Lorca por Saura

Póster promocional de la obra “LORCA” dirigida por Carlos Saura, con iluminación dramática en rojo y azul.

María Jesús Ros Benavide
Profesora de Laboral y Seguridad Social en el Grupo CEF.- UDIMA.

Ocio y cultura

" El vivir solo es soñar y todo el que vive sueña lo que es, hasta despertar"

El teatro es la palabra y la imaginación, por eso es adaptable, versátil, sin género, universal y atemporal.

El teatro es el mundo y el autor es su dios; un todopoderoso ser imaginativo, atrevido, libre e inteligente que crea los personajes, reparte los papeles y nos impele a vivir una vida que quizás no es la nuestra, pero es la que él nos ha deparado vivir.

Somos santos o tiranos; héroes, cretinos, villanos; pusilánimes anodinos o brillantes paladinos; ricos, pobres, educados; prudentes comedidos o groseros excesivos; guapos, feos, narigudos; flamantes conquistadores o solitarios depredadores; familiares amantes o solteros recalcitrantes. No podemos elegir y en esa vida impuesta también podemos morir, pero al terminar la función volvemos a ser nosotros y nada de lo vivido ha sido, ni nada de lo que ha sido es porque, como dice Segismundo, el personaje de don Pedro Calderón de la Barca cuando reflexiona sobre su vida y su suerte, el vivir solo es soñar y todo el que vive sueña lo que es, hasta despertar.

Todo esto, o algo similar, pero mucho mejor dicho, lo expresa un personaje de la obra de teatro Lorca por Saura.

Es necesario partir de este escenario tan… teatral, para comprender el último montaje realizado por Carlos Saura antes de su fallecimiento a principios de 2023. En la obra de teatro Lorca por Saura, el cineasta, escritor, pintor y fotógrafo mezcla todas estas disciplinas en el escenario junto con la interpretación, la música y la danza, logrando que el espectador se introduzca de lleno en la personalidad, vida y obras de Federico García Lorca.

Desde su nacimiento en Fuente Vaqueros, Granada, en el seno de una familia acomodada que veía como las inquietudes musicales y artísticas de su hijo necesitaban de una orientación e impulso que en el pueblo no tenía; pasando por su estancia en Granada, donde iniciaría sus estudios de Derecho y Filosofía y Letras y conocería a Manuel de Falla y a Antonio Machado en un viaje de estudios; por su estancia en Madrid, ciudad en la que forjaría grandes amistades en la Residencia de Estudiantes de la generación del 27, con figuras como Salvador Dalí, Luis Buñuel, Juan Ramón Jiménez o Rafael Alberti. Todos ellos influirían en sus obras, especialmente Buñuel y Dalí, con quien pasaría vacaciones, parlant catalá, en su residencia familiar de verano en Cadaqués.

También en Madrid, Lorca aceptaría el reto de dirigir la compañía de teatro universitaria ambulante a la que denominó La Barraca. Con ella darían a conocer en los pueblos y ciudades de España el repertorio teatral de los clásicos del Siglo de Oro. Y todo ello alternado con sus viajes a Nueva York, Cuba y Buenos Aires, lugares en los que se siente a gusto porque sus gentes le reconocen y le inspiran importantes obras como Poeta en Nueva York, y donde estrenaría también alguna de ellas como Bodas de sangre.

El desenlace de esta vida es bien sabido, la trunca la Guerra Civil y su fusilamiento con 38 años en el verano de 1936.

Toda la biografía de Lorca plasmada en la obra de teatro la recrea Saura a través de una mujer. Ella canta, baila e interpreta a Federico acompañada de dos actores, un hombre y una mujer, que cambian de personajes según lo requiere la dramaturgia, mientras que un virtuoso pianista con sus impactantes y acertadas melodías va marcando su pulso. Saura deja fluir su imaginación desgranando el espectáculo teatral en un escenario vestido con la proyección de viejas fotografías de Lorca que lo inundan todo, un piano, golpes de flamenco, danza y cante jondo que en sí mismo ya es un espectáculo.