España, ¿es país para viejos?

REPORTAJE

Juan J. Añó
Miembro de la ACEF.- UDIMA

España,¿es país para viejos?
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Tradicionalmente la demografía no es un tema que ocupe grandes portadas en los medios. Sin embargo, se trata de un tema transversal relacionado con otros ámbitos de la sociedad en que vivimos. La evolución demográfica de un país está estrechamente conectada con otras variables como la salud, la elaboración de productos alimenticios, los movimientos migratorios, entre otros indicadores de la situación social de ese país. Sus estudios estadísticos son un claro indicador de esa situación y de su evolución en el tiempo. Por poner un ejemplo, la Organización Mundial de la Salud señalaba que un niño nacido en 2012 en un país de altos ingresos viviría hasta los 76 años, frente a los 60 si naciera en un país menos desarrollado; esto se agudiza más en el caso de las niñas: 82 frente a 63.

La Organización de las Naciones Unidas, en el año 1989, estableció el día 11 de julio como el Día mundial de la población, que intenta desde entonces concienciar de las problemáticas demográficas a nivel global. Cada año se centra en un tema de candente actualidad, como la edición de 2015, dedicada a las poblaciones vulnerables en situación de emergencia por conflictos armados, catástrofes, etc., ante las cifras record de desplazados, 60 millones de personas según el propio organismo supranacional.

En el caso de nuestro país, las estadísticas demográficas nos hablan de que España es uno de los países que lideran la variable de la esperanza de vida.  Dicha variable se sitúa en 2015 en lugar destacado en relación a los demás países: en el caso de los hombres se cifra en 80,17 años y en el de las mujeres en 85,71 años. Entramos así de lleno en un tema que sí es tratado en los medios con cierta recurrencia, el envejecimiento de nuestro país, ante las bajas cifras de natalidad que el Instituto Nacional de Estadística cifraba en 9,1 nacimientos por cada 100.000 habitantes. Según este mismo organismo esta tasa se ha reducido desde 2008 en un 18%.

Sin embargo, como en todas las facetas de la vida, el tema del envejecimiento presenta interpretaciones dispares, y en ocasiones interesadas. Mientras unas voces alertan de dificultades futuras para el mantenimiento de las pensiones y la protección social a la tercera edad, otros especialistas señalan que ese futuro negro no lo es tanto si se enmarca en una interpretación que no se centre tan solo en el hecho demográfico. De entre estos últimos, Faustino Fernández Cordón, doctor en economía y demógrafo, señala en un artículo en la web de Economistas frente a la crisis, el 27 de julio de 2015, que “La evolución demográfica futura no es tan fiera como la pintan. Simplemente exige cambios que permitan una redistribución de la riqueza que no sacrifica el nivel de vida de adultos y niños. Lo más urgente es, sin ninguna duda, desplazar el debate hacia la producción y la distribución de la renta y es probable que las soluciones exijan más Estado”.

Ante este debate, hemos querido parafrasear el título de la novela de Cormac McCarthy, No es país para viejos, llevada al cine por los hermanos Coen. ¿Será España un “país para viejos” a medio y largo plazo? Lo que parece indudable es que la transformación de nuestro mercado laboral está suponiendo una merma de la regularidad de cotizaciones a la Seguridad Social que los expertos achacan a la devaluación salarial y la precarización laboral, así como a las bonificaciones a la contratación (“tarifa plana”). Y es el Fondo de reserva el que soporta esas desviaciones. El déficit de la Seguridad Social alcanzó en 2014 el récord de 15.006 millones de euros. Desde esta perspectiva, no parece que en ese escenario pueda España ser a medio o largo plazo un “país para viejos”.

Se está empezando a poner el acento en la atención y estudio de los procesos de envejecimiento

Sin embargo, si desplazamos el debate a la articulación de medidas de todo tipo, pero esencialmente económicas, para mejorar el  crecimiento y el empleo, las circunstancias podrían cambiar. Como señala Fernández Cordón, en el artículo antes citado, “Con una tasa de empleo mayor podrían reducirse aún más los salarios reales, al amparo de la reforma laboral vigente, ahora sin afectar el nivel de vida, puesto que disminuiría la carga de dependientes adultos (parados e inactivos) en las familias. De que este excedente vaya a engrosar las rentas del capital o pueda ser dedicado a la población mayor depende el futuro de nuestro sistema de protección social”.

Lo que parece tristemente evidente es que no cabe esperar decisiones más o menos drásticas e inmediatas en estos asuntos por parte de la clase dirigente de nuestro país, ya que sus parámetros temporales se ciñen al corto plazo, básicamente convocatorias electorales.

Cabe preguntarse si tiene sentido desaprovechar el capital de experiencia de nuestros mayores, máxime cuando los avances científicos y en otros ámbitos, nos permiten una longevidad impensable en épocas pasadas, no solo en cantidad sino también en calidad de vida. Resulta chocante que a la hora de regulaciones de empleo son los mayores de 55 años uno de los sectores de edad más afectados. La experiencia, así, se margina por criterios meramente económicos. A raíz de este hecho se ha creado  un porcentaje de parados que en pocos casos lograrán encontrar acomodo en el mercado laboral y que difícilmente podrán llegar a una jubilación, podríamos decir, “feliz”.

España,¿es país para viejos?
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Cada vez más desde diversos ámbitos profesionales, médicos, psicólogos, etc., se está poniendo el acento en la atención y estudio de los procesos de envejecimiento, con el afán no solo del cuidado de la salud sino que lograr que la vejez sea una “etapa valiosa, creativa y poderosa en términos vitales y absolutamente necesaria en términos de crecimiento personal”, como señala en su web Carmen Giménez Cuenca, precursora y líder del Coaching Antiaging en nuestro país.

Por su parte, la filosofía con la que nació la Sociedad Española de Medicina Antienvejecimiento y Longevidad (SEMAL), es la de “estudiar los ejercicios terapéuticos y los tratamientos médicos beneficiosos para ralentizar el envejecimiento de nuestro organismo y poder mejorar las funciones corporales, con el fin de renovar las perspectivas de futuro en lo referente a la calidad de vida de las personas”.

Existe una gran diferencia entre una persona de 70 años en la actualidad y una de la misma edad, por ejemplo, a mediados del pasado siglo. La educación, los cuidados médicos, la concienciación del propio papel en la sociedad, entre otros factores, marcan sensibles diferencias entre ambos ejemplos. Conseguir pues que nuestros mayores tengan un acomodo justo en nuestra sociedad es un reto inaplazable.

PROYECCIÓN DE LA POBLACIÓN ESPAÑOLA 2014-2064

El Instituto Nacional de Estadística (INE) publicó el pasado mes de octubre el informe Proyección de la Población de España 2014-2064. Entre las conclusiones de dicho estudio destaca el paulatino envejecimiento de la población española en los próximos 50 años. Si se cumplen las proyecciones del INE, la población mayor de 65 años, que en la actualidad representa un 18,2% del total, pasaría a ser el 24,9% en 2029 y el 38,7% en 2064. Por lo que se refiere a la esperanza de vida, esta  aumenta tanto para los hombres como para las mujeres, alcanzando los 84 y 87 años respectivamente en 2029, lo que representa un incremento de 4 y 3 años. La esperanza de vida alcanzaría, siguiendo esta progresión, los 91 años en los hombres y  95 años en mujeres en 2064. A pesar de estas cifras, España perderá un millón de habitantes en los próximos 15 años, 5,6 en los próximos 50. Esta merma poblacional es debida al saldo vegetativo (relación entre nacimientos y defunciones) negativo que ya se está produciendo en nuestro país debido al mencionado envejecimiento de la población.  Por primera vez desde que se cuenta con estadísticas el número de defunciones superará al de nacimientos al finalizar 2015.

(Fuente: INE)

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