El mejor aliado

Pedro Sánchez estrenchando la mano a Pablo Iglesias

Sotero Amador Fernández

Política

Hace ya unos cuantos años del nacimiento del movimiento 15M. En aquellos momentos de crisis y gran indignación muchos jóvenes, y algunos no tan jóvenes, tomaron las calles con manifestaciones y acampadas muy molestas tanto para los gobiernos de turno como para muchos ciudadanos.

Todo esto fue el caldo de cultivo para el crecimiento de Podemos y su líder Pablo Iglesias. Consiguieron unos resultados en las diversas elecciones celebradas que sorprendieron a mucha gente, creo que incluso a los propios dirigentes de dicha formación.

Su entrada en política fue muy útil para el gobierno de Mariano Rajoy al llevar al Congreso las protestas y tranquilizar bastante la calle. Además, la división del voto de la izquierda favorecía claramente los intereses de la derecha, aunque me da la impresión de que se les fue un poco la mano y fomentaron el crecimiento de Podemos más de lo que hubieran querido. El gobierno de Rajoy pudo seguir gobernando sin mayoría gracias a una investidura en la que varios diputados socialistas se abstuvieron para evitar unas terceras elecciones generales que hubieran sido inaceptables para una gran parte de la población.

Hasta que llegó la moción de censura a Rajoy en 2018 y Pedro Sánchez tomó las riendas del gobierno. Cuando convocó elecciones en 2019 no obtuvo los votos suficientes para gobernar y fuimos a nuevas elecciones con resultados similares. Otra vez se vislumbraron unas nuevas elecciones. La derecha no estaba dispuesta a dejar gobernar en minoría a Sánchez, y nos encontramos con un gobierno de coalición por primera vez en la historia de nuestra democracia.

Pablo Iglesias se convirtió nada menos que en vicepresidente del Gobierno. Su carrera política había sido meteórica. Y no satisfecho con ello colocó a su pareja de entonces, la inefable Irene Montero, como ministra. Ahí queda eso. Y para estar más cerca del poder se trasladaron de Vallecas a Galapagar, a una casa con jardín, piscina y todas las comodidades posibles.

En principio nada que objetar a que un dirigente o votante de izquierdas tenga una casa estupenda, un coche de alta gama, vaya a buenos restaurantes o utilice la sanidad privada cuando lo considere oportuno. Siempre y cuando haya alcanzado todo ello de una forma honrada, no me parece en absoluto criticable. ¿Acaso solo pueden disfrutar estas cosas las personas de derechas como a veces parecen defender algunos de mis familiares, amigos o conocidos? ¡Hasta ahí podríamos llegar!

No me parecería mal por tanto dicho cambio de casa por parte del vicepresidente y su pareja, si no fuera porque poco antes Pablo Iglesias se había hartado de despotricar contra “la casta” llegando a criticar a los políticos que se alejaban de sus votantes. Coherencia cero por su parte. Las críticas de la derecha fueron constantes por su modo de vida. Vivía como un burgués, igual que los ricos. La verdad es que se lo puso fácil el señor vicepresidente.

Entre medias tuvimos que sufrir una pandemia como nunca habíamos vivido. El Gobierno estaba recién llegado, pero eso no fue obstáculo para responsabilizar a Pablo Iglesias del absoluto caos que se produjo en las residencias de ancianos en los primeros meses de esta gran crisis sanitaria. En Madrid donde la derecha gobierna desde tiempo inmemorial con las competencias en Sanidad cedidas hace muchos años, sus dirigentes tuvieron la desfachatez de responsabilizar de este desastre al vicepresidente del gobierno central que acababa de tomar posesión de su cargo. Era lo que muchos querían oír, lo oyeron y se lo creyeron.

El cuestionamiento de la transición a la democracia tras la muerte del dictador también ha sido habitual por parte del señor Iglesias y de otros dirigentes de su partido.

Para la mayoría de la gente de mi generación, que vivimos de cerca el final del franquismo, la transición realizada en España fue algo de lo que nos sentimos muy orgullosos. La generosidad de muchos políticos de entonces, empezando por Adolfo Suárez y siguiendo por otros muchos, fue un ejemplo para el mundo de cómo se puede pasar de una dictadura a una democracia sin traumas y con un amplio consenso. La concordia que hubo entonces está fuera de toda duda y es citada en medio mundo como un ejemplo a seguir. Que se puedan y deban mejorar algunas cuestiones que con el paso del tiempo se han podido quedar obsoletas no invalida de ninguna manera el enorme esfuerzo que se hizo para llegar a donde estamos hoy. Que ahora vengan a cuestionar todo esto me parece absolutamente oportunista. Otra vez más munición para los partidos de derechas, que ahora defienden la Transición y la Constitución del 78 mucho más de lo que lo hicieron entonces.

En 2021 la presidenta de la Comunidad de Madrid que llevaba gobernando dos años con una mayoría más que suficiente adelanta las elecciones autonómicas de un modo totalmente innecesario. El adelanto solo responde a su interés personal para aprovechar el momento favorable que le dan las encuestas y de paso librarse de sus socios de gobierno. Pues bien, a Pablo Iglesias no se le ocurre nada mejor que anunciar que se va a presentar como candidato a la Comunidad de Madrid. Dicen que la noticia fue recibida por la presidenta y su jefe de gabinete con champán y caviar. La campaña estaba hecha. Nada mejor para movilizar a los suyos. Y todo salió como estaba previsto.

Pablo ya no estaba en el Gobierno, pero allí siguieron Irene Montero, Belarra y compañía. Sus intervenciones siguieron siendo lamentables en la mayor parte de las ocasiones. Especialmente desafortunadas en relación con los temas relacionados con el feminismo. Recuperar el daño que han hecho al movimiento feminista estas ministras costará mucho tiempo. Una vez más, Podemos seguía dando argumentos a la derecha para seguir criticando, con razón muchas veces, las actuaciones de estas dirigentes que no se sabe bien si formaban parte del gobierno o de la oposición al mismo. Obviamente más munición para que la derecha hiciera todo tipo de críticas a Podemos y de paso a todo el Gobierno.

Y además hemos asistido a la irrupción de un partido de ultraderecha que no quiero ni nombrar. Sin duda los planteamientos de Podemos y del “coletas”, como despectivamente le han venido llamando sus enemigos, han contribuido al gran crecimiento de ese partido que en algunos casos se ha convertido en la muleta del PP. No tengo claro si ha sido el factor más importante para dicha irrupción en la política española o quizás este dudoso honor deba recaer sobre los líderes del “procés” independentista de Cataluña. A personajes como Mas o Puigdemont habrá que “agradecerles” un impulso fundamental para que esa opción política haya pasado de la irrelevancia durante muchos años a tener hoy una presencia considerable en muchos ayuntamientos y comunidades.

Como no podía ser de otra forma a Pablo Iglesias también se le hizo corresponsable del “procés” por parte de toda la derecha mediática. Cualquier motivo era bueno para atacarle y de paso atacar también al Gobierno en su conjunto. En definitiva, un saco al que golpear una y otra vez para desprestigiar a la izquierda en general y que él aprovechaba para responder, y de paso muchas veces criticar, al propio Gobierno del que formaba parte.

Una buena amiga, “de derechas de toda la vida”, criticaba habitualmente a Alberto Ruiz Gallardón, por entonces presidente de la Comunidad de Madrid, y afirmaba que era “un submarino de los socialistas”. El tiempo le quitó la razón cuando al cabo de los años Gallardón abandonó la política tras el fiasco de su pretendida reforma de la ley del aborto. Ahí se pudo ver de

forma meridianamente clara que su posición, al menos en este asunto, era mucho más conservadora que la de la mayoría de la población incluyendo a muchos miembros de su propio partido.

No sé si se puede considerar a Pablo Iglesias un submarino de la derecha, pero si así fuera, sería un submarino con armas nucleares. Basta ver el nivel de destrozo que ha causado en la izquierda española en las recientes elecciones locales y autonómicas.

Si como parece probable estamos ante un cambio de ciclo y la derecha, sola o con la extrema derecha, llega al poder tras las próximas elecciones del 23J deberían plantearse seriamente agradecer los servicios prestados por este gran aliado que ha sido este político ya instalado en “la casta” y que responde al mismo nombre del fundador del partido socialista.

Se me ocurre como premio enviarlo como agregado a la embajada de Venezuela donde podría asesorar al gobierno de Maduro. Estoy seguro de que la oposición venezolana estaría encantada con los servicios que podría prestar a su causa.