Legislar sin conocimiento
Maximino González Barfaluy
Miembro de la ACEF.- UDIMA.
Ocio y cultura
Comenzamos el año 2019, y seguimos recibiendo noticias de todo tipo acerca de restricciones y sanciones a nuestros vehículos, ya sea por contaminación o por nuevas normativas de circulación. En este caso, me gustaría centrarme en el tema quizás más candente, que es el tema de contaminación.
Las grandes ciudades están tomando medidas cada vez más duras para controlar la calidad del aire de las mismas, cosa que un servidor ve muy loable, y necesario. Pero quizás no sea la manera correcta la que se está teniendo en cuenta, para el bien de los ciudadanos y tampoco para la economía de los mismos. Pero ya en muchos otros artículos he expresado mi opinión de que el mundo del motor no deja de ser una fuente inagotable de ingresos para el Estado, que no deja de exprimir hasta la saciedad.
Esto nos lleva a la situación de que nos vemos obligados a cambiar de vehículo si queremos poder seguir circulando por nuestras urbes, ya que tan solo los vehículos totalmente eléctricos circulan sin ningún tipo de restricción, a pesar de ser estos una inmensa minoría aún en el parque móvil.
Por otro lado, tenemos a los que utilizan combustibles alternativos, ya sea el gas licuado de petróleo (GLP) o el gas natural (GNC), los cuales aún a pesar de llevar años en el mercado no han terminado de cuajar, y que de todos modos utilizan motores de combustión interna apoyados por combustible (habitualmente gasolina) que a su vez ha de cumplir con las normativas más restrictivas de contaminación euro 4, 5 o 6 para motores gasolina o euro 6 para gasoil.
Por último tenemos los vehículos más comunes que podemos distinguir en tres categorías diferentes.
La más avanzada corresponde a la etiqueta C, que incluye a los vehículos de combustión interna que cumplen normativa euro 4, 5 o 6 para motores gasolina y euro 6 para gasoil. Esto nos restringe a vehículos comercializados a partir del año 2005 para los gasolina y 2014 para los gasoil.
La etiqueta B incluye a vehículos también de combustión interna pero en este caso se abre el abanico a todos aquellos que cumplan normativa euro 3 en gasolina y euro 4 y 5 en gasoil. Así nos incluye a los coches comercializados a partir del año 2000 en gasolina y del 2005 en el caso de los diésel.
El resto de los vehículos quedan sin categoría y están cada vez más restringidos. Así podemos concluir que cualquier vehículo de gasolina anterior al año 2000 está totalmente fuera de la norma así como los diésel anteriores al 2005 y eso no significa que los más modernos no sufran restricciones.
¿A qué se debe esta persecución sin límites? Nadie piensa que si se tiene un coche con más de 15 años probablemente la razón de no cambiarlo es la de no tener capacidad económica. ¿Es un sueño querer que de la noche a la mañana todos nos pasemos a lo eléctrico? ¿Estamos preparados en cuanto a infraestructuras para soportar ese cambio tan radical? ¿Qué va a pasar con los miles de puestos de trabajo que viven directa o indirectamente del mundo del motor en el país?
En principio parece que nadie se ha planteado ese cambio tan radical de una manera progresiva, adaptando primero las infraestructuras para luego favorecer el cambio. Es más fácil sancionar a todo aquel que tenga un vehículo antiguo, con mayores impuestos y restricciones, a pesar de superar los controles ya estipulados en las ITV sobre contaminación. ¿Cuántos de nosotros podemos poner a cargar el coche en el garaje, como si dejásemos el móvil en el salón? Un poquito de sentido común y por favor, permítannos adaptarnos poco a poco a estos cambios, pero sin apretar más la soga.