Un futuro prometedor

Niña estudiando delante portatil

Nicolás Pérez López-Ibor
Analista y estudiante del Grado en Economía en la UDIMA

Tecnología

9 meses tras el inicio de la pandemia COVID-19, el mundo entero sigue atravesando unos momentos críticos, puesto que en contra de las previsiones iniciales que atisbaban un recorrido rápido y poco doloroso, parece que vamos camino de una larga tragedia a la que aún le quedan días, semanas, o quizás varios meses por delante, a la espera de una vacuna como la única arma eficaz contra el virus capaz de parar su avance.

Muchos han sido los cambios y adaptaciones que han sufrido las sociedades actuales para poder convivir con él durante el tiempo necesario y quién sabe si quizás a futuro muchos de estos cambios son solo la piedra angular de grandes pasos tecnológicos y científicos que perdurarán para siempre.

Un virus como el actual coronavirus o COVID-19 se aprovecha fundamentalmente de la cercanía de los individuos y aumenta así su capacidad de transmisión tan rápida. Por eso, nuestro mundo hiperconectado ha servido de autopista para coger velocidad récord mientras continúa causando estragos de contagios y fallecidos. ¿Qué cambios entonces se están produciendo y cuáles han llegado para quedarse?

Pese a la evolución de la civilización, y con ella del planeta en el que vivimos, rodeados de sistemas con capacidades muy superiores a las del ser humano, la herramienta básica eficaz de lucha contra la expansión del coronavirus ha sido la misma medida tomada hace miles de años desde la Edad Media, el confinamiento, acompañado de la distancia social.

Este confinamiento ha llevado a la necesidad de continuar las tareas que lo permitieran desde los hogares, siendo por tanto imprescindible gozar de una conexión a internet. La digitalización ha sido por tanto clave, y así se ha implementado en mayor medida el "teletrabajo" y por otro lado, el "telestudio", cuestiones que han dejado a la vista la necesidad de una conectividad básica a escala global si queremos asegurar el funcionamiento mínimo de la sociedad de cara a futuros desafíos que vuelvan a provocar la obligación de tomar distancias. Estas medidas según parece llegaron para quedarse y tendrán sus efectos como con nuevos modelos de oficinas, sistemas virtuales de educación, y podrían llevar a cambiar por completo el modelo productivo y los servicios que en torno a él se generan. En este punto, también hemos aceptado ceder privacidad, para ganar seguridad colectiva, y todo apunta a que la sociedad del futuro será la sociedad del Bigdata donde conocerán todos nuestros movimientos pero también donde se podrá controlar de forma más rápida cualquier posible rebrote.

Hemos asistido a una mayor robotización de muchas tareas que antes eran realizadas por humanos y que para evitar el contacto han sido sustituidos por una mayor presencia de máquinas y tecnología. Prueba de ello lo encontramos en distintos servicios donde se emplea un mayor autoservicio, como en transportes, etc.

Por otro lado, hemos experimentado el auge de los servicios a domicilio, y es que estos han sido los mejores aliados para realizar entregas y recogidas de pedidos fuera de nuestros hogares, tanto de alimentación, restaurantes, como otros productos no tan esenciales, de forma que disponer de un local comercial no es ya lo principal sino más bien la rapidez con la que llegan los productos y asegurar su calidad de entrega.

Las ciudades también son grandes testigos de los cambios, la movilidad que cada día estaba siendo un mayor problema por la fuerte acumulación de tráfico y personas tiende a ordenarse por necesidad ante la demanda de espacio, de forma que se camina hacia una mayor peatonalización de determinadas arterias, restricción de zonas céntricas, en favor de un mayor uso de transportes no contaminantes como la bicicleta, y un auge creciente de las llamadas ciudades 15 minutos, donde todo lo esencial debe quedar dentro de ese rango, evitando así aglomeraciones en los transportes.

La economía y las finanzas resentidas a nivel global, por la imposibilidad generalizada del consumo, buscan también nuevos sustentos innovadores, ello pasa por una mayor apuesta digital de servicios financieros, buscando proximidad al cliente, ya que han sido las plataformas electrónicas las más utilizadas en contra del dinero físico, lo cual nos hace cuestionar si estará este condenado a desaparecer en un futuro no tan lejano, y si con ello también las oficinas bancarias, las que cada día son más innecesarias.

En definitiva, queda en evidencia que el mundo tal y como hoy lo conocemos está en plena transformación, con muchas nuevas formas de funcionar, entre ellas una mayor cooperación internacional, las cuales, de cara al futuro, serán la base de un sistema más robusto y preparado para poder responder a las nuevas amenazas globales. El ser humano debe ser capaz de adaptarse a estos cambios. De su capacidad y rapidez de adaptación dependerá la supervivencia de la especie humana.