Más conectados que nunca

Nunca estamos seguros de lo que nos depara el futuro. Parecerá una boutade lo que digo, pero en el último año, a propósito de la pandemia del coronavirus, si en algo nos hemos detenido a pensar ha sido, sin duda, en qué frágil es el devenir. Tendemos a pensar en el futuro en el corto, medio y largo plazo, como si se tratara de algo que podemos manejar.

Los economistas que escriben en esta revista planifican los escenarios futuros, del mismo modo que otros analizan el ámbito de unas pensiones que a algunos nos parecen próximas y a otros aún lejanas en el tiempo. El periodista de hoy, que también se comunica a través de nuestra revista, persigue sin descanso respuestas a lo que nos pasó anteayer con el fin de intentar comprender lo que ocurrió hoy y parte de lo que leerán sus lectores al día siguiente.

Para los historiadores, que así mismo comparten sus contenidos en ‘Conectados’, parece ser más fácil, puesto que su cometido no está llamado a proferir vaticinios, sino esperar a que las aguas se calmen para relatar los acontecimientos a partir de los posos.

Todo esto viene a cuento de la experiencia propia, que en el último año ha sido más común que lo que esperábamos todos. La pandemia, entre otras cosas, ha puesto de relieve la necesidad que tenemos de pararnos a pensar qué mundo queremos o, mejor dicho, qué mundo necesitan quienes nos siguen.

No digo, claro está, que la pandemia sea consecuencia de un tren de vida algo desaforado de una sociedad que cada vez mira menos y peor al prójimo y al propio planeta. No soy quién ni lo sé. Pero sí es cierto que el intercambio de conocimiento en torno a este y otros asuntos nos permiten verificar lo que pasa y prever lo que puede llegar a pasar. Y esto es lo que hacen cada cuatro meses los expertos que reúne ‘Conectados’, la revista de la Alumni CEF.- UDIMA que tengo el honor de presidir en esta nueva etapa y desde ahora.

Ya Jesús Martínez, mi antecesor, se despedía en esta misma Carta del Presidente diciendo que “cualquier tiempo futuro, seguro que será mejor”. Un optimismo y esperanza que comparto y que, a su vez, traslado a todos vosotros, en vuestra calidad de antiguos alumnos, y a cualquier otro lector en cuyas manos caiga esta publicación.

Personalmente, afronto esta nueva era, espero que, en los coletazos de esta pandemia, con el mismo entusiasmo con que recibí el anuncio de mi nombramiento; ese entusiasmo que liga con la oportunidad de poder hacer algo nuevo que desempañe la niebla de este tiempo, a fuerza de análisis, investigación, opinión e información, y todo ello, nunca más a cuento, ‘Conectados’ entre todos.