Florencia, donde el Arte se respira
Javier de la Nava
Profesor de Macroeconomía y Gestión de Riesgos en el Grupo Educativo CEF.- UDIMA.
Ocio y cultura
En el año 1817, el novelista francés Henri-Marie Beyle, conocido por Stendhal, visitó Florencia. En la basílica de la Santa Croce, abrumado ante las tumbas de Miguel Ángel, Maquiavelo o Galileo, sintió taquicardias, mareos y sudores que obligaron a su ingreso hospitalario. Posteriormente, en su obra Rome, Naples et Florence detalló “sentí que mi vida se agotaba”. La patología se incorporó al vademécum médico como síndrome de Stendhal, “síntoma psicosomático consecuencia de la fuerte emoción ante obras de arte de extrema belleza” o reacción romántica por goce artístico.
La psiquiatra italiana Graziella Magherini, en 1979, definió médicamente esta afección sufrida por personas mientras visitan Florencia, en especial la Galleria degli Uffizi, donde se agrupan las principales obras del Renacimiento florentino. La catalogó en tres tipos: percepción alterada de colores y sonidos, además de depresión, euforia y desorientación, en dos tercios de los viajeros; 30 % sufre alucinaciones, angustia y descontrolado estrés; y un 5 %, grave crisis de pánico y ansiedad. Al relacionarnos, con personas o cosas, nuestras emociones se alterarán positiva o negativamente y notaremos cambios fisiológicos como respuesta. Estímulos grandes como la belleza provocarán cambios intensos e impactarán sobre nuestra salud.
Florencia es la cuna del Renacimiento y los viajeros quedan sobrecogidos. Otros lugares son potenciales generadores del síndrome: Taj Mahal (India), Angkor Wat (Camboya), Machu Picchu (Perú), Capilla Sixtina, Mezquita-Catedral de Córdoba o la Alhambra de Granada. Otras ciudades relevantes como París y Jerusalén también los generan, aunque el primero es un trastorno psicológico padecido mayoritariamente por turistas japoneses, mientras el visitante de Tierra Santa se ve afectado por vivencias religiosas.
¿Por qué se registra esta patología más en Florencia que en otros sitios? ¿Será por concentrarse en la capital toscana el mayor número de icónicas obras de arte? ¿De dónde provienen? El Renacimiento se desarrolló bajo la hegemonía de los Médici, familia de banqueros de gran poder. Durante el mandato de Lorenzo el Magnífico (1469-1492), la ciudad fue el epicentro del renacer artístico, con Miguel Ángel o Boticelli. El legado de Petrarca permitió a los humanistas crear una escuela de pensamiento que recuperó textos latinos y griegos. Capital mundial de la cultura, a través del arte los Médici consolidaron su dominio financiero y político. En su posición original del Palazzo Vecchio, la estatua del David miraba desafiante a Roma, sede de los Goliat. Durante este periodo se encargaron piezas como El nacimiento de Venus de Botticelli, la cúpula de Brunelleschi u obras de Miguel Ángel, Tiziano o Leonardo da Vinci, muchas albergadas en la Galería de los Uffizi, antigua residencia de la poderosa familia.
¿A qué llamamos “belleza”? Como escribió san Agustín, “si no nos lo preguntan, lo sabemos, pero si debemos explicarla, la desconocemos”. Para Platón formaba parte de lo bueno y verdadero. Según los antiguos griegos era kalós, deseo sin fin que agrada a los sentidos y transmite valores e ideas fundamentales. Reflejo del principio creador de todas las cosas, reúne: regularidad, buen gusto, claridad y gracia. En el mundo grecolatino, la belleza amalgamaba proporción y armonía en las relaciones numérico-geométricas. Siempre, consuela y turba, es sagrada y profana, concierne a objetos e ideas abstractas, obras de arte y naturaleza, cualidades y palabras.
Los Médici desaparecieron hace tiempo, pero permanece una Florencia misteriosa e irreal. Aquí el arte es bálsamo para alma y cuerpo, corazón y mente. Provoca tal gozo interior y desbordante estado emocional que puede hacer a la persona llorar con desconsuelo y desorientarse. En el centro, rodeados por multitud de personas, a donde mires eres zarandeado por algo hermoso. La preocupación reside en el deterioro que el turismo masivo pueda provocar en la cuna del Renacimiento, donde el Arte se respira.