en la defensa de la infancia y la adolescencia en nuestro país. Una labor que ha desarrollado desde diversos ámbitos, ya sea desde el desempeño de cargos públicos como los de Defensor del Menor en la Comunidad de Madrid (1996-2001) o Presidente de la Red Europea de Defensores del Menor (1999-2001), ya como asesor del Senado y el Congreso de los Diputados. Acaba de publicar Respuestas Prácticas para padres agobiados (Editorial Espasa).

Entrevista Javier Urra¿Somos demasiado protectores con nuestros hijos?

La mayor parte de los padres los son. No quieren que sus hijos sufran, que se lleven desengaños… Son “padres helicóptero”, en cuanto hay un problema se presentan sobrevolando por encima para ayudar. Pero la vida es dura. Hay desahucios, pérdidas, separaciones dolorosas… El sufrimiento forma parte de la vida y a los hijos hay que fortalecerles para que puedan afrontar las adversidades.

¿Cómo afecta la actual crisis a la relación entre padres e hijos?

De varias maneras. En primer lugar, están los muchos padres que se encuentran actualmente en situación de desempleo y con dificultades para llegar a fin de mes. Es una situación muy angustiosa, y en esas circunstancias resulta muy difícil educar. En segundo término estás los padres que sí tienen empleo y que, precisamente por miedo a perderlo, dedican muchas horas del día a trabajar, lo que va en perjuicio del tiempo que pasan con sus hijos.

¿Perjudican los horarios laborales españoles  a la relación de los padres con sus hijos?

Sí, sobre todo porque generan mucho estrés en los padres. Los padres quieren estar con sus hijos, ser buenos padres, y se preocupan, se informan y asumen su responsabilidad como padres. Pero, por otra parte, también necesitan trabajar muchas horas ya que las circunstancias actuales así lo exigen. Vivimos, además, en una sociedad poco austera, muy consumista; todos quieren viajar, tener más de un coche,  celebrar una comunión de los niños por todo lo alto… Hay mucho gasto y se necesita generar muchos ingresos.

¿Y en qué medida afecta a esta relación el estilo de vida contemporáneo?

También influye. Y es que a todo lo anterior habría que añadir que los padres de ahora tienen una  percepción de sí mismos como personas jóvenes que, además de compaginar trabajo y familia, quieren llevar sus propias vidas. Aficiones, amigos… por no hablar de cambios de pareja y otras circunstancias. Todo esto conlleva que la gente quiere llevar tres vidas en una, algo que  no es posible y que genera un gran estrés.

¿Y las nuevas tecnologías?

Tenemos que ayudar a nuestros hijos a comprender los peligros de compartir datos personales o fotografías en Internet

Las nuevas tecnologías provocan una gran contradicción. Los padres quieren pasar tiempo con sus hijos, pero entonces se va toda a familia de vacaciones en el coche y resulta que cada hijo está en un rincón del vehículo “enchufado” a una pantallita distinta, ya sea una consola, una tableta o un DVD. Así que aunque pasan tiempo juntos, no hay comunicación entre ellos. Hay momentos buenos para ver la televisión, para estudiar, para jugar… pero también ha de haberlos para charlar, para comentar cómo les ha ido el día en el colegio o en el trabajo… Es importante que las nuevas tecnologías no nos distancien en los espacios de tiempo que tenemos para compartir.

¿Considera necesario un gran pacto para la educación  en España?

Por supuesto. Los partidos políticos tienen que entender que no es educación para la vida, sino que la educación es la vida. A partir de ahí, deberían olvidarse de diferencias de criterios y llegar a acuerdos fundamentales para trabajar juntos en la misma dirección.

¿Y qué dirección sería esa?

Habría que empezar a trabajar desde la enseñanza primaria, desde los primeros estudios. Por ejemplo, hay poquísimos profesores varones en las primeras etapas del aprendizaje de los niños, cuando se educa la sensibilidad. Por otra parte, en una sociedad de la duda y de la incertidumbre como la que vivimos, hay que ayudar  a los chicos para que sean capaces  de dar respuesta a los dilemas que se les van a presentar.  Ir preparando a los jóvenes para salir a un mundo sin fronteras que les va a exigir una gran capacidad de adaptación.

¿Cómo se traduce eso en aspectos educativos concretos?

Necesitamos educar a los jóvenes en aspectos clave como la creatividad, la responsabilidad, el esfuerzo… También habría que trabajar muy seriamente en el desarrollo del lenguaje y la palabra escrita; los jóvenes tienen muchas dificultades para expresarse o para exponer en público. De igual modo, sería conveniente crear asignaturas en favor de la urbanidad, del civismo, de la empatía o de erradicar cualquier rasgo de machismo o de violencia de género ya desde los primeros años.

El sufrimiento forma parte de la vida y a los hijos hay que fortalecerles para que puedan afrontar las adversidades

En países como Finlandia, con un sistema educativo muy valorado, los maestros gozan de un gran reconocimiento social y prestigio, ¿qué habría que cambiar para que los maestros españoles alcanzaran ese estatus?

Conozco bien al profesorado en España y, en su conjunto, es muy vocacional y comprometido. De lo que ya no estoy tan seguro es de que todos dispongan de las herramientas pedagógicas suficientes para desarrollar su labor. Y también es cierto que algunos de estos profesores imparten sus clases  siguiendo unos modelos un tanto anticuados, basados en el monólogo y la clase magistral.  Los niños y los jóvenes demandan unas clases que sean más interactivas, y no sólo me refiero al uso de las nuevas tecnologías, sino a que haya una mayor participación de los estudiantes en ellas. Por último, hace falta también un mayor apoyo desde los medios de comunicación y de las asociaciones de padres.

Volviendo a las nuevas tecnologías, fenómenos como el ciberacoso o el grooming se están revelando como problemas cada vez más serios para nuestros niños y jóvenes.  

Lo peligroso de un cuchillo no es el cuchillo sino el uso que se haga del mismo. Con las nuevas tecnologías sucede lo mismo. En el ámbito jurídico se han producido muchos movimientos en este sentido en los últimos años. Tanto desde la Fiscalía General del Estado, como desde el Congreso o el Senado se sigue de cerca este problema  y se trabaja con las fuerzas de Seguridad del Estado para que se pueda penalizar más a quien hace un daño que se extiende en el tiempo y en el espacio.

¿Y qué pueden hacer los padres respecto a este problema?

Estar cerca de nuestros hijos, tratar de identificar quién es el agresor, quién la víctima o quienes los cobardes que se ponen del lado del agresor y no de la víctima. Ganarnos la confianza de nuestros hijos es lo fundamental  y también lo más difícil, el 80% de los niños no cuentan lo que les sucede en la Red. Es una nueva realidad y hay que enseñar a los chicos a manejarse en ella. Tenemos que ayudarles a comprender los peligros de compartir datos personales o fotografías en Internet. Enseñarles respetar su propia dignidad y la de los demás.