¿Se puede ganar Eurovisión cantando en español?
Leticia Santana
Especialista en ELE. Profesora de la UDIMA.
Luis Manuel Fernández
Doctor en Comunicación. Profesor de la UDIMA.
Ocio y cultura
¿Es posible que algún día alcancemos la primera posición con una canción en castellano? ¿Nos aseguraría la victoria seguir la tendencia y apostar por el inglés? ¿Deberíamos defender el uso de la lengua española en un concurso musical? Cada año vivimos nuestro particular eurodrama en un evento internacional sin precedentes como lo es Eurovisión. Analizamos aquí el uso de la lengua a lo largo de la historia del festival y ofrecemos algunas claves sobre la presencia de nuestro idioma en el certamen
El Festival de Eurovisión está posicionado como el evento no deportivo más visto a nivel mundial. Los datos de audiencia confirman la importancia de un formato cada vez más rentable para la televisión pública de nuestro país. Concretamente, la final de Eurovisión de 2022 ha registrado la mejor cuota de los últimos 14 años en España (el cuarto mejor dato desde la edición de 2002 con Rosa López). En cuota de pantalla, según los datos de Kantar ofrecidos por Barlovento Comunicación, GECA y Dos30', este año el certamen ha congregado frente a nuestro televisor a un 50,8 % de share y 6.835.000 espectadores.
Sumado a esto, la conversación de los usuarios a través de las redes sociales lo ha convertido en uno de los espectáculos televisivos más populares. El uso sincrónico de Twitter y televisión ha reconfigurado por completo la forma de concebir este formato que año tras año acaba siendo la mayor conversación de redes sociales relacionada con contenidos televisivos. De hecho, en esta edición el hashtag #Eurovision ha sido tendencia en España y número uno mundial durante 8 horas.
No cabe duda, por tanto, que Eurovisión es un gran escaparate a nivel mundial (y no solo a nivel europeo, pues no hay más que ver las cifras de audiencia en Australia, donde una media de 2,7 millones de telespectadores siguen el festival cada año) y que ninguna candidatura toma decisiones al azar. Entre las más importantes se encuentra la elección de la lengua de la canción que representará al país.
Con la lengua fuera
Aunque en sus inicios eran mayoritarios los periodos en los que solo era posible interpretar canciones en una lengua oficial del Estado al que se representaba, desde 1999 se aboga por la pluralidad, la transversalidad y la visibilidad de lenguas minoritarias, lo que ha provocado que en el festival se hayan podido escuchar más de sesenta lenguas y dialectos distintos. Algunos ejemplos recientes los encontramos en el uso del amhárico por parte de Israel (2020), del abjasio por parte de Georgia (2019), de las lenguas saami e incluso suajili utilizadas por Noruega (2019 y 2011, respectivamente) o los versos en latín que incluyó la candidatura serbia este año en su In corpore sano (2022). Uno de los casos más llamativos es, sin duda, el de Rumanía en el año 2007, cuando el grupo Todomondo interpretó Liubi, liubu, I love you con versos en seis idiomas diferentes.
Actualmente hay libertad plena, incluso permitiendo participar a candidatos con canciones compuestas en una lengua inventada: en el año 2003, el grupo belga Urban Trad consiguió un codiciado segundo puesto con el tema New Age cantando en un idioma que solo existía en su imaginación. No obstante, la UER (Unión Europea de Radiodifusión) permite que cada país tenga su propia normativa al respecto. Un dato curioso es que, por ejemplo, aunque Albania exige en el proceso de selección nacional que la lengua sea autóctona, después puede ser cantada en inglés en el festival.
Sin embargo, la tendencia general suele ser el uso de una lengua oficial del Estado (normalmente la mayoritaria, véase el ejemplo de nuestro país, que nunca ha llevado canciones en gallego, catalán o euskera) o bien en inglés. De hecho, si acudimos a las cifras, el inglés es el idioma que más veces ha conseguido el primer puesto en Eurovisión. Un total de 29 canciones compuestas enteramente en esta lengua han ganado el ansiado micrófono de cristal, es decir, aproximadamente la mitad de las ediciones. El grupo sueco ABBA, con la conocidísima Waterloo, fue el primer ganador de Eurovisión que optó por el inglés en lugar de cantar en su lengua materna.
Desde entonces hasta ahora, y especialmente en los últimos años, han sido muchos los países ganadores que han apostado por el inglés para alcanzar el primer puesto: en lo que llevamos de siglo Rusia, Noruega, Alemania, Azerbaiyán, Austria, Dinamarca, Israel y Países Bajos son algunos ejemplos. Encontramos escasas excepciones en las victorias de los italianos Måneskin (2021), el portugués Salvador Sobral (2017), Marija Šerifović (2007) que ganó cantando en serbio y la ucraniana Jamala (2004) cuya canción combinaba estrofas en inglés y tártaro.
España también se ha sumado a esta tendencia de cantar en inglés en algunas ocasiones: en el año 2002 Rosa López se subió al escenario del festival en Estonia para interpretar el inolvidable Europe's living a celebration, en 2014 Ruth Lorenzo entonaba versos en inglés en su exitoso Dancing in the rain, igual que haría Manel Navarro en 2017 con Do it for your lover, por citar algunos. No fue hasta 2015 con la propuesta de Barei que la candidatura española llevó una canción compuesta totalmente en inglés: Say yay! Y, aunque a juzgar por los resultados elegir el inglés no es garantía de éxito, lo cierto es que existen tendencias en el uso de unas lenguas u otras en el festival.
Llámame, llámame…
Fue en el año 1961 cuando se oyó cantar en español por primera vez en Eurovisión. Nuestro país debutaba en el festival con Conchita Bautista y su mítico Estando contigo. La canción fue escrita e interpretada en español, como no podía ser de otra manera, pues el régimen franquista no permitía que España fuera representada en el extranjero con ninguna de las lenguas actualmente cooficiales del territorio. Esto hizo que Joan Manuel Serrat renunciara en 1968 a defender el tema La, la, la por no poder hacerlo en catalán. La defensa de la canción en el festival recayó sobre Massiel y el resto ya es historia de la televisión de este país (y del festival).
En el caso español, las bases actuales de la preselección del Benidorm Fest indicaban que las canciones presentadas al festival no podían superar el 35 % de la letra en un idioma diferente al castellano y/o lenguas cooficiales de España. Aquí surgió una intensa polémica con la ganadora de la preselección, Chanel y su tema SloMo. Esta canción tiene 424 palabras y 187 son términos en inglés, lo que representa un 44,1% del total. Además de las palabras en inglés (monetary, body, secondary…) la letra es rica en onomatopeyas (como na-na-na) y algunas licencias lingüísticas (como mengo en lugar de mango, señore' en lugar de señores; toy en lugar de estoy; pa' en vez de para). Ni siquiera el título (SloMo) aparece recogido en la RAE.
Mientras que en España nos hemos empeñado en internacionalizar nuestra canción con otra lengua, desde fuera de nuestras fronteras cada vez son más los países que se animan a cantar en español (e incluso con ritmos latinos). Este año dos candidaturas han apostado por introducirla en algunos de sus versos: Rumanía, que con WRS defendió su candidatura cantando la canción titulada Llámame (con un pegadizo estribillo: “Hola, mi bebé-bé; llámame, llámame”) y la albanesa Ronela Hajati, que mientras movía su cabeza haciendo círculos cantaba: “Baby feel my body, toca, tócalo”. El año anterior, Chipre (con El Diablo) y Serbia (con Loco loco) abanderaron también el uso de nuestro idioma en el festival, y la inolvidable chipriota Eleni Foureira consiguió con Fuego la segunda posición en Lisboa 2018. La lista de artistas que se han valido del español en sus apuestas durante estas últimas dos décadas en Eurovisión es más larga: Israel con Golden Boy (2015), Francia con Moustache (2014) o las tres canciones que en 2004 incorporaron versos en lengua hispana son solo algunos de los ejemplos.
El éxito del español no se circunscribe solamente al festival eurovisivo, como cabe imaginar. Eurovisión es, en este caso, un reflejo de lo que ocurre en la sociedad, ya que según los datos proporcionados por el Instituto Cervantes en su anuario El español en el mundo 2021, en la actualidad más de 24 millones de alumnos estudian español como lengua extranjera, un número que se ha duplicado en los últimos 10 años (eran 11,3 millones en 2010). El interés y la presencia del español trasciende el ámbito cultural y se observa también en las instituciones: según el citado anuario nuestro idioma está considerado el cuarto más poderoso a nivel mundial, después del inglés, del francés y del chino, y ocupa la tercera posición en la ONU (donde es una de las seis lenguas oficiales).
El despegue de la lengua de Cervantes (y de Cristina Peri Rossi o Ida Vitale) también se ha trasladado a Internet, donde experimentó un crecimiento del 1.511 % en el periodo 2000-2020, frente al incremento del 743 % registrado por el inglés. Con estos datos, parece imposible negar que “el español está de moda” y no debería extrañarnos que desde Rumanía saluden a Europa con un “¡Hola, mi bebebé!”.
Está claro que Eurovisión es impredecible y que el único lenguaje que logra conquistar a una audiencia tan amplia y plural es la música. Mientras tanto, seguiremos luchando por el ansiado micrófono de cristal. ¿Está el español también de moda en el festival? Es un gran reto que España pueda ganarlo, pero también una gran verdad que el español ya lo ha conseguido.