“El guardián invisible”, de Dolores Redondo
LIBROS
Jorge Tirapu Sola
Estudiante del Grado de Periodismo de la UDIMA
Bajo una tenebrosa bruma y una atmosfera onírica se envuelven los misteriosos crímenes que se desarrollan en El Guardián Invisible, la obra cumbre de Dolores Redondo. Un suculento maridaje de intriga, temores y leyendas ancestrales que ha supuesto una autentico trampolín para la escritora donostiarra y que encierra en su interior elevadas dosis de thriller, suspense, costumbrismo y mitología vasca. Redondo rompe sus complejos con esta obra y se lanza con una novela negra, un thriller a la navarra, con tintes de CSI Las Vegas y El Silencio de los corderos”. Amaia Salazar, su protagonista, tiene algo de Grissom y de Clarice Starling. No es cuestión baladí si tenemos en cuenta que la reconocida inspectora de la Policía Foral de Navarra pasó su etapa de formación en el FBI estadounidense a la sombra de un ejército de mentes cuadriculadas. Una etapa que, como puede comprobarse a lo largo de la lectura, le reportó unos sólidos principios y a la que deberá retrotraerse para desbloquear el nudo gordiano en que se había convertido, en un determinado momento, la investigación. Gracias a una llamada a un antiguo compañero del FBI la inspectora Salazar verá la luz y echará a un lado sus miedos. Porque El Guardián Invisible es también una obra psicológica que coloca sobre el tapete los temores y las inseguridades de una mujer, segura en sus convicciones y en su profesión, pero endeble en su vida personal. El temor a enfrentarse con su pasado es el talón de Aquiles de nuestra protagonista, enredada en un laberinto de sentimientos, miedos y contradicciones que la atenazan en su vuelta a su patria natal, Elizondo. Es allí donde viven sus dos hermanas y su tía y donde tendrán lugar una serie de asesinatos con un nexo en común: el asesinato de varias niñas cuyo ejecutor rasga sus ropas, dispone sus manos en actitud virginal e imprime su peculiar sello personal colocando un pastel de txantxigorri sobre el pubis de las menores.
En sus más de 400 páginas Dolores Redondo nos sumerge en los principales rincones de la capital del valle del Baztán y de otros lugares recónditos, siempre bajo el halo de misterio y generando un ambiente y una atmosfera ancestral teñida de tradiciones y de seres mitológicos. Su prosa es ágil, simple y efectiva, sin grandes circunloquios ni extravagancias, lo que conduce al lector por los serpenteantes caminos que emprende su autora y que conduce el narrador. Una figura que sabe todos los secretos de Amaia, un narrador omnisciente que en ocasiones la posee y transmite de un modo indirecto la voz subjetiva de la protagonista: “Descubrió asombrada que estar sola en el monte le producía una inquietud aterradora, la sensación de ser observada, de estar en un lugar prohibido o de estar cometiendo un acto de expolio contra una reliquia”.
La novela en sí, segunda de la autora tras Los Privilegios del Ángel, es una montaña rusa de emociones: intriga, atracción, angustia y una turbulenta historia familiar
Su prosa, como vemos, está subordinada a la acción y conduce al lector al laberinto de una historia de ida y vuelta.
No obstante, entre los debes de esta autora que asoma su talento y su capacidad narrativa está el desigual tratamiento que concede a los personajes de la novela; mientras bosqueja y succiona al milímetro la psicología o las cualidades físicas de su protagonista, deja en un limbo a otros componentes de la investigación. Los compañeros de Amaia Salazar en la Policía Foral aparecen desdibujados, inertes, eclipsados en todo momento por la figura principal. Hasta el propio James, su marido, que ejerce como contrapeso a sus miedos y su apoyo vital, aparece difuminado en contraposición con la plenitud de detalles de la tía Engrasi o de las propias hermanas Salazar. El texto flaquea en este punto, como también lo hace en algunos momentos de la narración que la autora no resuelve y deja abiertos: relaciones familiares, maternidad o los temores atávicos que atenazan a Amaia.
No es casual el interés de la autora por la investigación policial o la novela negra habida cuenta de su admiración por Norman Mailer o Agatha Christie. La novela en sí, segunda de la autora tras Los Privilegios del Ángel, es una montaña rusa de emociones: intriga, atracción, angustia y una turbulenta historia familiar. A pesar de las sustanciales diferencias, el lector halla ciertos paralelismos en la estructuración de la obra, en comparación con su primera novela, como el descubrimiento de los escenarios cotidianos de la infancia, Elizondo y Pasajes, el misterio, la conmoción o la muerte. El ritmo narrativo de la novela atrapa y conduce a través de sus palabras, engancha de principio a fin. Una obra impregnada de leyendas y tradiciones, un paisaje que hechiza y una historia que se ha traducido a varios idiomas y por la que se han interesado y comprado sus derechos los productores de la saga Millenium.
El guardián invisible.
Dolores Redondo.
Ediciones Destino.
18,50 euros.