Más presión

Motor

Maximino González Barfaluy
Miembro de la ACEF.- UDIMA

Más presión
Foto de Stock.xchng

Esta expresión actualmente  puede resultar tediosa, por el aumento en la presión fiscal, social, laboral, etc. que sufrimos todos. Pero en este artículo por una vez vamos a meter presión de la buena, de la que gusta y sorprende en nuestros vehículos.

Queremos acercar al común de los mortales el concepto, principios y mantenimiento de un elemento habitual en los motores modernos pero demasiado desconocido.

El turbo o turbocompresor, gran revolución para los motores diésel, permite un impresionante aumento de prestaciones sin repercutir en el consumo. Hace ya más de tres décadas que Renault nos deleitó con los primeros turbo “comerciales”, aquellos míticos R5, R11, R21 que literalmente causaban un esguince cervical en cada aceleración.

Su funcionamiento es tan simple como delicado. El turbo es un conjunto de conductos que confluyen en la llamada “caracola” (por la forma que adoptaban las primeras). Esta contiene una hélice (turbina), que se activa mediante los gases que recibe de uno de los conductos que recoge los gases de la combustión propia del motor para así generar su movimiento. A más gases de escape, más acelera la turbina.

Posteriormente, de manera transversal, una segunda turbina actúa  de compresor centrífugo. A este compresor le llega otro conducto que recoge el aire (tras pasar por el filtro) a presión atmosférica, e inyecta dicho aire en la cámara de combustión con mucha más  presión (entre 0,25 y 1,5 bares). Así se consigue una explosión o combustión más rica y potente (según el tipo de vehículo) aumentando el rendimiento.

Y si supone tantas ventajas, ¿por qué no lo llevan todos los vehículos? Esta respuesta depende de varios factores: 

- Factores “políticos”, desde aquellos Turbo de los 80 y 90, el marketing automovilístico se ha amoldado a las políticas restrictivas de las velocidades. Así, los coches gasolina turbo han quedado como especie en extinción.

- Factores económicos; en este aspecto hay  una doble corriente. En los coches gasolina, la potencia conseguida con motores de tamaño medio es suficiente para circular con cierta alegría. El turbo implicaría más consumo (para equiparar el mayor aporte de oxigeno), e incluir un elemento mecánico caro y delicado. Por ello, hoy apenas se monta en auténticos deportivos o pesadísimas berlinas de lujo. En los diésel se han multiplicado como esporas, hasta la casi desaparición de motores “atmosféricos”. Estos tienen un rendimiento muy limitado y el turbo les permite competir en prestaciones sin perjudicar su gran baza, un reducido consumo. ¿Por qué no aumenta el consumo? Porque el diésel no explosiona sino que combustiona y…. eso, en otro artículo.

El turbo o turbocompresor, gran revolución para los motores diésel, permite un impresionante aumento de prestaciones sin repercutir en el consumo

Los fabricantes han visto la luz con los turbodiésel, ya que proporcionan un diésel de bajo consumo, potente y ¿fiable? Incluir este elemento hace disminuir la vida útil del motor; el usuario medio suele ignorarlo hasta que se rompe junto a su bolsillo.

Los cuidados son tan sencillos como los del resto del vehículo pero al parecer la vida nos impide realizarlos. Las elevadísimas revoluciones del turbo (120.000) provocan roces entre sus elementos y un aumento importante de temperatura.

Hay que mantener el sistema lubricado y refrigerado. La lubricación es por aceite, y hay que esperar a que su bomba lubrique lo suficiente para empezar a hacerlo girar sin producir daños. Basta con  esperar un minuto entre el arranque del motor y su puesta en movimiento o empezar a revolucionarlo.

La refrigeración puede ser por aire, agua o aceite, pero  conviene saber que se pueden alcanzar temperaturas sobre 750 grados. Esto produce efectos negativos en su estructura. También se debería esperar al menos un minuto con el vehículo arrancado a bajo régimen (ralentí), para no desconectar el sistema de golpe y permitir que la turbina pare paulatinamente mientras se refrigera.

Pero en este mundo de presiones no tenemos tiempo ni para respirar una vez estacionados y dejar que nuestro vehículo repose. Seguro que nadie desenchufa el ordenar de golpe. Pues esto es igual pero tiene más fácil solución, más presión al bolsillo y nuevo Turbo.

Un fuerte acelerón amigo lector.